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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El tiempo y el euro

Europa avanza a base de crisis. La de Grecia pone en evidencia la necesidad de ampliar las funciones del BCE, armonizar las políticas fiscales y dotarse de un presupuesto federal

Siempre he procurado opinar sobre la realidad desde una cierta perspectiva temporal. Creo que los análisis son mucho más objetivos y fiables cuando se hacen habiendo dejado que los hechos se estabilicen, y se puedan contemplar sus causas y sus consecuencias con una relativa distancia. Esta es una de las ventajas que tienen los analistas en comparación con las personas que deben tomar decisiones rápidas. Están mucho más apremiadas por la urgencia que les impone el ritmo al que se suceden los hechos, y ello explica muchos errores de análisis, y muchas decisiones erróneas. También es verdad que los analistas partidarios del tuit tienen a menudo estos mismos problemas…

En la reciente etapa del tema de Grecia y su posible salida del euro, reconozco que no he podido seguir este criterio habitual de buscar perspectiva, ya que la aceleración de los acontecimientos lo ha hecho imposible. No recuerdo otro caso de una rotura de negociaciones, la convocatoria unilateral de un referéndum, y la celebración del mismo, todo en una semana… El día siguiente a la convocatoria, decidí publicar un artículo que podría resumir así: a) La entrada de Grecia en el euro fue un error importante del que deben responsabilizarse tanto las autoridades griegas como las de la UE. Nadie puede culpar al otro. b) La salida de Grecia sería un desastre para Grecia y un importante problema para los demás miembros de la eurozona. Ni Grecia quiere salir, ni los otros desean que salga. c) La continuidad de Grecia en el euro pedirá el compromiso de un enorme esfuerzo de modernización de su economía, y una ayuda inicial del resto de socios. El volumen será grande, pero se puede asumir. Y d) Hay que dejar de lado las grandes declaraciones épicas, y ni el Gobierno griego puede chulear de nada, ni las autoridades europeas pueden humillar al pueblo griego para castigar a sus gobiernos.

Una parte importante de los problemas que Grecia arrastra son debidos a la falta de formalidad en su Administración tributaria

Ahora, después del resultado rotundo del referéndum, y de la primera reacción del Gobierno griego (dimisión del ministro Varufakis), vuelvo a caer en la tentación de opinar sin tiempo de por medio. Querría añadir tres nuevos elementos.

1. Negociación. El gesto de Varufakis, no sé si es voluntario, si ha sido propiciado por Tsipras, o tal vez insinuado por Bruselas. En todo caso, es una clara señal de deseo de negociación por parte de Atenas. Las autoridades europeas han de saber encontrar ahora un camino que combine la comprensión de las necesidades de los griegos y los límites de las exigencias que se les pueden reclamar, con la firmeza de que en la UE existen unas normas y unas reglas que todos los socios hemos aceptado y que un país no puede obviar, por mucho que a una mayoría de su población no les gusten. Hay que recordar que los miembros de la UE, y mucho más los de la zona euro, hemos cedido una parte importante de competencias a las autoridades comunitarias, y que esto limita claramente nuestro concepto de soberanía y de democracia nacional.

2. Modernización. La ayuda europea debe estar condicionada a un esfuerzo importante de modernización no sólo de la economía griega, sino sobre todo de su sector público, y muy especialmente de su Administración fiscal. Una parte importante de los problemas que Grecia arrastra son debidos a la falta de formalidad en su Administración tributaria, y a la falta de eficiencia en los servicios públicos. Una parte de la ayuda europea debería ir destinada a estos programas de modernización, y Grecia debe aceptar un cierto seguimiento comunitario de los mismos.

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3. La zona Euro. Es lamentable, pero Europa avanza a base de crisis. Estas son las que provocan los pasos adelante, al poner de manifiesto lo que no se ha hecho y se ve ahora imprescindible. En 2012, fueron los mecanismos de rescate, y la supervisión bancaria, que fue necesario construir con prisas. Ahora, se pone en evidencia la necesidad de ampliar las funciones del BCE, y sobre todo, la de dotar a la zona euro de instrumentos y de recursos fiscales para que pueda proceder a una armonización tributaria y dotarse de un presupuesto “federal”, que le permita actuar como lo hacen las autoridades centrales de los territorios que comparten una moneda. No sé si el actual encontronazo de la UE con Grecia, nos va a llevar a realizar estos avances en la zona euro. Si fuera así, aunque no haya sido su intención, deberemos tener un cierto grado de agradecimiento a los últimos gobiernos griegos…

Joan Majó es ingeniero y exministro

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