Picasso y Dalí, frente a frente por primera vez
El museo barcelonés del artista malagueño expone 78 obras de los dos pintores para mostrar su admiración mutua
Si Plutarco escribiese una de sus famosas Vidas paralelas a partir de Pablo Picasso y Salvador Dalí lo tendría realmente complicado. A pesar de que coincidieron en muchos momentos de sus vidas, no existen fotografías en los que figuran juntos y el rastro documental de su relación se resume en una treintena de misivas que Dalí y Gala dirigieron a Picasso. Ninguna de Picasso a Dalí.
Sin embargo, el biógrafo griego podría reconstruir esta historia de admiración mutua a partir de la prolífica producción de ambos artistas. Es lo que han hecho el Museo Picasso de Barcelona y The Dalí Museum de San Petersburgo (Florida), para Picasso Dalí / Dalí Picasso, la exposición que hoy abre sus puertas en la capital catalana tras mostrarse en el museo estadounidense entre noviembre y febrero pasados. Es la primera exposición en las que dos genios, a través de sus obras, se miran frente a frente para explorar su compleja relación, que comenzó en París, cuando Dalí acudió al estudio de Picasso en 1926. “Antes de visitar el Louvre he decidido venir a verle”, dijo el joven Dalí. “Eso es lo que tienes que hacer”, le contestó el malagueño.
La muestra suma 78 obras, entre pinturas, dibujos, collages, esculturas y grabados, así como una selección de 33 documentos que incluye algunas de las breves cartas y postales de los Dalí a Picasso. Organizada en colaboración con la Fundación Gala-Salvador Dalí de Figueres, cuenta con préstamos de 25 museos, un presupuesto de un millón de euros y enfatiza los momentos de contacto artístico de los dos creadores. “A primera vista, parecen dos personajes de personalidad muy diferente, pero si analizamos al Picasso de los años veinte, una celebridad, rico, que pasea en un enorme Hispano Suiza con chófer, que se confecciona trajes a medida, nos damos cuenta de que se parece mucho al personaje que luego fue Dalí”, explica William Jeffett, comisario de la muestra junto con Juan José Lahuerta.
Algunas de las obras que se exhiben se han visto pocas veces en Europa, como Retrato de mi hermana, pintado por Dalí en 1923, que adquiere una nueva dimensión situada frente a Retrato de Olga, de Picasso (1917), idénticos en composición y cromatismo. Profanación de la hostia, de Dalí (1929), es la primera vez que viaja a Europa, cedida para la ocasión por el museo norteamericano. De Picasso pueden verse Naturaleza muerta con busto antiguo (1925), Grupo de desnudos femeninos (1921), Naturaleza muerta frente a una ventana Saint-Raphaël (1919), Mujer sentada (1927), Copa de absenta (1914) y Mujer en un sillón rojo (1929), así como Metamorfosis (1931) o el collage Cabeza, propiedad de Dalí y Gala y que donaron al Museo Picasso de Barcelona cuando abrió en 1963.
Del autor catalán sobresalen Retrato de María Carbona (1925), Venus y cupidos (1925), Mesa ante el mar. Homenaje a Erik Satie (1926), Aparato y mano (1927), Los primeros días de la primavera (1929) y la impactante La chaqueta afrodisíaca (1936).
La Guerra Civil marcó un punto de inflexión en su relación. “Cada uno la trató de una forma poderosa y a menudo alegórica, con obras como la Premonición de la guerra civil, de Dalí, y el Guernica, de Picasso. En Barcelona, se expone Cabeza llorando con pañuelo, un postcripto de esta obra de 1937. Nada fue igual desde que en 1951 Dalí arremetió en su conferencia Picasso y yo contra su colega.
Al final de la exposición se muestra la admiración de los dos por otros dos grandes de la pintura española y universal como son Goya y, sobre todo, Velázquez. “Los descubren cuando en los años 50 los dos artistas toman conciencia de su lugar en la historia del arte y comienzan en pensar en sus futuro museos personales”, mantiene Jeffett. De este momento surgen pinturas como la gran serie de Las Meninas de Picasso que pintó en 1957 y donó a su museo de Barcelona por completo y Copia de El niño de Vallecas de Velázquez de Picasso (1895) o Velázquez pintando a la infanta Margarita con las luces y las sombras de su propia gloria (1958), un título muy esclarecedor, de Dalí.
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