De la confluencia a las municipales
La compleja identidad de la plataforma Guanyem y la presencia de ICV han sido dos escollos del proceso de confluencia
El proceso de Guanyem Barcelona, después de presentarse a finales de junio, de consolidarse a mediados de septiembre al conseguir más de 30.000 firmas de apoyo, y de definir un código ético en octubre, entra ahora en una nueva fase, tras el laborioso preacuerdo de confluencia con ICV-EUiA, Podemos, Procés Constituent y Equo. Al mismo tiempo, siguiendo esta idea barcelonesa, han surgido Guanyem y Ganemos en las principales ciudades catalanas y españolas, a veces autoorganizados, a veces con Podemos o a veces con Izquierda Unida.
De la confluencia ya pactada, y validada durante estos días por las bases de cada partido, y de las primarias abiertas previstas en febrero, hasta las elecciones municipales queda un trabajo tan complejo como apasionante. Hasta ahora, la tensión más visible ha sido el reparo, por parte quienes rechazan cualquier contaminación con las viejas políticas y que defienden cierto exclusivismo generacional, a aceptar a algunos de los que confluyen en Guanyem. Ha sido a raíz de este conflicto que la CUP se ha demarcado de esta iniciativa que se sitúa en un espacio que consideraba propio. Mientras que Guanyem sabe diferenciar y busca rigor en los argumentos, la CUP equipara en su web como responsables de la denostada marca Barcelona a Ricard Gomà, Imma Mayol y Jordi Borja con Alberto Fernández Díaz y Juan Antonio Samarach.
Es cierto que nos movemos dentro de muchas contradicciones, inherentes a la misma política, como el equilibrio entre participación y asamblearismo, por una parte, y la confianza en los representantes políticos, por otra; o la conciliación entre el protagonismo de las nuevas generaciones y el aprovechamiento de la experiencia de quienes han sido honestos en sus cargos y pueden dar pistas para reestructurar la maquinaria municipal.
ICV es imprescindible por su trayectoria y por haber aportado un programa ecosocialista, progresista y coherente, como contrapunto a la gestión del PSC
Dos de los escollos inherentes al proceso han sido la compleja identidad política de Guanyem, plataforma que aglutina a partidos y movimientos, activistas y ciudadanía, y la presencia de ICV, rechazada por una pequeña parte de los que confluyen en Guanyem. Es cierto que Iniciativa se equivocó en ciertos conflictos, ya sea por mal asesoramiento o por renuncia debido a compromisos, como no haber apoyado las luchas de Can Ricart en el Poble Nou o de Can Batlló en Sants, y fue cómplice de fracasos como el Fòrum 2004, pero su inclusión es imprescindible, por su trayectoria y por haber aportado un programa ecosocialista, progresista y coherente, como contrapunto positivo a la gestión municipal del PSC al reforzar las políticas sociales, urbanas y medioambientales.
Y es que si la derecha conoce sus diferencias, pero se pone siempre de acuerdo en lo esencial para monopolizar el poder, las corrientes progresistas, críticas y de izquierda arrastran el estigma de la división, la exclusión, el dogmatismo y el puritanismo, que no hace falta recordar de dónde proceden. Y Guanyem, como Syriza, ha surgido para superar esta tendencia y sumar. Y de momento prevalecen la inteligencia y la generosidad.
No se trata de reproducir viejas rencillas, sino de acabar de articular este proyecto común de una Barcelona democrática y participativa; que defienda lo que es público y común, y se base en los derechos, la trasparencia y la confianza; que luche por una ciudad igualitaria, de todos y todas; que incluya a los migrantes, sin desahucios ni viviendas vacías, sin violencia ni vulnerabilidades ni discriminación por género o diversidad sexual; que con un urbanismo redistributivo se oponga a la corrupción y a la especulación inmobiliaria, exija una nueva fiscalidad, reparta los beneficios del turismo e invierta en todos los barrios; que para ser sostenible y humana mejore la calidad de vida, implemente el transporte público y disminuya la contaminación y el ruido; que refuerce sus diversas formas de producción y priorice el comercio de proximidad, que mejore su sanidad y su enseñanza pública, fomente la gestión cooperativa de la cultura y potencie las TIC para todos, una Barcelona que ya está en el horizonte.
Por ello, las más de 500 personas que trabajan y colaboran en Guanyem, en la organización, relato y comunicación, en los ejes temáticos y en los barrios, están preparando un extenso y elaborado programa electoral que define diagnósticos, grandes líneas de actuación y propuestas concretas, con la voluntad de una nueva manera de hacer política, que no imponga sino que obedezca a lo que necesita y propone la ciudadanía. Guanyem se ha esforzado para organizarse en los barrios, pero aún le falta mucho para llegar a ciertos sectores que saben quién es Ada Colau, pero que desconocen la confluencia que aporta Guanyem.
Es tan ilusionante y necesaria la posibilidad de esta nueva Barcelona, que vale la pena hacer todo el esfuerzo para difundirla y para que volvamos a estar a la cabeza del urbanismo, social y de referencia, no a la cola del neoliberalismo.
Josep Maria Montaner, arquitecto y catedrático de la ETSAB-UPC
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.