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CRÓNICA

Los fans americanos de Mas-Colell

El consejero de Economía y exprofesor visita un país lleno de discípulos y admiradores

Marc Bassets
El consejero Andreu Mas-Colell en su intervención en el Banco Mundial.
El consejero Andreu Mas-Colell en su intervención en el Banco Mundial.

Andreu Mas-Colell tiene fans en los Estados Unidos. Un grupo reducido pero fiel. En el mundo de la ciencia económica, el consejero de Economía y Conocimiento de la Generalitat es casi un clásico vivo, un hombre que, si un buen día, gracias a Jordi Pujol, no hubiera hecho el salto a la política, ahora quizás sería premio Nobel de Economía. El primer Nobel catalán.

Uno de estos fans es Tyler Cowen. Y como otros fans, necesita explicaciones –una pedagogía– para entender como aquel sabio de la economía se ha convertido en el ‘ministro de finanzas’ de un Govern que quiere separar Cataluña de España. Y no es fácil explicarlo.

Tyler Cowen es hoy uno de los economistas más influyentes en el mundo. Cowen ha escrito libros que agitan el debate político y económico como The great stagnation (El gran estancamiento) o Average is over (Se ha acabado la mediocridad).

Además de ser un crac en su ámbito, es crítico gastronómico y colecciona arte: la casa que tiene en el norte del Estado de Virginia parece el estudio de un pintor, con cuadros por el suelo, obras de arte popular en las paredes y un ambiente bohemio que a primera vista casa mal con la idea que nos hacemos de una eminencia como él, la de un teórico adscrito al corriente libertario –neoliberal, diríamos en Europa– de la economía.

Además de todo esto, Tyler Cowen es exalumno de Andreu Mas-Colell: uno más entre las decenas de discípulos que ha dejado por todo el mundo tras sus etapas en Berkeley y en Harvard. Mas-Colell dio clase a Cowen de la asignatura de doctorado Micro I, en Harvard. “Puedo decir”, explica en un correo electrónico desde Corea, donde pasa unos días, “que es un gran economista y que era un profesor muy bueno y popular”.

En su blog, Marginal Revolution, Cowen escribió hace dos años un artículo bastante crítico con su viejo profesor. Cowen decía que era “una lástima” que el sabio de Harvard quisiera “destruir España y Europa, y por tan poca cosa a cambio”. “No es que a Cataluña se la trate como al Tíbet”, añadía. “¿No tenemos problemas más importantes de los cuales preocuparnos? ¿Se piensa que serían fáciles las negociaciones para la separación, especialmente con todos los acuerdos del Eurozona en juego y una tradición española de enviar tropas?”. Y añadía: “Menciona [en un artículo] que el territorio está sujeto a una ‘humillación constante’ [en castellano el original] de España. Quizás lo han citado mal, pero por lo que veo me parece un ejemplo paradigmático de como una persona realmente inteligente se puede ver arrastrada por argumentos bastante primitivos y tribales”.

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¿Primitivos y tribales? En un par de entrevistas recientes de Cowen en EL PAÍS –las dos antes del referéndum escocés del 18 de septiembre–, la retórica fue algo más matizada. En las dos ocasiones Mas-Colell acabó saliendo en la conversación. “No quiero forzar nadie a quedarse, pero me preocupa, para mí es triste. La Gran Bretaña y España son países importantes y de éxito. Y si fracasan, aunque a mí me parezca bien lo que la gente haga, me pregunto que más fracasará”, dijo en mayo. En la conversación siguiente, un par de meses después, dijo: “Escocia, con el Reino Unido. El Reino Unido, o lo que quede, con la UE. Cataluña y España. El crecimiento de un partido semifascista en Francia. No pretendo predecir qué pasará, pero cuando miro todo esto, como extranjero, veo demasiadas cosas malas, demasiadas fuerzas que empujan en la dirección incorrecta”.

El mundo pide explicaciones y estos días en Washington Mas-Colell las ha dado. Mas-Colell ha viajado a la capital de los Estados Unidos para participar en un foro organizado por el Banco Mundial. Ha aprovechado la visita para encontrarse con expatriados catalanes y con representantes de instituciones washingtonianas. El miércoles tenía previsto verse, entre otros, con uno de los ‘catalanes’ de Washington más destacados de la vida política e intelectual de la ciudad: el economista Arthur Brooks, presidente del American Enterprise Institute, el laboratorio de ideas conservador de referencia. Brooks no es estrictamente catalán pero conoce Cataluña cómo pocos aquí: habla catalán perfectamente, está casado con una catalana y de joven vivió en Barcelona, donde tocaba la trompa en la orquesta Ciudad de Barcelona (cosas de la vida laboral norteamericana: un músico profesional puede cambiar de carrera y convertirse en un economista de primer nivel).

La idea de una consulta se entiende mejor que la de la independencia, dijo el martes a un grupo del Casal Català de Washington, con el cual se reunió para charlar –y después, con un grupo más reducido, para cenar– en un steakhouse, un restaurante de bistecs del centro de Washington. “En general, en el mundo, lo que más quita el sueño es que el conflicto entre el Gobierno español y el catalán pueda ser en algún momento un factor de inestabilidad en el sur de Europa”, responde cuando le preguntan por las preocupaciones de sus interlocutores internacionales. “Esto lo entiendo y espero que el Gobierno español también lo entienda”.

El coloquio con los catalanes de Washington se centra en las últimas noticias sobre el proceso: la renuncia, por parte del presidente Artur Mas, a la consulta del 9 de noviembre, y la convocatoria de un acto de protesta el mismo día. “Desanimarse”, dice, “no sale al programa”.

“No sé qué habrá el día 9, no sé cómo será”, admite en otro momento. Será, eso sí, un acto que mandará un mensaje al mundo. “No nos quedaremos en casa. No le haremos el favor al Gobierno español de quedarnos en casa”.

Una mujer del público le dice que ella no está nada decepcionada porque confía mucho en el pueblo catalán. Pero Europa la hace dudar. Mas-Colell responde que el mensaje de Europa a España es “no seáis intransigentes”, pero que “por simetría y para guardar la compostura”, este mensaje también lo dirigen al Gobierno catalán.

El consejero no ha perdido el aire de sabio despistado que gastaba en los años noventa en los pasillos de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona, donde alguna vez se le había visto pasear en calcetines, sin zapatos. Después del coloquio, saluda a todo el mundo, se para a charlar, explica anécdotas mientras come unas costillas de cordero que reparte un camarero.

Mas-Colell es consejero de Economía, pero de economía –del paro, de la deuda, del crecimiento– habló muy poco, en el encuentro con los catalanes de Washington. Sólo cuando alguien sugirió que la Generalitat comprara una página al The New York Times para explicar el proceso al mundo, dijo: “No sobra el dinero… Y una página en el New York Times cuesta mucho dinero”.

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Sobre la firma

Marc Bassets
Es corresponsal de EL PAÍS en París y antes lo fue en Washington. Se incorporó a este diario en 2014 después de haber trabajado para 'La Vanguardia' en Bruselas, Berlín, Nueva York y Washington. Es autor del libro 'Otoño americano' (editorial Elba, 2017).

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