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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El Virginiano

Contracrónica de la comparecencia parlamentaria del presidente de la Generalitat Artur Mas

El presidente Artur Mas ha dibujado en su comparecencia al héroe melancólico que en los momentos de mayor dramatismo se sincera con sus rivales (y hasta con sus enemigos) al tiempo que los desdeña. Le ha quedado muy bien el personaje. Vaquero solitario que huye de su pasado, o cuyo pasado es una incógnita, al estilo del Virginiano. Y de este modo, en soledad (y aureolado de flashes), se ha presentado Artur Mas en la comisión (lo cierto es que hasta ahora los comparecientes entraban acompañados del presidente de la mesa, el diputado social independentista David Fernández). Traía Mas una carpeta oscura a juego con los cortinones de la sala, y cuando los comisionados (que no comisionistas) le leían sus preguntas sin levantar la vista de sus folios, el President bajaba la cabeza y consultaba sus papeles, de modo que el personal se hablaba pero no se miraba. En sus respuestas, no hacía otra cosa el muy honorable President que subrayar este papel de chico temerario que tan bien se le da, y así le salía el justiciero de noble inclinación al que no le importa conllevar las desgracias (bueno, dejémoslo en la sombra que proyectan) de los amigos extraviados. “Yo empecé desde abajo del todo”, reveló en un despunte. Y en otra ocasión aludió a la llamada en derecho “prueba diabólica”. Entonces se comparó con el hombre injustamente acusado que pretende demostrar su inocencia pero que, desdichado de él, no tiene manera material de hacerlo.

El Virginiano lleva en su nombre lo que todo héroe tiene de virginal. Como buen actor, a Artur Mas se le da mejor declamar que argumentar. “Físicamente estoy vivo, políticamente no lo sé” ha ironizado igual que lo hacen los vaqueros junto a la hoguera calentando el café.

Como buen actor, a Artur Mas se le da mejor declamar que argumentar

Respecto al duelo (o al tiroteo), el portavoz de ERC, que es Oriol Amorós, ha disparado a bulto. Miquel Iceta (PSC) ha tirado a dar. Alicia Sánchez Camacho (PP), a matar (pero prueba de que se equivocó de blanco es que le llamó “señor Pujol” en vez de señor Mas o un equivalente). A los bolsillos (de CiU) es a donde ha disparado Albert Rivera (C's). Isabel Vallet (CUP), al espíritu (es decir, al espectro de la responsabilidad política). Y Joan Herrera (ICV-EUiA) lo ha hecho contra un caserón desolado (y silencioso). Del Virginiano lo que también recordamos los espectadores es que su fiel amigo se llamaba el Trampas.

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