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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El mito de la Cataluña progresista

En Cataluña nos caracterizamos por tener unos valores que podríamos definir como de izquierdismo no practicante

Lluís Orriols

Cataluña es una de las regiones más progres de Europa. O al menos eso nos dicen las encuestas. Según éstas, apenas uno de cada diez catalanes admiten abiertamente ser de derechas, una proporción tres veces por debajo de la media europea. Y es que, en Cataluña, el término derecha sufre de una pésima popularidad. La gran mayoría de los ciudadanos tienden a evitarlo a la hora de definirse políticamente y suelen preferir presentarse como de izquierdas o, a lo sumo, de centro.

Pero, ¿de verdad somos los catalanes tan progres como solemos afirmar? En realidad, hay motivos para pensar que nuestro izquierdismo es más de apariencia que de convicción. Por ejemplo, cuando se pregunta a los catalanes si estarían dispuestos a pagar más impuestos para, con ello, mejorar los servicios públicos, entonces, Cataluña se presenta como mucho más conservadora. Si lo comparamos con el resto de comunidades autónomas, los catalanes somos los que más nos definimos de izquierdas, pero a la hora de defender nuestro Estado del bienestar acabamos por debajo de la media española.

En definitiva, en Cataluña nos caracterizamos por tener unos valores que podríamos definir como de izquierdismo no practicante. Tenemos una tendencia a refugiarnos bajo la etiqueta de izquierdas aun no comulgando con algunos de sus principios más fundamentales. ¿Por qué en Cataluña nos produce cierto reparo declararnos como de derechas? ¿Por qué aparentamos ser más de izquierdas de lo que realmente somos? Una respuesta nos la ofrece el politólogo de Oxford Elias Dinas. Según sus investigaciones, si los catalanes (al igual que los vascos) somos tan progreses porque los términos izquierda y derecha han acabado contaminados por el debate territorial e identitario de tal forma que el término “derecha” ha pasado a tener connotaciones antiautonomistas.

En el debate público catalán se incurre demasiado a menudo en la siguiente secuencia argumental: ser españolista es de fachas y, como es sabido, los fachas son de derechas. Tal silogismo, sin duda tramposo, ha provocado que muchos acaben erróneamente considerando que definirse de derechas conlleva adoptar posiciones contrarias al catalanismo político. Es por este motivo que muchos catalanistas conservadores se muestran reticentes a presentarse ideológicamente como de derechas, pues esto podría acabar por interpretarse como un sentimiento de adhesión al nacionalismo español. Quizás sea por este motivo que Convergència incluya en el título preliminar de sus estatutos que es un partido ideológicamente “progresista”. O quizás esto también ayude a explicar por qué el auge del independentismo de los últimos años ha ido acompañado por un aumento de los catalanes que se definen como de izquierdas.

La confusión entre los conceptos derecha y españolismo ha provocado algunas disfunciones importantes en el debate político en Cataluña

La confusión entre los conceptos “derecha” y “españolismo” ha provocado algunas disfunciones importantes en el debate político en Cataluña. Quizás los principales damnificados de tal confusión son los partidos que se desmarcan abiertamente de la órbita del catalanismo político. Por ejemplo, Ciutadans nació con una clara vocación de ocupar el espacio de la izquierda no catalanista que, según sus fundadores, el PSC había dejado de representar tras encabezar el gobierno del tripartit en 2003. El izquierdismo originario de C's no solo se desprende de sus textos fundacionales sino también de su actual ideario, el cual asegura tener influencias del “socialismo democrático”. Aún asumiendo que C's se haya alejado de algunos de sus principios fundacionales, no hay duda de que el partido no se presentó a las elecciones catalanas de 2012 con un programa de corte conservador. Según los análisis de un grupo de investigadores de Deusto, el programa electoral de Ciutadans en esas elecciones era esencialmente de centro. Sin embargo, a pesar de sus manifiestos, de su ideario político y de presentarse a las elecciones con un programa moderado, la gran mayoría de los catalanes perciben a Ciutadans como un partido de extrema derecha.

Algo muy parecido le ocurre al PP de Cataluña. Si bien los populares se presentan a las elecciones al Parlament con un programa electoral similar (o incluso más moderado) que a las elecciones al Congreso de los Diputados, los catalanes ven a este partido como mucho más conservador. Nada menos que el 70% del electorado catalán considera al PP de extrema derecha, un porcentaje que representa casi el doble que el resto de los españoles. Y es que los catalanes ven al PP más de extrema derecha que los franceses al FN de Le Pen.

En definitiva, en Cataluña el nacionalismo ha contaminado la tradicional confrontación entre izquierda y derecha. Esta peculiar manera de entender el debate ideológico es particularmente dañina en un momento en que la cuestión nacional ha pasado a ocupar un primer plano en la agenda política. Para la buena salud de nuestro debate público, los catalanes deberíamos hacer un esfuerzo en intentar no confundir conceptos. Al fin y al cabo, no existe ninguna contradicción en considerarse españolista de izquierdas o catalanista de derechas. De lo segundo hay muchos, pero lamentablemente aún están por salir del armario.

Lluís Orriols es doctor en la Universidad de Oxford y profesor de Ciencia Política en la Universidad Carlos III de Madrid

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