Dos visiones insólitas de la España profunda
Nacho Canut y Ricardo Cases retratan lo cotidiano en sus exposiciones
Si se adopta una mirada algo paranoica, las gasolineras que se desperdigan por todo el territorio bien podrían ser naves espaciales. Naves que vienen a conquistar la Tierra y esperan el momento fatal en estado latente. Al menos esa es la impresión que podría dar la primera exposición de fotos del músico Nacho Canut, Exteriores de naves espaciales abandonadas, que se puede ver en el Espacio sin título (Alameda, 3).
Si bien Canut es un fotógrafo primerizo, Ricardo Cases es uno de los nombres que más está sonando en el panorama de la fotografía contemporánea española. Y si las gasolineras que retrata Canut tienen algo más de abstracción geométrica que del costumbrismo que podríamos esperar del tema (no hay ajados trabajadores, ni ambiente de road movie, ni yermos páramos cruzados por la autopista), Cases trae en la exposición El porqué de las naranjas, que se puede ver en Matadero, más que costumbrismo, el absurdo cotidiano que se puede encontrar en el Levante español, aunque también desarrolla elementos formales.
Canut comenzó a ver sus naves espaciales (“o barcos muy modernos”) en las estaciones de servicio en las que suele parar cuando va de gira con Fangoria (el dúo que forma con Alaska). “Nunca había hecho fotos, no me gusta cargar con cámaras, pero con el móvil me aficioné”, cuenta. Luego no tuvo más remedio que pasarse a la cámara para poder imprimir sus fotos y exponerlas.
De hecho ya tiene sus gasolineras favoritas: “Las que tienen películas en DVD de los años sesenta, CD recopilatorios de grupos rarísimos o marcas muy extrañas de patatas fritas o chicles”, cuenta. La exposición viene acompañada de una banda sonora creada por Canut para la ocasión. “Es un disco con la música que debería sonar en las gasolineras, que no es la radio sino techno minimal alemán como el del sello Kompakt”, opina.
Ricardo Cases desarrolló su carrera en Madrid hasta que hace unos años se volvió a su Levante natal y trató de retratarlo. “Hice un trabajo muy luminoso y colorido, como el carácter de esa región, pero hay una dualidad semántica porque también me topé con la decadencia, con el mal trato que produce el turismo… Es el absurdo encontrado para hablar del absurdo provocado”.
El porqué de las naranjas fue concebido originalmente como un fotolibro, un formato en el que la generación de Cases se ha volcado. “Desde 2000 el fotolibro en España se ha convertido en todo un fenómeno, tal vez porque ahora tenemos autonomía para producir estos libros sin necesidad de un editor”, explica Cases, que ha montado su propia editorial, Fiesta. “Todavía está por llegar una renovación en la fotografía española”, concluye, “porque hay calidad y cantidad para ello”.
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