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literatura

Connolly: “Mis personajes llevan los pecados que yo he cometido”

El creador del detective Charlie Parker vuelve a mezclar lo policíaco y lo espiritual en 'El invierno del lobo'

Mikel Ormazabal
San Sebastián -
El escritor irlandés John Connolly posa en el Arenal de Bilbao.
El escritor irlandés John Connolly posa en el Arenal de Bilbao.fernando domingo-aldama

La escritura de John Connolly (Dublín, 1968) brota de su obsesión por "la búsqueda del gozo en el lector". Incluso en las escenas más malvadas y cruentas, asegura el escritor irlandés. Va trenzado espiritualidad e imaginación con las historias más tenebrosas, mezcla las dosis adecuadas de ficción y realismo, para que sus obras "sean cada vez mejores". De nuevo a salto entre la novela negra y la de fantasía, Connolly insiste con su peculiar "híbrido" género literario y lleva a las librerías El invierno del lobo (Tusquets, 426 páginas), la última entrega protagonizada por el detective Charlie Parker. Firma ejemplares a sus admiradores en la Feria del Libro de Bilbao, conversa apasionado de la cocina del libro, siempre sonriente, sin esquivar ninguna cuestión.

Connolly lleva preparada la contestación cuando le pregunta de dónde saca las ideas de sus libros. Sale al paso con una cita que toma de otro icono de la ciencia-ficción, Terry Pratchett: "Las ideas las compro en una pequeña tienda en una calle de Londres". En esta ocasión, para escribir El invierno del lobo, reconoce tras romper el hielo, se introdujo en la historia de las religiones hasta dar con una "congregación" llamada Familia del Amor, una secta surgida en Europa en el siglo XVI que "era hermética y se distinguía por su hostilidad a los forasteros, hasta el punto del homicidio" (página 157). Este grupo satánico se instala en Prosperous, en Maine (Estados Unidos), adonde llega Parker para investigar la muerte de un sin techo y la misteriosa desaparición de su hija Annie.

En la decimotercera entrega de la serie que arrancó en 1999, reaperecen los símbolos trascendentales (en esta ocasión unas extrañas imágenes con forma de rostros humanos que figuraban antaño en las iglesias con carácter casi "pornográfico", escribe en el libro) y se suceden las andanzas de un Charlie Parker guiado por la ira y la venganza, otras veces por la compasión: "Eso forma la base de este libro. Tiene mucha presencia lo sobrenatural, como el resto. Lo sobrenatural no tenía cabida en la novela negra, porque  esta se basa en lo racional, pero los géneros literarios evolucionan incorporando nuevas influencias, como ocurre en la música". Así defiende Connolly su estilo particular de "novela híbrida, entre la novela negra y la de fantasía".

"En Irlanda nos gusta mucho el folklore, el mundo de la imaginación y somos católicos, pero es difícil ser católico y racional a la vez. Todavía me critican mucho por esa mezcla de géneros", afirma el novelista: "Eso pasa porque tengo miedo a quedarme encasillado por escribir siempre novelas negras. Me gusta experimentar y aprender algo nuevo".

No hay nada peor que hacer perder el tiempo a los lectores

Antes de recoger la Pluma de plata que conceden los libreros de Bilbao, Connolly ha reconocido que ha vuelto a disfrutar con la serie que protagoniza Parker. "Me encanta escribir, disfruto mucho y no quiero que los lectores sufran", afirma sin perder la sonrisa. Cita a su admirado escritor americano James Lee Burke ("el mejor escritor de novela de crímenes y policíaca del momento", dice rotundo), para enmendarle la tesis de que los personajes malos "no tienen nada que ver conmigo". "Yo meto un poco de mí mismo en los personajes. Cada pecado que he cometido lo llevo a un personaje de mis libros. No quiero crear monstruos de dibujos animados. Incluso con los más malvados, intento comprender por qué son así".

Entiende la lectura como una actividad lúdica, en la que el lector consiga vivir "una experiencia satisfactoria". "No hay nada peor que hacer perder el tiempo a los lectores", sostiene, porque "todos hemos tenido la experiencia de leer un libro que no nos ha gustado, pero hemos seguido leyendo porque no queríamos que el libro nos ganase, aunque al libro le da igual si le lees o no. Puedes dejar un libro sin leerlo y no se va a ofender. Pero hay un número limitado de libros que puedes leer en tu vida, y no hay nada más frustrante que dedicar tu tiempo leyendo un mal libro". Por eso, la literatura de Connolly se orienta a que "el acto de leer sea un acto de placer". Hace un inciso para afirmar que "los libros son caros" y sentencia que en cada libro que escribe "siempre tengo en mente al lector".

A Connolly no le importa hablar del futuro de su personaje central, el Charlie Parker obsesionado con hacer justicia para que el mal no quede impune, cuya vida literaria no tiene un final previsto. "Todavía tengo que pagar la hipoteca", responde de carrerilla y suelta una sonora carcajada. "En algún momento hay que poner fin [a Parker] y dar una respuesta a los lectores. Lo habitual es que muera el autor y el personaje siga vivo. Al contrario solo ha ocurrido con el inspector Morse, de Colin Dexter. Pero a los lectores no les gusta nada que mates a un personaje. Si yo me muero en un bar de Bilbao, los lectores se van a poner un poco tristes, eso espero al menos, pero pueden ir a una librería y comprar una novela de Lee Child o de cualquier otro autor. Si yo mato a Charlie Parker no podría salir de casa en un buen tiempo por miedo. El truco para los lectores es encontrar un final adecuado y que no les deje sintiéndose engañados o decepcionados. Todavía no tengo la respuesta ni he averiguado la forma de hacer esto".

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Sobre la firma

Mikel Ormazabal
Corresponsal de EL PAÍS en el País Vasco, tarea que viene desempeñando durante los últimos 25 años. Se ocupa de la información sobre la actualidad política, económica y cultural vasca. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Navarra en 1988. Comenzó su carrera profesional en Radiocadena Española y el diario Deia. Vive en San Sebastián.

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