El independentismo exhibe perfil social para frenar el efecto Podemos
CiU y Esquerra modulan su discurso y prometen una Cataluña más justa
La política, a menudo, la escriben los detalles. Y entre los que constaban en el pacto de Convergència, Esquerra y las entidades soberanistas se planteaba el objetivo de que Cataluña sea un país más justo y transparente.
“El eje nacional y social son inseparables; por tanto, hace falta una apuesta decidida para la recuperación del Estado social, especialmente en educación, sanidad y pensiones, como derechos sociales y servicios públicos esenciales. Es imprescindible expresar una voluntad inequívoca de regeneración democrática, transparencia, rendimiento de cuentas, participación ciudadana y lucha contra la corrupción”. El párrafo, según fuentes conocedoras de la negociación, se produjo por la insistencia de ERC, con el beneplácito de la ANC, y que CDC acabó aceptando que se recogiera en el pacto firmado el día 30.
Hay varios motivos que explican ese viraje, pero el principal es la amenaza que supone la irrupción de Podemos para el independentismo. Lo reconoció el presidente de la Generalitat, Artur Mas, en una entrevista en el Wall Street Journal, cuando aseguró que el nacimiento del partido de Pablo Iglesias “es un gran favor a los intereses del Estado español”.
Las quejas de Mas ejemplifican una realidad con la que debe lidiar el soberanismo: la aparición de una opción con buenas perspectivas electorales que reivindica un cambio en toda España y deja el asunto catalán en un segundo plano cala en los colectivos que quieren una alternativa al statu quo actual, pero recelosos con la independencia. Y ese grupo de personas son básicas en los cálculos de las entidades soberanistas para lograr la secesión.
Todo ello obliga a los partidos a plantear la independencia como un proceso de ruptura que suponga una solución a los problemas sociales generados por la crisis y los recortes, al tiempo que, pese al acuerdo, CDC y ERC batallarán entre ellos el 27-S. El partido de Artur Mas está en pleno proceso de refundación por los casos de corrupción que la acechan y la confesión de su fundador, Jordi Pujol.
Pese a la insistencia en afirmar que la crisis se ha acabado, los recortes en los servicios básicos con fuerte contestación también lastra las expectativas electorales de Convergència. El partido trata de taparlo con una pátina social que concretará en su congreso de julio. Incluso Unió, con el movimiento paralelo auspiciado por Josep Antoni Duran Lleida, está haciendo un movimiento similar. Construïm defiende que hay que huir del debate soberanista para centrarse en los problemas sociales.
Para Esquerra, el asunto es básico para evitar que el previsible crecimiento electoral le haga perder efectivos por el flanco de la izquierda y se le acusa de haber apoyado los recortes de Mas. Desde que pactaron con CiU, los republicanos combinan los mensajes de nitidez independentista con la promesa de una mejora del Estado de bienestar. A la vez, recalcar su perfil social y la lucha contra la corrupción les distancia de la federación nacionalista para intentar arañarles votos el 27-S.
En la ANC también son conscientes de que para llegar a los indecisos hay que reafirmar un perfil social que, según defiende el vicepresidente, Jaume Marfany, está presente desde su nacimiento, hace tres años. “Siempre hemos hablado de justicia social y de regeneración democrática. De hecho, el independentismo, históricamente, siempre ha estado ligado a la cuestión social. Pero cuando se hace transversal también entra gente de derechas y se ensancha todo”, explica Marfany, quien razona por qué se subraya más ahora el aspecto social.
“Queremos hacer ver a la gente que duda, que quiere cambiar las cosas pero cree que puede hacerse dentro de España, que sin la independencia esto es imposible”. En ese colectivo Marfany introduce los votantes de Podemos, pero también los de ICV y EUiA. Hay sectores en la dirección de la ANC que defienden que la nueva dirección, que relevará a la cúpula, debe afianzar este discurso social.
El eje izquierda-derecha, mantenido en la política catalana por las protestas sobre los recortes, vuelve al primer plano coincidiendo con la caída en los sondeos del independentismo. Los soberanistas, con las elecciones plebiscitarias a la vuelta de la esquina, modulan su discurso para no perder comba.
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