El mundo real invade el del videoarte
La feria Loop convierte Barcelona durante 48 horas en la capital del mercado audiovisual
Los tres fieles de las tres grandes religiones monoteístas, un musulmán, un cristiano y un judío, representantes de los más antiguos linajes de Jerusalén, levantan al cielo sus plegarias desde el martirizado desierto de Judea. Se lo pidió la artista angloespañola Isabel Rocamora para registrar este momento íntimo, símbolo de la diferencia e igualdad que ha originado uno de los conflictos más trágicos de la historia, y reproducirlo en un impactante tríptico audiovisual. Faith, presentado por la galería Senda, es uno de los estrenos más esperados de la 13ª edición de Loop, feria de vídeoarte que se celebra hoy y mañana en el Hotel Catalonia Ramblas de Barcelona.
La mayor duración de las obras y su carácter narrativo y lineal constituyen la mayor sorpresa de una feria ampliamente consolidada, que cada año renueva e internacionaliza su cartel de galerías, aunque hay un ramillete que no se ha perdido ni una edición. Este año hay 45 firmas, de las que siete son españolas y 15 presentan un estreno mundial.
“En los momentos de crisis la gente quiere expresar sus inquietudes”, aseguró Jean-Conrad Lemaître, presidente del comité de selección (Loop es una feria por invitación), para explicar la contundente presencia de temáticas políticas y sociales. Así, la francesa Clarisse Hahn (Jousse, París) da voz a los campesinos de México que se desnudaron al grito de “Mi cuerpo es mi arma” para llamar la atención mediática; y la boliviana Claudia Joskowicz (Die Ecke, Santiago de Chile) utiliza el mito mexicano de la Llorona (una madre en duelo eterno) como metáfora de una nación herida.
La feria arrancó hace 13 años con obras de 200 euros y el precio medio rondaba los 1.500; ahora, la media es de 7.000 euros y muchas piezas superan los 15.000
Por su parte, la portorriqueña Beatriz Santiago Muñoz (Ferreira, Puerto Rico) explora la emergencia ecológica a través de la historia de un ermitaño contemporáneo. Con la complicidad de unos estudiantes de teatro, el colombiano François Bucher (Alarcon Criado, Sevilla) graba un falso intento de secuestro, aunque el desconocimiento de la ficción por parte del secuestrado lo hace mucho más impresionante. La catalana Eulàlia Valldosera (Sicart, Vilafranca del Penedès), una de las estrellas de este Loop, explora los caminos de la memoria colectiva e individual a través de la historia de una comunidad rural francesa.
Los problemas españoles aparecen en las obras del vallisoletano Ángel Marcos (Trama, Barcelona) y el madrileño Fernando Sánchez Castillo (Bartschi, Ginebra). El primero, con una pieza rodada en el Palau de la Música, evoca los Fets del Palau de 1960, inicio del renacimiento político catalán tras la guerra civil, cuando durante un homenaje por el centenario del nacimiento del poeta Joan Maragall una parte del público cantó el prohibido El cant de la Senyera. Sánchez Castillo, por su parte, vuelve a Franco, su tema fetiche, con una pieza escultórica y videográfica inspirada en el Azor, barco de recreo del dictador, que el artista adquirió para desguazarlo y convertirlo en una obra artística con forma de prisma.
La plegaria protagoniza también la única instalación de la feria, una multiproyección en siete pantallas de Fabien Charuau (Chatterjee, Bombay), donde a los rostros de los fieles se superpone un programa de reconocimiento facial de los que usa la policía. La realidad ha tomado ya definitivamente el protagonismo a costa de las hipérboles visuales y los experimentos tecnológicos que, como la animación, casi han desaparecido, con la excepción de Jonathan Monaghan en la neoyorquina Bitforms.
Otras novedades de Loop son la presencia de tres obras exclusivamente sonoras y el paulatino aumento de precios, signo de la aceptación del mercado y la normalización del medio. “Cuando empezamos teníamos obras de 200 euros y el precio medio rondaba los 1.500. Ahora, la media es de 7.000 euros y muchas superan los 15.000”, concluye Carles Duran, uno de los directores de Loop.
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