Rabell: “No creo que Europa trate mejor a Cataluña que a Grecia”
Lluís Rabell es el candidato de Catalunya si que es Pot a las elecciones del 27-S
Lluís Rabell (Barcelona, 1954) participa en el movimiento vecinal desde 1999 y ha presidido la Federación de Asociaciones de Vecinos de Barcelona más de tres años y medio antes de ser elegido cabeza de lista de Catalunya Sí que es Pot, la alternativa de izquierda a la lista de Artur Mas.
Pregunta. ¿Qué hace un dirigente vecinal liderando una lista política?
Respuesta. Responder a una situación excepcional, aunque no sea original, porque ya ha habido otros activistas que han dado el salto a la política. Estamos en un momento de configuración de la izquierda y es normal que se cuente con el componente ciudadano.
P. Usted lo justifica por la excepcionalidad pero hace unos meses prometió que nunca lo haría. ¿No le resta credibilidad?
R. La credibilidad tiene que ver con la coherencia. Yo defiendo que desde el activismo ciudadano se hace política y lo que me ha llevado a cambiar tiene que ver con la manera en cómo se está polarizando el 27-S, con la aparición de este artefacto que es la lista de Junts pel sí. Fue un desafío a la Cataluña social, porque Mas tuvo una actitud de desprecio y arrogancia patrimonial cuando dijo que tenía enfrente a “los del sí se puede”. Nos sentimos interpelados porque no aceptamos este desprecio hacia la Cataluña plebeya.
P. ¿Raül Romeva [lista independentista] no representa la Cataluña social?
R. Es un antiguo compañero que creo que mantiene convicciones progresistas. Su problema es ir prisionero a unas elecciones plebiscitarias que arrinconan el debate social en nombre de conseguir primero la independencia. Mas es el cromo sorpresa en el paquete en el que van Romeva y Lluís Llach.
P. Diga tres medidas inmediatas que aprobaría su gobierno.
R. Una muy simbólica sería presentarnos como acusación particular en el caso Palau y retirar los cargos en nombre de la Generalitat contra los activistas sociales pendientes de juicio. Otra, que la Generalitat recuperase la financiación de las guarderías y una tercera, convocar el Pacto Nacional del Derecho a decidir para ver qué estrategias deben seguirse para hacer posible un referéndum sobre el futuro de Cataluña, que es una reivindicación olvidada por el PSC.
P. Las dos primeras son una copia de Barcelona en Comú y Ada Colau. ¿Copiarán también el código ético y la rebaja de sueldos?
R. Haremos un código ético buscando un punto de retribución digna y responsable para los poderes públicos, pero que no los aleje de la ciudadanía. Que suene a Colau lo que decimos no es de extrañar. En todos los casos intentamos recuperar las instituciones en un sentido de limpieza democrática y atender las emergencias sociales.
P. ¿Puede concretar cómo se ejercerá el derecho a decidir?
R. Queremos que la ciudadanía participe cada vez más en todas las decisiones que le afectan. Sobre la cuestión nacional pensamos que el referéndum debería surgir de la presión social, porque ningún gobierno lo convocará con agrado. Si las elecciones catalanas son el preludio de un cambio de mayorías en España se abre una ventana de oportunidades para hacer efectivo un referéndum.
P. Lo fía todo a lo que pase en las generales.
R. Las fuerzas emergentes en España defienden el referéndum en Cataluña. Nosotros no esperamos a lo que pase en el Estado español ni el Estado español espera a lo que pase aquí, pero unos y otros jugamos en un mismo movimiento histórico.
P. En su lista hay independentistas y federalistas. ¿Darán libertad de voto si se vota la declaración de independencia?
R. El Parlament ya ha hecho declaraciones soberanistas que no han desencallado el proceso. Podemos hacer más, pero lo de Grecia demuestra hasta qué punto resulta difícil para las pequeñas naciones que se respete su soberanía nacional. Si Grecia ha recibido ese trato vejatorio de la Unión Europea, dudo que una Cataluña que se quiera independizar sin las complicidades necesarias reciba un trato mejor.
P. Sin pacto con el Estado no hay referéndum.
R. Difícilmente. El referéndum se ha de hacer cuando sea reconocido y reconocible, también en la Unión Europea. Más probable será forzar la celebración de un referéndum que representaría la voluntad del 80% de la población que no la independencia que, en el mejor de los casos, supondría una exigua mayoría parlamentaria.
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