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Los impuestos y la crisis cierran el 27% de las peluquerías en solo dos años

Desde 2012 la región ha perdido 415 establecimientos de este tipo

Elisa Silió
Una peluquera peina a su única cliente la semana pasada en un establecimiento de Madrid.
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La Comunidad de Madrid ha perdido 415 peluquerías en dos años, un 27,2% del total (1.521), según datos proporcionados por el Gobierno central al Congreso de los Diputados. Este cataclismo en el sector de la belleza parece ser consecuencia directa de la subida del IVA, en julio de 2012, para estos establecimientos desde el 8% hasta el 21%.

Internet está lleno de anuncios de traspasos o alquileres de peluquerías. El precio oscila desde 300 euros al mes en Aluche (80 metros cuadrados) a 2.600 en el Barrio Salamanca (105 metros). Casi todos los reclamos aseguran una “clientela consolidada” y explican el traspaso “por cambio de residencia” o “viaje”. Se revende todo: sillones hidráulicos a 200 euros, batas a 11, secadores de casco a 115, lavacabezas móviles a 35…

Al incremento del IVA se ha sumado la crisis económica. En tiempos de escasez, los clientes optan por cortarse el pelo o teñirse en casa y guardar su dinero para artículos y servicios de primera necesidad.

La belleza va mejor

En la comunidad de Madrid han cerrado una de cada cuatro peluquerías en dos años, pero la media en España es de cuatro de cada diez, según los datos proporcionados por el Gobierno central al Congreso de los Diputados. En Galicia, Asturias, Castilla-La Mancha y Castilla y León han cerrado la mitad. Y ya no abren cuatro de cada diez salones en el País Vasco, Navarra, La Rioja o Andalucía.

Los tratamientos de belleza, sin embargo, capean mejor la crisis. De forma gradual y desde hace 30 años, las peluquerías han ido perdiendo clientas que acuden cada semana a ponerse rulos y acicalarse el pelo. Los gustos han cambiado y no hay tiempo para esos cuidados. Sin embargo, la estética, pese a la crisis, vive un auge, aunque sin llegar a los niveles de algunos países latinoamericanos —Brasil, Colombia o Venezuela—, donde la belleza mueve la economía. Un ejemplo es D-Beauty Group —con la franquicia de D-Uñas (manicura) y D-Pílate (depilación láser)—, que crece a un ritmo del 80% anual

“Se ofrecen tratamientos que antes no existían y la gente los ha incluido en sus hábitos de consumo”, opina José Hierro, secretario de la Asociación Patronal de Peluqueros de Madrid. “Ellos ya pagaban un 18% de IVA, así que la subida de tres puntos —13 en el caso de los peluqueros— la han notado menos”.

También han contribuido a ahogar a las peluquerías las elevadas facturas de electricidad. Entre 2005 y 2013 el precio de la energía se encareció un 71%, y este año ha seguido subiendo: un 8% en verano.

Los productos de belleza, sin embargo, han moderado sus subidas. José Hierro, secretario de la Asociación Patronal de Peluqueros de Madrid, afirma que las marcas han sido sensibles ante su derrumbe económico: “Esto es una cadena. Si ellos suben los precios, también tiene que hacerlo el peluquero, que entonces se queda sin clientes”. La Asociación Nacional de Perfumería y Cosmética (ANPA) calcula que las ventas de estos productos a peluquerías bajaron un 10% entre 2012 y 2013.

Cuando se anunció la subida del IVA, el famoso peluquero Lluís Llongueras auguró tiempos aciagos: “Habrá muchos profesionales que no podrán hacer frente a los gastos de un local y la opción será cerrar y ponerse a peinar en casa sin pagar impuestos, de manera que el Estado seguirá sin ingresar dinero”.

Hierro prefiere no cargar las tintas en este asunto: “Peluquerías clandestinas ha habido siempre. No es nuevo. Ignoro si hay más. Se dice lo mismo de los fontaneros o de los albañiles…”.

A diferencia de otros lugares, en Madrid no hay una cruzada de las peluquerías legales para clausurar las piratas. Sí ocurre en Alicante, donde las primeras denunciaron a principios de año a una treintena de negocios que no pagan seguros sociales ni impuestos. La Asociación de Peluqueros Artesanos de la Región, en Murcia, calculó este año que el 30% de los profesionales ejerce fuera de la ley, cobrando la mitad.

Carlos, su mujer y su hija ya no van a la peluquería de siempre. La mujer que les cortaba el pelo, harta de un sueldo mileurista trabajando para otros, hace tres años dejó su empleo y va de casa en casa. A la familia le resulta cómodo y más económico. Han pasado de pagar 50 euros por cortar y teñir a 30 euros. Ellos ponen el “local” y el agua. La peluquera, que se ha dado de alta en autónomos, el champú, el secador y el tinte.

Las peluquerías más afectadas por esta debacle son las de precios bajos o medios, en las que el margen de beneficio es bajo y que dependen más de la afluencia de clientes. “Hay que tener en cuenta que casi todos los negocios tienen menos de cinco personas en plantilla y que el dueño es también un trabajador”, explica Hierro. Los salones de alto standing capean mejor la situación: “Ajustan plantillas, horarios, precios…, pero no tienen que cerrar”.

El pasado mayo el PSOE madrileño, a petición de las asociaciones del sector, presentó una proposición no de ley en la Comisión de Presupuestos de la Asamblea para que se rebajase el impuesto a las peluquerías del 21% al 10%. En defensa de esta medida, la diputada María Teresa González Ausín argumentó que la presión fiscal está favoreciendo que cada vez haya más peluquerías clandestinas. Para que el PP apoyase la moción, el presidente autonómico, Ignacio González, puso como condición que se “reconsiderase” la revisión de este porcentaje aprovechando “el contexto de la reforma del sistema tributario”. El PSOE no lo aceptó, por lo que el PP votó en contra. “¿Por qué las peluquerías sí y otros sectores no?”, se preguntó entonces Unión, Progreso y Democracia.

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Sobre la firma

Elisa Silió
Es redactora especializada en educación desde 2013, y en los últimos tiempos se ha centrado en temas universitarios. Antes dedicó su tiempo a la información cultural en Babelia, con foco especial en la literatura infantil.

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