Un brindis por Krishnamurti
La editorial Kairós celebra 50 años en un acto en el paraninfo y los jardines de la la UB que incluyó emoción, té verde y curry de gambas
Llegaba la gente muy tranquila, surtida de paz interior, y agarraba una copa. Se vieron algunas caras de decepción: era té verde marroquí. La fiesta del 50 aniversario de Kairós, la decana editorial de referencia en temas como la contracultura estadounidense, la espiritualidad, la psicología profunda o la relación entre los pensamientos de Oriente y Occidente, se celebró ayer en el paraninfo y los jardines del edificio histórico de la Universidad de Barcelona (UB). Agustín y Salvador Pániker, padre e hijo, fundador y actual director respectivamente del sello, ejercieron de oficiantes ante una gran cantidad de invitados, amigos, autores, lectores y cómplices, entre los que figuraban Xavier Rubert de Ventós, Jorge Herralde, Pepe Ribas, Josep Maria Fericgla, Albert Padrol o Pep Bernades. No estaban desgraciadamente, pues ya han muerto, algunos de los grandes nombres del catálogo de Kairós, Alan Watts, Mircea Eliade o Krishnamurti, pero se les recordó, y se brindó por ellos. Incluso hubo alguien que mencionó a Sri Aurobindo.
Fue una celebración entrañable y, sí, valga la palabra, iluminadora, especialmente porque Salvador Pániker, anfitrión del espíritu, tuvo la gentileza de compartir con los asistentes algunos de sus privilegiados recuerdos.
Títulos inolvidables
La editorial ha publicado casi 900 títulos, entre ellos algunos que forman parte de la vieja espina dorsal de toda biblioteca con raíces:
El nacimiento de una contracultura, de Theodore Roszak.
El gran mandala, de Alan Watts.
La libertad interior, de Krishnamurti.
El amor y Occidente de Denis de Rougemont.
Evocó por ejemplo su relación con Manolo Vázquez Montalbán, que estuvo en el comité de redacción de la editorial en sus inicios: “Siempre nos mirábamos con una mezcla de recelo y simpatía, nos apreciábamos mucho”. O los líos con la censura franquista: “La contracultura pasaba bien, porque no la entendían”. Aunque les retuvieron tanto un libro belga sobre teología, Dios hoy, que los editores originales les enviaron una carta advirtiéndoles que dado el retraso tendrían que cambiarle el título por Dios ayer. De otro autor del catálogo recordó Salvador Pániker que su primer libro Hacia el Ser fue seguido luego inexorablemente por otro titulado a secas Ser.
Destacó la pluralidad de Kairós, su relativismo y su recelo de las palabras en mayúscula. “Huimos de orientalismos fáciles”, dijo y recordó que “todos los libros de Kairós son una invitación a que cada cual sea el maestro de sí mismo”.
Kairós nació, relató su fundador, “cuando mientras mis amigos descubrían la lucha de clases yo descubría que, pese a ser un burguesito barcelonés que estudió con los jesuitas, era en realidad medio indio” (su padre era indio, Pániker es el nombre de una alta casta de Kerala). Salvador Paniker tenía 30 años, dos carreras muy diferentes, ingeniero y filosofía, y se encontró tendiendo puentes entre Occidente y Oriente. Fue su esposa, Núria Pompeia, “una mujer extraordinaria”, la que lo animó a montar la editorial. El nombre, Kairós, “significaba en la antigua Grecia oportunidad, acierto, y llevaba una K muy destacada lo que se avenía bien con mi apellido”. Salvador buscó apoyo familiar. “Llamé a mi hermano Raimon que estaba en la India para que la editorial tuviera un pie en Barcelona y otro en Benarés. 'Me lo pensaré', me contestó. Y 30 años después aún lo estaba pensando. Así que la monté solo”.
Entre los títulos de Kairós figuran La conspiración de Acuario de Marilyn Ferguson, llamada “la Biblia de la nueve era”, la célebre Inteligencia emocional, de Daniel Goleman (el número uno de ventas de la editorial, con medio millón de ejemplares vendidos en España), los libros de Osho, o el muy imprescindible —en este ámbito— Siéntate como un Buda, guía de bolsillo para meditar, de Lodro Rinzler. Resulta curioso que el primer libro publicado fuera Conversaciones en Madrid, del propio Salvador Pániker.
Junto a la mesa de bebidas, se había montado ayer una pequeña exposición de libros y recuerdos. Entre los segundos, una nota de 1974 del Ministerio de Información y Turismo en la que se encargaba a la editorial “la supresión de los pasajes señalados en las páginas 27 y 73” de El anarquismo en la sociedad de la abundancia. “Dios guarde a usted muchos años”, etcétera. En el paraninfo, muy apropiadamente bajo la imagen de dos sibilas, Salvador y Agustín repasaron la historia empresarial y personal de Kairós. El segundo explicó que él creció con los libros de la editorial, “como muchos de nuestros lectores”. Se felicitó de que una editorial semejante, “que ha apostado siempre por la calidad y el prestigio, independiente ideológica y económicamente, y ajena a las modas —hemos contribuido a crearlas en todo caso—, de fondo, con un catálogo tan sabroso, incluidos muchos long sellers”, haya podido prevalecer. Lo han hecho, subrayó, “manteniendo un espíritu sosegado”. No hay duda de que fieles a su catálogo.
Dijo Agustín Pániker que no hay más secreto que mantener la mente abierta y entender que una editorial “no es solo un negocio sino sobre todo una aventura cultural”.
Con una voz muy ronca, Salvador Pániker rememoró la historia de la editorial y la suya propia. Dijo que en aquellos tiempos del inicio él era antifranquista pero “de guante blanco”. Se definió como de centro izquierda y de natural moderado, por sus “genes hindúes”. En cuanto a las creencias, “soy un agnóstico con oído para la trascendencia”. Habló de su amistad con varios grandes autores del catálogo, sobre todo Edgard Morin , al que recientemente le preguntó que había que hacer ahora y este le contestó: “Resistir”. Por su parte, Watts le enseñó algo fundamental: “Que el hombre no era culpable”. Con esta filosofía, pasamos a la cena, que incluyó pad thai, curry de gambas, humus con chips y hamburguesas de falafel con romescu: oriente y occidente, claro.
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