Una de cal y algo de arena

Noche india en el Festival de jazz barcelonés y todo un acierto a pesar de la disgregación que pudiera parecer la presencia de un concierto así en un festival como este. Hacia muchos años que en Barcelona no se vivían momentos de música india tan profunda y bella.

Claro que también hubo un poco de circo repartido entre interpretaciones de gran seriedad, pero eso es inherente a cualquier concierto de Zakir Hussain como líder: hay tanto talento instrumental que se le va de las manos. Que se le escape la obertura de Guillermno Tell (con ínfulas de irrupción del Llanero Solitario) en medio de una improvisación hasta resulta perdonable por todo lo que antes y después ofrece. Esa noche, además, algunos de sus acompañantes eran también importantes virtuosos y, de tanto en tanto, los excesos ocuparon el primer plano. Si nos los hubiéramos ahorrado podría haber sido una velada para el recuerdo.

Zakir Hussain ante su tabla es imparable, sus dedos se mueven a una velocidad rapidísima y su muñeca izquierda no tiene rival, es capaz de extraer sonoridades realmente fascinantes de sus pequeños tambores. En Barts fue un abanico de sensaciones dispares, desde momentos de gran lirismo, compartidos con el flautista Rakesh Chaurasia o el intérprete de sarangi Sabir Khan, hasta fragmentos absolutamente vertiginosos. Memorable.

Hussain dedicó el concierto al mandolinista U Srinivas, fallecido hace unas semanas, con el que había compartido escenario en Remember Shakti, una gran pérdida para el mundo de la música sin fronteras.

Una velada cambiante pero con un resultado final altamente positivo. Cosas como esta sería interesante que se repitieran más menudo.