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Mondragón aumentará el control y la exigencia sobre sus cooperativas

La corporación cooperativa quiere “proyectos sólidos y competitivos” para no repetir el ‘caso Fagor’

Mikel Ormazabal
Congreso de la Corporación Mondragón celebrado en el Kursaal donostiarra.
Congreso de la Corporación Mondragón celebrado en el Kursaal donostiarra.JAVIER HERNÁNDEZ

La Corporación Mondragón mantendrá vigente en el futuro el principio fundacional de la solidaridad intercooperativa, pero elevará el listón de la exigencia y extremará el control sobre las compañías que atraviesen problemas y necesiten de la ayuda del grupo. Es la principal consecuencia del efecto Fagor, el derrumbe del fabricante de electrodomésticos y buque insignia del modelo cooperativo de Mondragón. Para no tropezar en la misma piedra, el nuevo presidente de la corporación, Javier Sotil, comunicó ayer al congreso cooperativo que el gigante de Mondragón necesita en adelante “contar con proyectos [empresariales] más sólidos y competitivos para garantizar la sostenibilidad a largo plazo y la generación de empleo”.

Sotil presentó ante el cónclave cooperativo el documento Mondragón del futuro, la hoja de ruta que abre la nueva etapa del grupo, en la que se consagra el principio de la “solidaridad exigente transformadora”. Es el fruto de casi un año de reflexión en el seno de la dirección de la antigua MCC, provocada por la caída de Fagor Electrodomésticos en octubre de 2013 y que generó la mayor crisis del entramado cooperativo en sus seis décadas de historia.

Sotil, que asumió la presidencia de la corporación el pasado 14 de noviembre, en sustitución de Txema Gisasola —dimitió en enero de este año víctima del hundimiento de Fagor—, anunció ante los congresistas que en el futuro se establecerá “una mayor exigencia y rigor por parte de las instituciones corporativas que asignan fondos” económicos para rescatar a cooperativas con “problemas de competitividad”. “Se tratará de una solidaridad más exigente, que ayude a transformar verdaderamente las situaciones y evite su prolongación”.

La corporación no quiere que se repita un caso como el de Fagor, al que el resto de compañías inyectaron 300 millones de euros que no sirvieron para sacarla a flote. Acabó en quiebra y ahora ha pasado a manos de la firma catalana Cata tras adjudicarse parte de sus activos industriales por 42,5 millones. Los mecanismos de control internos serán más férreos a partir de este momento, de tal suerte que los fondos solidarios para reflotar cooperativas que atraviesan dificultades se otorgarán de acuerdo con criterios de eficacia empresarial y para asegurar la continuidad de la actividad de la firma en peligro.

Para ello, la corporación reforzará la figura de las divisiones —industrial, financiera y distribución—, que ejercerán como un estadio intermedio entre la dirección corporativa y las cooperativas, además de encargarse de detectar con “anticipación” los problemas en las empresas para no caer en el mismo error que provocó el cierre de Fagor.

Sotil hizo, con todo, una defensa a ultranza de la “fortaleza y vigencia” de los valores cooperativos, e insistió en “la necesidad de hacer empresa cooperativa” al mismo tiempo que defendió la “empresa competitiva”.

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El documento presentado ayer por Sotil es el arranque de un proceso de reflexión en el que a partir de ahora participarán las 103 cooperativas que integran la corporación, cuyas aportaciones serán analizadas y presentadas en el congreso que Mondragón celebrará en 2015.

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Sobre la firma

Mikel Ormazabal
Corresponsal de EL PAÍS en el País Vasco, tarea que viene desempeñando durante los últimos 25 años. Se ocupa de la información sobre la actualidad política, económica y cultural vasca. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Navarra en 1988. Comenzó su carrera profesional en Radiocadena Española y el diario Deia. Vive en San Sebastián.

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