Los expertos creen que la cripta de las Trinitarias puede ser la vieja iglesia
Los restos de Cervantes se hallarían en una tumba de las seis halladas
Nuevos descubrimientos aproximan a los investigadores al hallazgo de los restos de Miguel de Cervantes en el convento de las Trinitarias de Madrid. La localización, este fin de semana y en la cripta funeraria conventual, de seis enterramientos hasta ahora desconocidos, así lo da a entender. Por esta razón, por la antigüedad atribuida al suelo que los albergaba y por las dimensiones de la cámara subterránea, miembros del equipo investigador contemplan ya como probable la posibilidad de que, contrariamente a lo que hasta ahora pensaban, la cripta sea en realidad el espacio de la iglesia primitiva, que creían demolida. En ella fue enterrado Cervantes el 23 de abril de 1616, así como otros difuntos principales, cuyo número se corresponde con el de las tumbas ahora encontradas.
El templo conventual primitivo, que fue edificado en 1612 por Pedro Rodríguez Majano, fue sustituido 60 años después por la nueva iglesia, erigida por el arquitecto Marcos López en 1673. Ello llevó a pensar que de la iglesia original, supuestamente derruida, no quedó nada, hipótesis que ahora los investigadores ponen seriamente en duda.
La objeción de la cota
El desnivel existente entre el suelo de la vieja cripta y la base del templo nuevo es la principal objeción para afirmar con absoluta certeza que la cripta es en realidad la iglesia originaria donde Cervantes fue enterrado. La cripta se encuentra a 4,8 metros por debajo del suelo de la iglesia en su cabecera, si bien declina y se acorta en su extremo opuesto hasta una altura aproximada de 1,75 metros. Algunos técnicos consultados consideran que los recalces de la época no superaban el metro y medio.
No obstante, documentación existente en el Archivo Diocesano de Toledo, donde se conserva la información original sobre el convento de las Trinitarias Descalzas, da cuenta de numerosas obras de recalce y de rebaje de cotas, aunque sin precisar sus dimensiones, a partir de 1680, con hitos en 1752, 1830 y 1861.
El alcance del reciente descubrimiento de seis tumbas, corroborado por exámenes con georradar y termografía, podría ahorrar a los investigadores la exploración individualizada de los 33 nichos que alberga la cripta y cuyo examen con microcámaras se aprestan a iniciar el próximo fin de semana.
Las seis sepulturas hasta ahora desconocidas y hoy halladas fueron encontradas tras levantar el maderamen que, durante décadas, se empleó como soporte de libros de una editorial en la base de la cripta. Numerosas estanterías y anaqueles, esparcidos por doquier, cubrían al completo el suelo de la estancia, de unos 70 metros cuadrados, y cegaban la visión de los enterramientos. También la propia extensión y abovedamiento de la cripta, insólitos por sus dimensiones en comparación con los de otros templos barrocos de la época —incluso presenta espacios cegados que conectan con la clausura conventual de las monjas trinitarias—, ha alertado al equipo de especialistas que acomete la investigación en busca de los restos de Cervantes. Más que a una cripta, el espacio se asemeja a una iglesia de pequeñas dimensiones.
No hay unanimidad sobre el número de personas que pueden haber sido sepultadas en los sepulcros recién descubiertos, pero se considera que puede oscilar entre cuatro y nueve. Francisco Etxeberria, presidente de la Sociedad Científica Aranzadi, titular de Medicina Legal y Forense que encabeza la actual fase de investigación, cifra las sepulturas en seis, pero ignora aún el número de cadáveres que los enterramientos contienen, ya que no han sido explorados. El georradarista Luis Avial, que consumió las jornadas del sábado y domingo, junto con su equipo, aplicando el georradar al suelo de la cripta una vez despejado de madera y escombros, contempla un número de sepulturas superior a cuatro y menor de ocho.
Asimismo, la antigüedad del suelo que contiene las tumbas recién halladas, respecto a la edad del solado que cubre otras partes del conjunto conventual, desató el interés del equipo técnico, forense y arqueológico que indaga el subterráneo del templo, ya que, a juicio de algunos de sus miembros, indica que precede a la construcción del nuevo templo en 1673.
Estos hechos han dado un giro a la investigación iniciada el pasado mes de abril intramuros del convento, ya que puede eludir la exploración de los 33 nichos que la cámara funeraria albergaba en su frontal. Las tumbas coinciden en su número y disposición con aquellas de las que da noticia la documentación histórica sobre el convento primitivo, un cenobio fundado por Francisca Romero de Gaytán, hija de un alto mando militar de Felipe II en Flandes.
La documentación aportada en 1870 por el marqués de Molins por encargo de la Real Academia Española habla de media docena de sepulturas de personas principales en el suelo de la iglesia primitiva. Todo ello convierte en probable la hipótesis según la cual los restos de Miguel de Cervantes hayan conservado su sepultura originaria y se encuentren entre las halladas ahora.
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