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Los vecinos del Port protestan contra el ruido de discotecas y la prostitución

Los residentes de la única finca de viviendas de la zona denuncian que las prostitutas entran a su patio para atender a sus clientes

Un centenar de vecinos de la Barceloneta cortaron este jueves a las 20.30 durante media hora el tráfico en el paseo Marítimo para protestar contra el ruido y la delincuencia que tienen que soportar los residentes del número 2 de la calle Trelawny, el único edificio de viviendas aledaño al Port Olímpic. Quienes habitan alguno de sus 44 pisos se quejan del alboroto que arman los jóvenes que acuden a las discotecas de la zona, pero sobre todo, del que provocan las prostitutas, que incluso entran a la finca para atender allí a sus clientes.

“Me mudé aquí hace 44 años porque me gustaba mucho la zona. Estaba despoblada y había tranquilidad. Ahora, se nos meten prostitutas en la escalera. Bajas a buscar el coche y te encuentras más de un preservativo”, asegura Miquel, un vecino de 67 años. Explica que hace cinco tuvieron que cercar el inmueble para que la gente dejara de orinar en sus puertas. Ahora lo hacen junto a los barrotes, pese a que cuentan con dos urinarios a pocos metros.

 Fiesta junto al hospital

 “Queremos dormir”, rezan en inglés, catalán y castellano una veintena de carteles que cuelgan de los balcones del eficio, una isla de viviendas en un mar de negocios pensados para los turistas: hoteles, discotecas, chiringuitos... y el Hospital del Mar, el único vecino que tenían cuando Rosario Sedantes se instaló en la calle de Trelawny en 1968. “¡Estábamos tan tranquilos!”, recuerda. Hasta que llegaron los Juegos Olímpicos en 1992 y los alrededores se convirtieron en una zona de ocio. “Ahora no podemos ni abrir el balcón”, lamenta.

“No nos moverán”, cantaban los manifestantes detrás de una gran pancarta en la que se leía Hartos de palabras, ¡solución ya! Los vecinos piden un patrullero para disuadir a las prostitutas de usar su patio y la calle peatonal de al lado como centro de operaciones. También exigen que se retire la parada de autobús que el Ayuntamiento trasladó en mayo frente a su portal y que los taxis dejen de aparcar en su calle, ya que sus peleas nocturnas por clientes les despiertan.

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