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Un concejal en la línea 102

Josep Garganté, edil de la CUP en el Ayuntamiento de Barcelona, compagina su cargo con el autobús

Josep Garganté, concejal de la CUP, conduce el autobús 102
Josep Garganté, concejal de la CUP, conduce el autobús 102Consuelo Bautista

Son las dos y media de la tarde y el autobús de la línea 102, que cubre la ruta entre Horta y el cementerio de Collserola, abre sus puertas. Quien está al volante es Josep Garganté, conductor de autobuses públicos desde hace 13 años. Desde hace un mes, también es concejal del Ayuntamiento de Barcelona. Su partido, la CUP, sumó 52.000 votos en las elecciones municipales del 24 de mayo —40.000 más que en 2011— y logró tres concejales. Su entrada en el consistorio le costó la barba. "Hice una apuesta con un compañero. Si entro en el Ayuntamiento, me afeito", explica de camino al cementerio.

Garganté (43 años), número tres de la lista de la CUP en Barcelona, mantiene su trabajo como conductor de autobuses, aunque reducirá su jornada laboral. A partir del miércoles, dedicará 55 días al año a transportar viajeros para dedicar el 75% de su tiempo a trabajar en la oposición del Consistorio. Este viernes firmó la reducción de su contrato con la empresa municipal Transportes Metropolitanos de Barcelona (TMB).

A partir del miércoles reduce su jornada como conductor para dedicar el 75% de su tiempo al Consistorio

"Me gusta este trabajo. Transporto gente y la escucho. Sobre todo a la gente de los barrios. Los conozco y me conocen. Y, si hace falta, les espero hasta que lleguen a la parada", responde Garganté cuando le preguntan por qué sigue conduciendo autobuses.

Mientras tanto, en la línea 102, dos mujeres suben en la parada Joan XXI, en plena bajada del cementerio. Una de ellas se acerca al conductor para explicarle que es una parada peligrosa. "Cogemos este autobús para ir a la residencia de discapacitados a ver a nuestros familiares y la parada está en un precipicio. Muchas veces tenemos que venir en taxi, que nos cuesta 20 euros, porque nos da miedo resbalar y caer", explica la mujer. "¿Sería posible que asfaltaran o mejoraran la parada? Es un peligro para todos", le dice al concejal.

Me gusta este trabajo. Transporto gente y la escucho. Sobre todo a la gente de los barrios. Los conozco y me conocen"
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Garganté toma fotografías de la parada, que está en una suerte de precipicio. Primero les explica el procedimiento a seguir a las dos usuarias y, después, llama por teléfono a la central y abre una reclamación. "Voy a tuitearlo también, que ahora que soy de la oposición me hacen un poco más de caso", bromea. El regidor explica a las dos mujeres que estas reclamaciones pueden tardar meses. "En 2008, luchamos durante seis meses para que pusieran una marquesina en la parada de la calle Almirall Cervera (Barceloneta), para los ancianos que tenían que coger el autobús hacia el Hospital del Mar. Nos costó, pero al final lo conseguimos".

El edil de la CUP no tiene coche ni moto. Se mueve en bicicleta y vive de alquiler en el barrio de La Salut (Gràcia) y —repasa de memoria— afirma que ha vivido en todos los distritos de Barcelona, menos en Sarrià. Cuenta que es activista desde los 16 años y que ha trabajado como montador eléctrico de placas fluorescentes. También ha sido montador de asientos en Eurosit (subcontrata de Seat), técnico administrativo, montador de calefacciones, técnico de mantenimiento, transportista en una empresa de camas y operario en una imprenta de Londres.

A los 18 años entró en contacto con CC OO, donde estuvo afiliado 12 años hasta que se dio de baja y se incorporó en el sindicato de la CGT. Desde entonces, su larga trayectoria como activista le llevó a ser portavoz en la huelga de conductores de autobuses de 2007 que siguieron sin el apoyo de los sindicatos, a excepción de CGT. Los trabajadores de TMB reclamaban dos días de descanso semanales. Garganté logró su cometido, pero rompió de pleno con el sindicalismo. "Me llevé una gran decepción porque los sindicatos nos dieron la espalda", recuerda. Actualmente forma parte de la Coordinadora Obrera Sindical (COS)

Garganté explica que cobrará menos siendo concejal —la CUP fija en 1.600 el salario de sus ediles— que trabajando como conductor de autobús, donde el sueldo bruto es de 30.000 euros anuales. "Aún así, me compensa".

Comenta que lleva dos semanas poniéndose al día "como una rata de biblioteca". Ha leído la carta municipal, el pleno de cartipacio de hace cuatro años, los estatutos, consorcios y contratos. "El Ayuntamiento tiene cuatro áreas de trabajo, cuatro comisiones, 13 institutos municipales, 41 consorcios, 52 fundaciones y 13 empresas municipales. Así que nos queda trabajo por hacer". Desde la oposición, Garganté espera poder cumplir los tres principios de su partido: techo, comida y libertad.

A las 22 horas, Garganté termina su servicio. Deja el autobús en las cocheras y se marcha a casa. Hoy por la mañana tiene previsto acudir a Nou Barris para evitar un desahucio.

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