Vampiros de la Legión Cóndor, pelotazo inmobiliario y gazpacho

La construcción de una urbanización de lujo en la sierra del Guadarrama en pleno pelotazo inmobiliario saca a la luz una trinchera de la Guerra Civil. Los promotores tratan de silenciar el hallazgo para evitar la excavación pero el verdadero problema resulta ser que en la trinchera yacen sepultados varios vampiros alemanes enviados como refuerzo de la Legión Cóndor y enterrados a bombazos por unos corajudos soldados republicanos. Un grupo de jóvenes entre los que se cuentan un heavy y una gótica se enfrentarán al mal que llega desde el pasado armados con su conocimiento de las películas de chupasangres y… el gazpacho de la abuela, muy cargado de ajo.

Esta es una rápida sinopsis de Verano de miedo, la original novela de Carlos Molinero (Madrid, 1972) que ha resultado ganadora del 11º Premio Minotauro en la nueva etapa del galardón vinculado desde ahora al Festival de Sitges. Director y guionista de cine (lo que hace aún más pertinente el premio), Molinero, que confiesa su admiración por Jerusalem’s Lot, la gran novela de vampiros de Stephen King, y la influencia de esta en Verano de miedo, ha tomado también prestadas muchas cosas del seminal Drácula de Bram Stoker (al que homenajea, como ya lo hacía King), entre ellas la estructura epistolar y de diario, aunque aquí , signo de los tiempos, se traduce en el empleo de blogs y chats.

La novela es muy entretenida, con muchos guiños para los amantes del género, humor y pasajes que, como es preceptivo, te hielan la sangre. El premio lo ha concedido un jurado compuesto por Adrián Guerra, Ángel Sala (director del festival de Sitges), Marcela Serras, Javier Sierra y Carlos Sisí (ganador el año pasado con Panteón), que ha valorado la manera en que Molinero actualiza el género de vampiros desde la tradición.

“Traté de imaginar cómo sería el Drácula de Bram Stoker ahora, en la época de Internet, trasladando a la actualidad el espíritu de la novela”, explica el autor premiado. Molinero señala que ha querido recuperar el vampiro clásico frente a lo que considera una degeneración moderna del mito. “Mi novela tiene una vocación anticrepuscular”, recalca en referencia a la saga de novelas de Stephenie Meyer y las películas basadas en ellas. “Reivindico el vampiro original, de siempre, malo, frente a esos vampiros de Ikea de la saga”. El escritor reniega también de los personajes edulcorados, relamidos (!) y estirados, tan glamurosos, de Crepúsculo y en su novela los protagonistas son un grupo de frikis de aquí te espero. “He querido un poco quitar solemnidad al tema introduciendo un cierto tono a lo Berlanga”, dice.

En cuanto a la influencia de Stephen King, se quita el sombrero ante el tenebroso de Bangor, y revela que uno de los peores momentos de su vida fue cuando a los 13 años, se encontró en la versión televisiva de Jerusalem’s Lot con el pasaje del chico que se enfrenta al hermano convertido en vampiro llamando su ventana para que le deje entrar. “Aún se me ponen los pelos de punta. En Verano de miedo hay un homenaje con mucho cariño a la novela y a la serie. Son un gran defensor de Stephen King, al que considero un grandísimo talento”.

Del soberano collage de nazis, Guerra Civil y vampiros -los cuatro no-muertos de la novela pertenecen a una supuesta unidad de las Waffen SS, la división Amanecer Oscuro (Dunkel Dämmerung), enviada a luchar de tapadillo a España, para foguearse- apunta que le hacía gracia y que ha seguido la sana costumbre de los autores estadounidenses de entrar a saco en épocas históricas para convertirlas en material de ficción sin pudor alguno. Debutante en la narrativa, Molinero es un veterano director (Salvajes) y guionista cinematográfico (Cosas que hacen que la vida valga la pena, de Manuel Gómez Pereira). Es asimismo el autor y codirector de Verónica, una obra de teatro de terror que se representa en el Teatro Maravillas de Madrid. El premiado escritor declara sentir “ilusión y pudor” a partes iguales por ganar el galardón que lleva el nombre de una editorial, Minotauro, que admira enormemente (“¡la que publicó Neuromante!”) y de cuyo espléndido catálogo ha sido siempre un apasionado lector.

José López Jara, editor de Minotauro, en la actualidad sello de Planeta, considera muy bueno para el premio que se lo haya unido al Festival de Sitges. “Reactiva el galardón y lo acerca más a un público que es el natural suyo”.