Unas fiestas falleras más participativas y menos politizadas
La oposición pide un gran acuerdo con los vecinos para ordenar los festejos
Con la fiesta del fuego todavía fresca en la retina, el 20 de marzo es jornada de balance y reflexión sobre el año fallero. Los hosteleros exigen cambios en el calendario fallero para que la Cremà se traslade al tercer lunes de marzo para incentivar el negocio. Este año, en que la fiesta ha caído entre semana, la afluencia de visitantes ha caído de un 15 a un 20%, según las primeras estimaciones. “Valencia está vacía, así que toca trabajar para trasladar la Nit del Foc al tercer lunes”, defiende la concejal socialista de Valencia Pilar Calabuig. Son de la misma opinión las asociaciones de hosteleros, algunos partidos políticos e incluso sectores minoritarios falleros, pero la mayoría de ellos no transigen. Los festeros votaron en 2012 y los representantes de 288 comisiones se posicionaron en contra. Solo 30 se mostraron a favor, por lo que el tira y afloja entre defensores y detractores del traslado de fecha continuará.
El cambio de fechas no es el único movimiento que se propone para mejorar la fiesta. Los grupos políticos de la oposición en el Consistorio valenciano insisten en que el mundo fallero debe cortar el cordón umbilical con el poder político y sus servidumbres. “Debería de iniciarse un proceso para que la Junta Central Fallera (JCF) no dependa del Ayuntamiento, se convierta en una federación de fallas y se autogestione”, plantea la edil de Compromís Pilar Soriano. En este momento, el concejal de Fiestas del Gobierno local, Paco Lledó, es el presidente de la JCF.
Los protagonistas del balcón municipal y de la ‘Crida’ deben ser los falleros
La convivencia con el resto de la capital es otra asignatura pendiente. El ruido y el despliegue de carpas, que obliga a cortar unas 400 calles en toda la capital, envenenan la convivencia entre vecinos y falleros. “Tendríamos que alcanzar un gran acuerdo entre vecinos y comisiones falleras respecto a la instalación de carpas y a los cortes de calles. No hay año en que no se hable de ello”, agrega Amadeu Sanchis, portavoz municipal de EU en el Consistorio. “Se ha de equilibrar el interés de las Fallas con el descanso del resto”, añade.
Compromís sugiere que las Juntas Municipales sean el foro de diálogo. “Las comisiones falleras, asociaciones de vecinos y técnicos deben negociar allí donde se reubican los contenedores, se instalan las carpas o se cortan calles”, alude Soriano.
El cambio de fecha de la ‘Cremà’ vuelve a primer plano por el descenso de visitantes
El acceso al balcón municipal, uno de los grandes epicentros de la fiesta, o el modo en que debe de conducirse la Crida, el acto con que se da inicio a la fiesta grande, es otro de los asuntos calientes. “Hay que democratizar el acceso al balcón. No puede ser un espacio al que acceden solo los invitados del Ayuntamiento de Valencia”, señala Sanchis, que defiende que todas las comisiones falleras puedan pisarlo, ya sea por concurso o turno establecido con antelación. Los políticos no pueden ser los protagonistas de actos falleros como la Crida, como ha sucedido este año con la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá. “Hay que despatrimonializar este tipo de actos, que son de los falleros”, apostilla.
Toda la oposición coincide en la necesidad de apostar por que las fallas se hagan con materiales menos contaminantes que el poliestireno expandido, un derivado del petróleo. Los estudios demuestran que las emisiones contaminantes se disparan la noche del 19. La creación de una ventanilla única para que los falleros no se vuelvan locos con los permisos, la creación de un Instituto de Cultura Popular o una nueva ordenanza completarían la lista de cambios.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.