El memorial de agravios de Nou Barris

El cabreo en Nou Barris es un fenómeno de años atrás. Se podría decir que está en el ADN del más nuevo de los distrito de Barcelona. Gracias a la lucha, a la insistencia, a la protesta, llegó hasta allí el autobús, se pavimentaron las calles y la aluminosis se acerca cada vez más a ser un capítulo del pasado. El desempleo, los recortes y el cierre de algunos equipamientos han reavivado su carácter combativo. En noviembre de 2012, al calor de la crisis y de los rescoldos del 15-M, surgió Nou Barris Cabreajada,una plataforma que agrupa a más de 100 entidades del distrito. Dos años después, la lucha sigue. Para intentar llamar la atención del Ayuntamiento, esta vez no solo saldrán a la calle en diciembre. Se han llenado de datos.

La plataforma presentó ayer un informe hecho con datos oficiales y sus observaciones del territorio, una especie de memorial de agravios con el que quieren justificar objetivamente sus protestas. El documento se titula No es pobreza, es injusticia y busca que el Consistorio cambie su política hacia el distrito. “Los recursos son insuficientes, nos estamos dedicando a poner parches, soluciones de carácter asistencial que no nos permiten ir a las causas estructurales”, dijo Carolina Recio, una de las portavoces.

El texto recoge por ejemplo, que el 80% de las quejas que recibió la Síndica de Barcelona sobre vivienda provienen del distrito de Nou Barris. Seis de los diez barrios más pobres de la ciudad están allí y su renta per cápita es 8.000 euros más baja que el promedio de la ciudad (18.912). O que dos de cada diez expedientes de Renta Mínima de Inserción de la ciudad están en dicho distrito.

Por conocidas, las cifras no dejan de ser duras. Hay cinco desahucios al día. Tres de cada diez vecinos de Can Peguera es atendido por los Servicios Sociales. En el distrito se realiza el 15% de las intervenciones del Área de Calidad de Vida. Un cuarto de las becas comedor de toda la ciudad se asignan a Nou Barris.

“Queremos diálogo”, aseguró el líder vecinal Pep Ortiz. Una oferta que se complica cuando desde el Consistorio se ve tras las protestas es la mano negra de nuevos movimientos.