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Fabra fía su futuro a Rajoy

La gran dependencia del Gobierno central marca el último curso del Consell

Alberto Fabra junto al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en un desayuno informativo en Madrid.
Alberto Fabra junto al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en un desayuno informativo en Madrid.SAMUEL SÁNCHEZ

Esta semana arranca para el PP su curso más crucial. Tras casi 20 años en el poder, los populares valencianos afrontan los meses previos a las elecciones con las encuestas a la baja, enormes dificultades financieras y un gran desgaste, amplificado por los escándalos de despilfarro y corrupción. A pesar de ello, el PP sigue siendo el partido con mayor apoyo social en los sondeos, aunque ya alejado de la mayoría absoluta en las Cortes Valencianas y en los principales Ayuntamientos.

En este escenario, el presidente de la Generalitat y de los populares valencianos, Alberto Fabra, se juega la ratificación en un cargo al que llegó de manera accidental por los escándalos de corrupción —la dimisión de Francisco Camps tras los comicios de 2011 en los que revalidó su mayoría absoluta— que afectaban al PP.

En sus tres años de gobierno, Fabra ha intentado, con claroscuros, transmitir un mensaje de tolerancia cero contra la corrupción y recomponer las costuras de una Administración, la valenciana, que se mueve sobre un alambre encima del abismo financiero.

Pese a todo, los esfuerzos no han sido suficientes para reflotar un partido y un Consell tocados y que, sin embargo, funcionan con apariencia de normalidad. Tanto, que se han permitido estar al mínimo durante las semanas centrales del mes de agosto. “Desde hace años no había tenido un verano tan tranquilo”, confiesan varios altos cargos del PP valenciano.

El presidente espera un “gesto” de Montoro para cuadrar las cuentas

Una situación que ha aprovechado el secretario general del PSPV, Ximo Puig, para ejercer de presidenciable en asuntos tan sensibles como el malestar del campo valenciano por el veto ruso a la fruta europea. Una cuestión que también marcará el arranque del nuevo curso.

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El presidente de la Generalitat, que reaccionó tardíamente, se comprometió el pasado día 25 a trasladar las reivindicaciones del sector a la ministra de Agricultura, Isabel García Tejerina, el próximo martes en una reunión concertada de antemano.

Las propuestas del PP a los representantes del campo valenciano fueron las de intermediar ante la ministra —que no los recibió en su visita a la Comunidad Valenciana en julio— y la promesa de que emprenderán acciones para aumentar el consumo interno de fruta.

El papel del Consell en este conflicto refleja sus propias debilidades: falta de margen presupuestario para abordar políticas propias y una dependencia extrema de la gestión del Gobierno que preside Mariano Rajoy.

Con estas dificultades, que los propios cargos del PP admiten en privado, Fabra tiene previsto abordar el último curso de la legislatura con un paquete de iniciativas “de regeneración democrática”, de “defensa de las señas de identidad valencianas” y un presupuesto que mantenga el gasto en sanidad, educación y bienestar social.

Las iniciativas de “regeneración democrática” —reforma del reglamento de las Cortes, proyecto de ley de Transparencia y propuesta de reforma del Estatut para reducir el número de diputados, el sistema de elección y suprimir su aforamiento— pretenden contrarrestar el efecto de las instrucciones judiciales de las distintas piezas del caso Gürtel y el caso Brugal que se hallan ya en un estado muy avanzado. Una línea argumental que, paradójicamente, corre el riesgo de quedar subsumida en la estrategia del Gobierno de Mariano Rajoy y, especialmente, en la propuesta de reforma de la ley electoral municipal para facilitar la alcaldía a la lista más votada aunque no alcance el 50% de los sufragios.

El PP busca reducir el impacto de la corrupción y avivar el anticatalanismo

La potenciación del discurso sobre “señas de identidad” —proyecto de una nueva ley de símbolos de la Comunidad Valenciana, aumento de la protección de los bous al carrer, intensificación del secesionismo lingüístico— apelarán a la fidelidad del voto anticatalanista que ha nutrido durante años al PP y confía en sacar rédito electoral del desafío territorial que ha planteado el Gobierno catalán al Ejecutivo de Mariano Rajoy.

Con todo, la clave del andamiaje del PP en este curso electoral estará en las concesiones que pueda hacer el Ministerio de Hacienda a la Generalitat para cuadrar el presupuesto de 2015 y acabar 2014 sin un repunte de las protestas por impagos. Descartada ya la posibilidad de reformar el sistema de financiación autonómica, Fabra se conforma ya con un “gesto” que le permita cuadrar las cuentas y atender los pagos sin retrasos excesivos. Una tarea que no será fácil, porque el Consell dispondrá el año próximo de 178 millones menos de ingresos en las cantidades a cuenta del sistema de financiación, tiene la misión imposible de reducir el déficit en 300 millones adicionales y la obligación de consignar como gasto solo lo que se pueda pagar, tal y como fija la nueva legislación.

A su favor, el Consell tiene la rebaja de los tipos de interés y un repunte de la recaudación tributaria, que parece insuficiente para cuadrar los números.

Una izquierda pendiente de los liderazgos

J. FERRANDIS

El presidente Fabra logró cerrar antes del verano el debate sobre su liderazgo a costa de ceder protagonismo a los aparatos provinciales del PP. Una decisión que le obligó a sacrificar a Serafín Castellano —como secretario general para potenciar a Isabel Bonig como coordinadora general del partido—. Una situación que ahora le permitirá afrontar con mayor serenidad en el plano orgánico la recta final de la legislatura.

Por contra, la izquierda acude al inicio del curso político pendiente de sus liderazgos y de las consecuencias del fenómeno Podemos. Ximo Puig, designado candidato mediante unas primarias abiertas la pasada primavera, no tiene ese problema. Sin embargo, consciente de que la marca PSOE es la que arrastra al PSPV, Puig necesita que cuaje rápidamente el liderazgo de Pedro Sánchez, en cuya ejecutiva se ha integrado como responsable de Reformas Democráticas, un área clave en la definición del modelo territorial.

El dirigente socialista intentará convertir su proyección estatal en activo, especialmente ahora que Fabra y el PP ya no cuentan con la difusión que les otorgaba Canal 9.

Compromís estrena curso político con dos retos principales: elegir mediante primarias la candidatura a la Presidencia de la Generalitat sin que se generen demasiadas tensiones internas y trasladar una imagen de alternativa solvente sin que la irrupción de Podemos frene su crecimiento.

La portavoz adjunta Mònica Oltra está decidida a liderar la lista de Compromís a la Generalitat y el portavoz Enric Morera solo se pronunciará una vez que el reglamento de primarias esté aprobado. La elección, que estará abierta a simpatizantes, tendrá lugar antes de Navidad y, partir de ese momento, se explorará la posibilidad de confeccionar candidaturas municipales de amplio espectro.

Esquerra Unida también tiene pendiente de resolver la designación, probablemente mediante primarias, de su cabeza de lista. La coordinadora de EUPV, Marga Sanz, todavía no se ha descartado, aunque se da por seguro que Ignacio Blanco se postulará y no se descarta, si hay primarias, la participación de otros aspirantes.

EU, además, mantiene los canales abiertos con Podemos para intentar alcanzar el mayor número posible de candidaturas conjuntas, pese a que la formación de Pablo Iglesias sigue siendo, por ahora, una incógnita

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