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“García Prieto es el Millet del pueblo”

Francisco García Prieto, acusado de enriquecerse ilegalmente a costa de la Feria de Abril, supo granjearse el favor de los políticos

Jesús García Bueno
El expresidente de la Generalitat José Montilla y Francisco García Prieto en la Feria de Abril en el Fórum en 2008.
El expresidente de la Generalitat José Montilla y Francisco García Prieto en la Feria de Abril en el Fórum en 2008.EFE

“Para mí era Dios. Era un tío al que veías abrazarse con Pujol y con Maragall, que se iba de vacaciones con el alcalde de Barcelona… ¿quién era yo para desconfiar?” Miguel Terrino rememora los largos años pasados junto a Francisco García Prieto en el timón de la Fecac, la federación que agrupa a las entidades culturales andaluzas en Cataluña. Durante casi tres décadas, García Prieto organizó la Feria de Abril, un evento al que acuden cada año millones de personas y cuya popularidad le sirvió para tener en un puño a los dos grandes partidos catalanes (PSC y CiU) y también, presuntamente, para enriquecerse de forma ilegal.

“Personalista”, “persuasivo”, “astuto” y con “una gran capacidad de liderazgo”, García Prieto ha caído del pedestal. Las sospechas de irregularidades se remontan a los inicios de su gestión, pero nunca habían prosperado. Hasta ahora. La Fiscalía le ha denunciado ante el juez por saquear los fondos de la Fecac (1,6 millones) y manejar las subvenciones a su antojo hasta 2013, cuando fue forzado a abandonarla. Terrino y otras tres exmiembros de la junta que también le habían admirado le denunciaron. “Un anónimo nos envió unas facturas de Pepsi Cola y de la Damm y vimos que los números no cuadraban. La Fecac compraba botellas a 35 céntimos. Pero el almacén de la feria, que controlaba él, las vendía a las entidades por 90”.

“Ha sido un chasco para todos. Ha resultado ser el Millet del pueblo”, sintetiza Francisco Flores, secretario de la Fundación Fecac. Los paralelismos están ahí: igual que hiciera Fèlix Millet en el Palau de la Música, García Prieto ha llevado bien sujetas las riendas de la Fecac, ha dado escasas explicaciones sobre los números —“cada año repetía que había 100 millones de pesetas; al final nos reíamos”, dice Flores— y se ha granjeado el apoyo casi incondicional de políticos e instituciones. En especial, del PSC, gracias en parte a su principal valedor: Josep Maria Sala, condenado por el caso Filesa y ahora secretario de ciudadanía y diversidad del partido.

“Era astuto, te convencía... Es un vendedor nato”, dice de él su ex mano derecha

Si Millet operaba en los ámbitos de poder de la burguesía y del catalanismo, García Prieto, Paco, lo hacía en los de la periferia a través de la cultura popular. Los partidos compraban su discurso y acudían puntualmente entre sevillanas, pescaíto frito y rebujito a la cita de abril, donde instalaban sus casetas. “Supo representar el universo simbólico de la Andalucía catalana y los valores del mestizaje”, explica un exalto responsable del Ayuntamiento de Barcelona. “La sociedad vio con mucha frescura la feria. El pujolismo también fue hábil y supo tener buen trato con García Prieto, que además tenía los atributos de alguien con don de gentes: contaba chistes, era visceral...”.

Uno de los méritos de García Prieto, aseguran ahora quienes tanto tiempo le han venerado, es haber transmitido la sensación de que podía influir decisivamente sobre el voto de origen andaluz. “Tenía una habilidad para comprometer a los políticos, que caían en sus redes”, tercia Santiago Moreno, que organizó la primera Feria de Abril, en 1982, en Barberà del Vallès. Moreno es otro de los desencantados. “Él nos generaba confianza y dábamos por bueno todo lo que hacía. Dedicaba todo el año a la feria y, en apariencia, no obtenía beneficios. Entendíamos que distribuyera sus productos, pero no sabíamos que, además, ganaba dinero a costa de la entidad”, razona.

De sus dotes, reales o fingidas, de líder de masas, fue testigo de primera Terrino. Un año, en los 80 —cuando la feria aún se celebraba en Barberà— las lluvias estuvieron a punto de arruinar el evento. Había que alargar la feria una semana y “se necesitaba un millón de pesetas”. “García Prieto llamó a Pujol y le pidió el dinero. Nos contó que el expresident le dijo que le enviaría al chófer con el dinero. No sé si se lo dio, pero vimos que el chófer llegó y la feria se celebró”.

