La edil que organizó el viaje a Oporto de Castedo y Alperi no sabe quien pagó
La policía cree que los exalcaldes defendieron en Portugal la posición de Ortiz
Declaran los imputados y los testigos y la identidad de quienes pagaron el viaje de Luis Díaz Alperi y Sonia Castedo en octubre de 2008 a Oporto sigue sin estar clara. La policía cree que ambos exalcaldes defendieron los intereses del constructor Enrique Ortiz ante la multinacional sueca de Ikea. La organizadora del viaje, la edil Sonia Alegría, testificó ayer ante el juzgado instructor del caso Rabassaque fue la mercantil la que pagó el viaje de ida a Portugal, aunque no presentó factura alguna ni recordó quién pagó el hotel en el que se alojaron ella, la entonces alcaldesa y Díaz Alperi, quien meses antes abandonó su puesto en favor de Castedo.
Los investigadores sostienen que esa reunión se produjo para impulsar de nuevo las negociaciones entre Ikea y Enrique Ortiz, quien negociaba la venta a los suecos de una parcela en unos terrenos donde preparaba un pelotazo urbanístico de 13.500 casas. La relación entre Ikea y Ortiz, según el informe policial, se había enfriado al no estar de acuerdo Ikea con el precio que pedía Ortiz.
Desde que Castedo, imputada por tres delitos junto al constructor, declaró el pasado enero que el viaje realizado a Oporto fue un viaje oficial, no se ha aportado factura alguna que demuestre el pago del Ayuntamiento o de una representación municipal de algún tipo. Únicamente un certificado en el que Iberia Ikea asegura haber pagado el viaje de ida a Oporto desde Alicante. El documento lo presentó Castedo y lo confirmó Alegría ayer.
La edil contó al tribunal que en 2008 se encargaba de las relaciones nacionales e internacionales del Consistorio y organizó el viaje por teléfono con los representantes de Ikea. Y según el letrado José Luis Romero, acusador por Esquerra Unida, Alegría no recordaba quién pagó nada del viaje. Tampoco el nombre del hotel.
En las conversaciones entre Díaz Alperi y Ortiz, captadas por la policía durante la investigación el 30 de octubre de 2008, día de la reunión en Oporto, el exalcalde protesta en varias ocasiones por el trato de los representantes de Ikea. “Si ellos no pagan nada”, le dice al empresario en un momento de la llamada. Y en otro vuelve a aseverar: “Y no pagan el hotel ni pagan nada”.
Lo cierto, a tenor de los testimonios recogidos hasta ayer en sede judicial, es que el viaje resulta extraño tratándose de una visita institucional: la ida la pagó Ikea. La vuelta, sin embargo, se hizo cogiendo un coche hasta Santiago y, desde allí, un avión de vuelta a Alicante.
Al contrastar las escuchas policiales con lo declarado hasta el momento, aparecen puntos contradictorios. Díaz Alperi, que ejercía entonces de diputado en las Cortes, le cuenta a Enrique Ortiz que el punto de partida es Alicante.
Respecto al regreso, hay varias versiones de su pago. Castedo presentó un extracto de su tarjeta bancaria por más de 1.000 euros bajo el concepto de Iberia, que incluiría el precio de tres billetes de avión. A las acusaciones les extrañó esto, puesto que Castedo presentó además como prueba del pago un correo electrónico reenviado a la secretaria de alcaldía municipal en el que el gerente de Iberia en Alicante presuntamente certifica que viajó con un billete por un valor cercano a los 330 euros. Tampoco hay factura alguna.
Además, durante las escuchas, Ortiz negocia con el empresario Vicente Cotino la posibilidad de contratar un jet privado que traiga desde Santiago a la delegación municipal. El viaje, a petición de la Fiscalía Anticorrupción, continúa investigándose por la Unidad de Delincuencia Económica y Financiera.
No es la primera vez que Alegría testifica en una causa sobre un viaje realizado junto a Díaz Alperi. Ya lo hizo ante el tribunal que también investiga el presunto amaño en la elaboración del plan urbano de la ciudad (caso PGOU) y en el que está imputado el político retirado. Meses antes de Oporto, viajó a Creta como acompañante del entonces todavía alcalde para unas vacaciones de lujo que el empresario Ricardo Fuester pagó y facturó a Ortiz, según contó este.
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