Dalí y Picasso, juego de cartas
Un libro explora la relación epistolar entre los dos artistas, marcada por la falta de respuesta del pintor malagueño
No se conoce ninguna foto, ninguna imagen en la que aparezcan juntos dos de los más grandes artistas del siglo XX, Pablo Picasso y Salvador Dalí. Por suerte, sí se conservan una serie de cartas, la mayoría postales, y notas, que dejan claro que la relación existió, más allá del primer y único encuentro documentado, que vivieron en el París de 1926, cuando Dalí visitó el estudio del malagueño de la rue La Boétie. “He venido a verlo antes de ir al Louvre”, le dijo Dalí a Picasso, impresionado por la cantidad de obras que le mostraba, lejos del estilo academicista que aún practicaba el joven artista. “Hizo usted muy bien”, le contestó el malagueño, que le llevaba 23 años de diferencia.
Coincidiendo con la exposición sobre los dos pintores que se puede ver en el Museo Picasso de Barcelona, la editorial Elba ha publicado Picasso y yo, que recoge y repasa de forma minuciosa la correspondencia entre los dos genios, entre 1927 y 1970, un libro editado por el periodista Víctor Fernández y que recoge 70 cartas, postales y notas, todas dirigidas a Picasso por Dalí y su esposa Gala, ninguna en sentido contrario, demostrando, una vez más, lo poco o nada que le gustaba escribir al creador de obras como el Guernica o Las Señoritas de la calle Avinyó. Las cartas y postales se han conservado, no obstante, porque Picasso las guardó toda su vida.
Esta documentación, que ya fue publicada en 2006 por la editorial Gallimard a partir del fondo de documentación que conserva el Museo Picasso de París, cuenta, además de una introducción de Fernández que ordena y sitúa estas cartas en el tiempo y presenta de forma cronológica la relación entre los dos genios, material inédito, como un collage —que ilustra la portada del libro— realizado en 1966 por Dalí a partir de fotografías de Picasso, que Fernández ha localizado en la Fundación Gala Salvador Dalí, en el que el de Figueres recortó la cabeza del malagueño y situó una imagen suya con Gala; además de una postal que Paul Éluard dirigió a Dalí que lleva, entre otras, la firma de Picasso de forma destacada. Fernández considera que su trabajo de más de un año, es el de “meramente periodístico”, pues ha ido a las fuentes y recopilado lo que hay de documentación en archivos como el de la Fundación Dalí, el de los herederos de Picasso o el del MOMA, que le ha proporcionado una carta de Dalí al marchante de Picasso,
Y es que pese a la admiración, e influjo, que sintieron uno por la obra y la persona del otro —tal y como pone en evidencia la exposición barcelonesa a partir de 78 obras entre pinturas, dibujos, collages, esculturas y grabados—, son pocas las evidencias de una relación física directa entre ellos, sobre todo después de la guerra civil en la que los dos acabaron tomaron caminos políticos e ideológicos muy diferentes, incluso irreconciliables —en 1951 Dalí pronunció en Madrid una conferencia en la que dijo: “Picasso es español, yo también. Picasso es un genio, yo también, Picasso es comunista, yo tampoco” que fue definitiva. Pese a todo, ninguno dejó de mirar y admirar al otro. Por eso, y a pesar de que a que Picasso aseguró que de todos los jóvenes artistas posteriores a su generación, Dalí era el que más le interesaba, el libro recoge la anécdota, bien simbólica, de cómo Jacqueline, la viuda de Picasso, lanzó por la ventana del castillo taller de Mouguins, la corona de flores que había enviado Dalí tras morir Picasso en 1973.
De ideologías contrarias, tras la Guerra Civil hubo tres intentos de reconciliación
Según Fernández: “Picasso y Dalí, dos miuras, dos pesos pesados en un duelo de egos en el que no se sabe cuál de los dos es más potente, se vieron hasta los años 30 con cierta asiduidad”, pese a la ausencia de imágenes juntos. “Picasso, entre 1926 y 1938, protege a Dalí; hizo casi de mecenas, dándole dinero, pagándole su primer viaje a Nueva York, presentándole contactos, como el de Paul Rosenberg y el de Gertrude Stein, además de asistir al estreno de las dos películas que firman Buñuel y Dalí [El perro andaluz y La Edad de oro] y está al tanto de sus exposiciones”, asegura.
“Después hubo hasta tres intentos de volver a verse y, pese a que no llegaron a tener lugar, hubo intención de reconciliarse”, según Fernández. “Uno con la mediación de Dora Maar, un segundo con John Peter Moore a finales de los sesenta, que aseguraba que los había reunido en el sur de Francia con 15 personas, pero del que no hay constancia, y un tercero difundido por el periodista Antonio D. Olano, amigo de ambos, según el cual Dalí propuso encontrarse con Picasso en un pueblo de Asturias, lo que el malagueño rechazó, pero dejando abiertas las puertas de su taller en La Californie”, asegura.
De todas formas, para Fernández no hay duda de que la relación más que de colegas era casi de obsesión de Dalí hacia Picasso que, por la diferencia de edad, lo vio más bien "como si fuera un padre". Picasso, por su parte "se dejaba querer porque le gustaban los halagos".
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