Una delegación de políticos acudió a rendirle homenaje a su pueblo natal

Otro episodio curioso se produjo en 1998, cuando la ley de política lingüística enfrentó a las entidades andaluzas con el Gobierno catalán. Además de reunirse con el presidente en su despacho, el factótum de la Fecac se entrevistó con el exconsejero de Cultura Joan Maria Pujals. Tras limar asperezas, este le tendió la mano y García Prieto le comentó que su pueblo (Dehesa de Riotinto, en Huelva) pretendía organizarle un homenaje. “Se giró hacia mí y me preguntó cuánto podría costar eso. Yo dije, pero por decir, que medio millón de pesetas”, explica Terrino.

Aquel mismo verano, una delegación de 200 personas viajó a la Dehesa de Riotinto, se alojó en un hotel de lujo que aún no tenía licencia —y que se abrió expresamente para la comitiva— y participó en una gran fiesta. “Fue como bienvenido míster Marhsall. La banda de música en el ayuntamiento, la recepción, una comilona... Allí fueron Manuela de Madre [exalcaldesa de Santa Colomà], Antoni Comas [exconsejero de Bienestar Social] y otros políticos a inaugurar una plaza en su honor”, recuerda Francisco Flores.

“Paco te decía que había conseguido esto o lo otro. Luego los demás teníamos que ejecutar. Era astuto, te convencía... Es un vendedor nato”, concede Terrino. Nacido en una familia humilde e hijo de padre minero, García Prieto fue delegado en Cataluña de una distribuidora cordobesa de aceite y productos cárnicos. Y empezó a introducir sus productos en la feria. “La idea de crear un almacén fue suya. Allí distribuía su jamón, su chorizo...”, rememora.

El “almacén distribuidor” —un espacio al que las entidades pueden reponer productos a cualquier hora— está en el epicentro de la investigación. La Fiscalía cree que el expresidente desvió a su bolsillo (y al de dos de sus hijos) los descuentos, de más del 50%, que Damm otorgaba a la Fecac a cambio de tener la exclusiva en el recinto ferial. Así obtuvo, presuntamente, más de 400.000 euros. También se quedó, según la fiscal, otros 1,2 millones de los beneficios de las bebidas que debían ir a las arcas de la Fecac.

“Siempre ha sido opaco. Nunca hemos tenido acceso a las cuentas. El único que se beneficiaba era él, el resto éramos gente normal. Ha vivido de la feria”, cuenta Moreno. Un exconcejal de Barcelona discrepa: “Me da la sensación de que, en la feria, todo el mundo tenía su pequeña parcela de negocio. El que no vendía vino vendía jamón, o vino, o vasos de plástico”. “García Prieto estaba convencido del valor simbólico de lo que representaba. Y lo utilizaba. Los políticos lo sabíamos. Era un gran organizador, tremendamente convincente”, opina el exedil, que ve “justificadas” las subvenciones otorgadas a la Fecac.

Esas ayudas públicas también están en el ojo del huracán. La Fecac recibía importantes subvenciones —para organizar la Feria, pero también el Rocío o el Día de Andalucía— de casi todas las instituciones: ayuntamientos, Diputación de Barcelona, Generalitat y Junta de Andalucía. Aunque las cifras varían, la media superaba los 200.000 euros anuales. La Fiscalía cree que García Prieto “justificó falsamente” actividades que, en algunos casos, no llegaban a celebrarse o no tenían que ver con el objeto de la subvención. Se ignora el destino de esas cantidades.

“Y luego nos decía que no quedaba dinero para organizar conciertos o actividades artísticas. Claro, como era suyo, cuanto más ponía menos le quedaba a final de año!, dice Flores. La Fiscalía subraya incluso que utilizó una tarjeta de crédito de la Fecac para pagar la reparación (1.600 euros) de un Audi A6. “Nos engañó pero jugaba con todos, también con los políticos”, añade. De carácter afable pero impulsivo, ante los medios se crecía y se vanagloriaba de su ascendencia sobre los cargos públicos. En una entrevista a Raíces Andaluzas, dijo: “Muchos partidos políticos están representados en las entidades (…) Estamos bien situados políticamente”.

García Prieto siempre ha negado tajantemente cualquier irregularidad. E incluso ha atacado a quienes le han acusado. En 2006, tras la denuncia de unos feriantes por los sobreprecios, dijo: “Las minorías solo están para que las mayorías podamos triunfar y ganar; a las minorías hay que apartarlas y joderlas”. Su discurso fue escuchado por el entonces presidente de la Generalitat, Pasqual Maragall, y por el alcalde de Barcelona, Joan Clos. Nadie le chistó.

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Sobre la firma

Jesús García Bueno
Periodista especializado en información judicial. Ha desarrollado su carrera en la redacción de Barcelona, donde ha cubierto escándalos de corrupción y el procés. Licenciado por la UAB, ha sido profesor universitario. Ha colaborado en el programa 'Salvados' y como investigador en el documental '800 metros' de Netflix, sobre los atentados del 17-A.

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