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Arrels denuncia el uso de ‘sin techo’ como testaferros en fraudes

Una docena de usuarios de la entidad son administradores de empresas con problemas

Roberto tiene 44 años y sufre de esquizofrenia, un 71% de discapacidad acreditada por la Generalitat. Hace un par de años dejó la calle, las drogas y el alcohol gracias a la ayuda de Fundación Arrels. Se puede pagar una habitación en Santa Coloma gracias a los 423 euros que recibe mensualmente por la Renta Mínima de Inserción. Pero ante los ojos de la Agencia Tributaria es el administrador de la cooperativa Blister y Termoformas, una empresa que debe la relación anual del impuesto de sociedades de tres ejercicios contables, a partir de 2009. Roberto es una de las 12 personas que atiende la entidad y que han sido utilizadas como testaferros por parte de desconocidos que abusan de su vulnerabilidad. “Yo no quiero dinero. Deseo que mi nombre esté limpio”, se queja Roberto.

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Una parte de los casos han sido identificados por los educadores y trabajadores sociales de Arrels, en diálogos de seguimiento con los usuarios de la entidad, que atiende a unas 1.200 personas sin techo al año. “Habitualmente les hacen ofrecimientos económicos y abusan de su situación extrema para que firmen documentos, dejen sacar fotocopias de sus documentos, de su DNI o hasta adquieran servicios como pólizas de seguro o coches de lujo”, explica Ferran Busquets, director de la entidad. Algunos de los afectados recuerdan que aceptan el trato a cambio de alimentación o cantidades de dinero que a veces nunca llegan a pagarse. Muchos ni siquiera lo recuerdan. “Se encuentran en un grado de desesperación tan alta, la vida les ha dado tantas bofetadas, que ven esto como una lotería. ¿Cómo van a decir que no? La tentación es muy grande”, agrega Busquets.

En otras ocasiones, las estafas salen a flote porque a la hora de solicitar prestaciones contributivas —como el paro — descubren en la vida laboral del afectado figuran grandes deudas con la Agencia Tributaria o con la Seguridad Social. “Se trata de procesos que ya se encuentran muy adelantados y en los que ya se ha superado el momento de notificaciones”, explica Beatriz Fernández, una de las abogadas de la entidad. Esto implica que puedan dejar de recibir la prestación por desempleo, dejándolos de nuevo al borde de la calle.

La similitud de los casos lleva a Arrels a sospechar que puede haber una red detrás de las estafas. Para ello ha remitido varios escritos al ministerio público para que investigue. Hacienda y Seguridad Social, explica Fernández, también tiene constancia de situaciones similares donde personas que viven en la calle son utilizadas como testaferros. Los procesos, sin embargo, no se pueden parar sin una orden judicial, pero la Administración fiscal les hace un seguimiento especial.

La entidad pide a la fiscalía que investigue si hay una red tras las estafas
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La abogada de Arrels recuerda que para firmar algunos documentos, como los poderes para la inscripción de empresas o para nombramiento de administradores, es necesaria la presencia de las partes ante un notario. “Las personas de las que estamos hablando se encontraban en momentos muy vulnerables, en muchas ocasiones bajo el efecto del alcohol o de drogas. También hay algunos casos de trastornos psicológicos. Es imposible que un notario de fe de un acto con una persona que no está en pleno uso de sus capacidades. Detrás de esto hay profesionales”, denuncia Busquets.

Los estafadores suelen hacer varios negocios con una misma persona. Roberto también es un ejemplo. El hombre se refugia en la tecnología y es una de sus aficiones tras la muerte de su madre, que también tenía problemas de adicción de drogas. Pero no puede comprar el smartphone que quiere porque aparece en una lista de morosos y tiene múltiples números a su nombre. Algo detrás de lo que posiblemente estarían los estafadores que abusan de los sin techo. “Esta gentuza me ha dañado la vida”, apostilla Roberto.

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Sobre la firma

Camilo S. Baquero
Reportero de la sección de Nacional, con la política catalana en el punto de mira. Antes de aterrizar en Barcelona había trabajado en diario El Tiempo (Bogotá). Estudió Comunicación Social - Periodismo en la Universidad de Antioquia y es exalumno de la Escuela UAM-EL PAÍS.

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