Edificios fantasma e inútiles
En Palma, el olvidado complejo de son Dureta y en Dalt Vila de Ibiza, el castillo
El antiguo complejo hospitalario de son Dureta —cinco edificios, uno gigante— se degrada, abandonado, sin remedio ni futuro. Sin uso ni destino público conocidos. Esos inmuebles que fueron declarados obsoletos por la sanidad pública, fueron de todos, de la gente, especialmente de quienes cotizaron a la Seguridad Social. Murieron para poder alumbrar el gran tinglado bajo sospecha de son Espases.
Los Gobiernos dejan fantasmas al renunciar a inmuebles, los declaran inútiles o son incapaces de gestionarlos y reutilizarlos tan gigantes; como el dado de Gesa o el Palma Arena. Otras inversiones temerarias que dejan teatros inacabados en Inca o Ciutadella y otros tantos proyectos.
Son Dureta fue aniquilado y quedó en pie, sin nueva función. La inacción envilece —en silencio— por el tiempo y el dinero perdidos, con unos presupuestos y exigencias sociales alarmantes.
Un repaso rápido del despropósito constructivo, de las iniciativas frustrantes, inutilizadas, desnuda a la autoridad, de casi todos los signos, por acción u omisión. El despilfarro reciente por descuido manirroto de las inversiones públicas no solo es vicario y deudor de megalomanía del presidente faraón corrupto Jaume Matas. Es una constante trasversal.
En Ibiza, en la cresta de tan recio perfil de la acrópolis amurallada, en Dalt Vila, se degrada un edificio secular que los resume a todos. Es el castillo, es la guinda del sky-line de la vieja ciudad anquilosada, su alcázar ante los otros que acechaban por el mar y fusilaban.
Es una ruina provisional, la reconstrucción está congelada. En décadas fue un monumento en desuso. Iba a ser un Parador Nacional, un proyecto estatal, pero las obras de teórica restauración e injerto del hotel están bloqueadas desde hace tres años, por los recortes.
Aparecieron impedimentos arqueológicos y una mala concepción global. Se quería compatibilizar la función patrimonial con la explotación hostelera. Era y es un proyecto ultra caro e incierto —sigue generando gasto— y parece que vulgar.
El buc del castillo y luego cuartel fue recrecido, se alzó impúdicamente la altura tradicional del monumento. Desentona. Antaño el arquitecto Elías Torres hizo allí dos intervenciones quirúrgicas —adecuó una sala de arcos e inventó una escalera de acceso— pero nunca más se le tuvo en cuenta.
Salvador Roig, Moisés sin desierto, tenía razón al clamar contra la sobredimensión colorista y cuartelaria del vecino edificio municipal de can Botino. Tan visible. Tras este pastel se infló un suflé del castillo-parador.
El excastillo de Ibiza y exson Dureta seguirán años congelados, momias inacabadas y en desuso, sin destino social. Un despropósito.
Para descubrir otra Ibiza y entender el Mediterráneo: El libro de Antoni Ferrer : Captius i senyor de captius a Eivissa, que disecciona cómo el poder medieval, eso es Dalt Vila , articuló durante tres siglos(XIII-XVI) un sistema del negocio esclavista — también con corsarios— de captura, compra venta y explotación de personas. Con solidez teórica y soltura expresiva. Y con todos los nombres. Miquel Barceló dirigió esa tesis.
En la misma zona alta de de Dalt Vila de señores, sotanas, élite y autoprotección, nace la novela de Carmen Matutes, profesora en Edimburgo y hermana de Abel. Imagina la vida de mujeres, islas en isla, en I patir i patir i patir (a Eivissa, a principis del segle XX), con gente nativa y foránea, arriba y abajo. Escribe en catalán oral. Pep Quetglas en su presentación en Palma, en Embat, aportó hallazgos de la Ibiza atávica.
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