La juez dice que los Mossos no podían saber que Bayard sufría un brote psicótico
La familia pedirá que se impute a dos de los agentes que intervinieron
Para la juez encargada de investigar la muerte del actor Alfonso Bayard no hay pruebas que indiquen que en su fallecimiento influyó una actuación negligente por parte de los seis mossos d’esquadra que intentaron detenerle. Bayard, de 47 años, murió el pasado 2 de abril, después de sufrir un brote psicótico y que la policía le redujese para intentar esposarle. “Nadie puso en antecedentes a los mossos que se personaron en la plaza de Molina acerca de actuaciones previas de Alfonso Bayard que pudieran hacer pensar a los agentes que era un enfermo mental, y esta circunstancia no podía ser deducida de su aspecto ni de su actitud”, afirma la titular del juzgado de instrucción número 10 de Barcelona, Miriam de Rosa, que ha archivado la causa.
Hacía dos años que Bayard sufría brotes psicóticos, y el mismo día en que fue detenido por la policía estaba en un proceso delirante. Un camarero de una cafetería fue quien avisó quien avisó a los agentes, después de que el hombre molestase a diversos clientes, y se negase a marchar. Cuando una patrulla llegó al lugar, Bayard trató de huir y les lanzó una mesa. La complicada actuación acabó con Bayard en el suelo, con los agentes encima, y esposado. Al levantarle, el hombre se desvaneció y acabó falleciendo en la ambulancia que le trasladaba al hospital Clínic de Barcelona.
La actuación policial “se ajustó a los patrones de diligencia que les eran exigibles [a los agentes] de acuerdo con la información que disponían”, sostiene la juez. Y añade que Bayard “no presentaba antes de la llegada de la policía una situación de descompensación mental claramente relacionable con una enfermedad mental” por lo que “entra dentro del margen de la normalidad poder atribuir una conducta extraña al consumo de alcohol”.
Para la instructora, fue la intervención de los Mossos d’Esquadra lo que pudo desencadenar el brote psicótico. “La lógica apunta a que la descompensación de Bayard se desencadenó cuando los agentes contactaron con él, como consecuencia de las ideas delirantes que tenía acerca de la posibilidad de que los mossos le hicieran daño o incluso que pudieran matarlo, lo que justificaría que se pusiera en posición de defensa ante ellos”, afirma. También señala que la prueba forense que se le practicó descartó que la muerte del hombre se produjese por “algún tipo de acción agresiva” por parte de los policías hacia Bayard. El hombre murió “en el contexto de un estado de delirio agitado al que se añadió el efecto estresante de una reducción policial”.
"Nadie puso en antecedentes a los agentes de los Mossos", afirma la juez instructora del caso
La familia del actor ha anunciado que recurrirá la decisión de la juez. Y para ello se basará en el testimonio del camarero de la cafetería Bopan que dio el aviso a los agentes. Según declaró, él explicó a los agentes que el hombre tenía una actitud extraña. En su caso, debería haberse primado la atención sanitaria, según sostiene el abogado de la familia, Francesc Bonatti, que pedirá que se impute a los dos agentes que acudieron al lugar en un primer momento. Además, señala que los mossos conversaron varios minutos con él antes de detenerle. Los policías declararon ante el juez que aplicaron debidamente los protocolos, y que desconocían el historial médico del actor.
Pocos días antes de su muerte, los médicos habían reducido la medicación a Bayard. El mismo 2 de abril, por la mañana, acudió a una perrera en la que colaboraba como voluntario. Ya entonces se encontró mal y los trabajadores el centro, que le conocían, avisaron a la familia y a una ambulancia. El hombre además pidió a la Guardia Urbana que le acompañase a su casa, porque temía coger la moto con la que había ido al centro.
Bayard se repuso, aparentemente, y luego a las tres de la tarde acudió a la cafetería de Bopan. Allí se tomó un café, un agua y un bocadillo, y permaneció hasta las seis. Varios clientes se quejaron de que les estaba importunando, y fue cuando el camarero del establecimiento avisó a la policía, habiendo intentado antes convencerle para que se marchase.
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