La Ruta del Bakalao genera una “novela sobre el exceso”
El periodista Carlos Aimeur cuenta en 'Destroy' una historia criminal con el desarraigo del ocio nocturno valenciano de los 90 como telón de fondo
Cree el periodista Carlos Aimeur que, aparte de El espíritu vacío, con el que Vicente Gallego ganó el premio Max Aub, no hay relatos enmarcados en lo que se dio en llamar la Ruta del Bakalao, un entorno de melomanía, delirio, discotecas y ocio nocturno que se desarrolló en las proximidades de Valencia a caballo entre los ochenta y los noventa del pasado siglo. Piensa que ese mundo y su historia dan para más de una novela y él mismo lo ha utilizado como telón de fondo para su segunda obra, que sucede a una pieza de ambientación histórica que obtuvo en 2011 el premio Ciudad de Valencia.
No es una novela sobre la Ruta, porque, asegura, el esqueleto de la novela podía haberse situado en cualquier otro sitio, pero si que le "apetecía ambientarla en ese movimiento porque fue un fenómeno bastante llamativo, del que son testigos los cadáveres de sus dinosaurios, esas discotecas en las que había fines de semana que te preguntabas de dónde ha salido toda esta gente que contemplabas atónito".
Destroy se llama la novela, que fue otro apellido de la ruta y remite por tanto a lo obvio, pero el subtítulo suena más existencial: El corazón del hombre es un abismo.
Aimeur se ve en la Ruta "como los amigos del hermano de David, el protagonista, como los aburridos a los que les gustaba el fútbol y rock de los 70" que se acercaban fascinados al fenómeno. "Yo lo veía", confiesa, "como un movimiento nihilista, muy desarraigado, muy instantáneo y me sorprendía todo eso porque tenía una fuerza tremenda, era una forma de diversión que abarcaba todo, empezando por la forma de vestir y la música, y era además un estilo de vida consistente en trabajar toda la semana como burros para soltarse el fin de semana como burros".
Por su deriva, la Ruta era una cosa que "tenía que morir por si sola", concluye. Fue "un exceso lúdico, como hemos vivido un exceso político después, salvando las diferencias, y en ese sentido la mía es una novela sobre el exceso".
Una idea que movió al periodista valenciano a ambientar su nueva historia en la Ruta del Bakalao fue algo que le dijo un día Quique Jaén, el DJ de la discoteca Puzzle, en un reportaje. Más o menos: "El problema de la Ruta surge cuando comienza a llenarse de gente que no podía salir a la calle sin bozal". Perfecto, se dijo el novelista: "Voy a centrarme en esa gente, que descubre la ruta, como el protagonista, que se incorpora al movimiento porque le llama la atención pero no puede salir a la calle sin bozal porque es una mala bestia". Aimeur quería reflejar a esa gente. De hecho, el título podía haber sido "estos son los que la jodieron".
En ese sentido, reconoce que es también una historia de decadencia y muerte. Recuerda que cuando hizo la revisión de la primera parte tenía en mente la canción de The Cure, Watching me fall, y se la ponía con frecuencia porque se trataba de eso: "Vamos a ver cómo cae, sin llegar a ser morboso, para reflejar cómo alguien que se cree muy listo acaba complicándolo y destruyéndolo todo".
Cara y cruz. En Destroy no solo están los que la fastidiaron. El contrapunto es El Trucha, un personaje que se salva, que se recicla, "porque su actitud es más sostenible, es lúdica, quiere disfrutar de la vida frente a los otros, que resultan absolutamente destructivos".
Por el protagonista no siente ninguna compasión, porque confiesa que le "cae fatal", aunque "es muy duro que te caiga mal tu personaje principal, pero es una persona muy egoísta, es uno de los que la jodieron". Pero si se compadece, en cambio, del personaje femenino con el que arranca la novela: "Cuando la psicóloga de Servicios Sociales le preguntó qué recuerdos tenía de su niñez, Violeta le respondió que infancia fue una mierda".
Aimeur es de los que piensan, como muchos periodistas, que la primera frase es clave para enganchar al lector, aunque el arranque le parece algo "áspero". Como periodista, pero también "como buen lector" al que un comienzo como 'Llamadme Ismael' marcó su adolescencia. De hecho dudaba entre la finalmente elegida y la primera frase del segundo capítulo: "Para David el verano de 1990 fue perfecto, el mejor de su vida. Descubrió el éxtasis, perdió la virginidad y tres días antes de que llegase el otoño, tras pegarle a su padre, se marchó de casa".
El relato central de Destroy está inspirado en una historia real de la crónica negra valenciana a partir del asesinato de un camello en Alaquàs, un pueblo en absoluto relacionado con la Ruta, y el personaje protagonista, en "varios personajes de Mislata", otra población ajena a la geografía del Bakalao. Hay fragmentos e ideas tomados de reportajes que hizo en la época.
Al autor le preocupaba que los personajes y sus peripecias resultaran "creíbles", porque al fin y al cabo él no vivió el submundo de la Ruta, sino la superficie. Y nada más lejos de su intención que mitificar la Ruta del Bakalao: "No quería que tuviera un tono nostálgico, sino que llamara la atención de otras generaciones, como la de mi hermano, que tiene 13 años menos que yo".
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