Tomate (casi) frito en la Tomatina de Buñol 2014
Cerca de 22.000 personas abarrotan el municipio valenciano en la 69 edición de esta fiesta que ha estado marcada por las altas temperaturas
Si en 2012 la Tomatina fue un gazpacho y en 2013 fue zumo de tomate por la lluvia, las altas temperaturas de este miércoles han convertido Buñol en una olla de tomate frito. Cerca de 22.000 personas (2.000 más que el año pasado) se han empleado a fondo para triturar 140.000 kilos de la roja hortaliza –y lanzarla por los aires- desde las 11.00 de la mañana, como es tradicional. No han faltado en este clásico Babel veraniego los disfraces, las pelucas ni las camisetas con la marca de la fiesta que, por segundo año consecutivo, es de pago.
El municipio valenciano acoge cada año a miles de extranjeros llegados de las antípodas para ver una fiesta declarada de Interés Turístico Internacional. Los australianos han sido en esta 69 edición los más numerosos (12,4%), seguidos de los británicos (11,7%) y los japoneses (10,17%), que han traído a esta pegajosa batalla sus disfraces de samuráis y de Power Rangers.
Para esta edición, que ha contado con conciertos y fiestas las noches anterior y posterior a la batalla, se han vendido 17.000 entradas a 10 euros y se han reservado 5.000 gratuitas para los vecinos del pueblo. Lejos de los casi 50.000 asistentes de 2012, la reducción del aforo y la mayor organización de la fiesta se han hecho notar y los vecinos de las calles céntricas de Buñol se mostraban este miércoles muy satisfechos.
Antes de las ocho de la mañana, en la panadería Zanón, decenas de bollos (torta tradicional con embutido) salían ardientes del horno. En unos minutos iban a ser recogidos por los buñolenses que, con el centro del pueblo sitiado por un ejército de lanzadores de tomate, se han entregado al almuerzo tradicional.
Con el sol asomando por el horizonte, en la calle del Cid, pleno centro del recorrido, los vecinos de afanaban en desplegar enormes lonas azules en las fachadas para evitar teñir de bermellón sus casas. El silencio y las persianas bajadas invitaban a seguir en la cama a quienes todavía no habían terminado la noche.
Alfredo, de 59 años, ha colocado este año en la fachada de su casa plásticos transparentes. "Así puedo sentarme a almorzar en el balcón tranquilamente y además ver a la gente tirándose tomates", reía. Hace 20 años que no baja a lanzarse tomates pero explicaba que está muy satisfecho con la reducción de aforo. “Antes era peligrosísimo por la masificación. La gente de Buñol está muy contenta”, contaba. Asegura que con este cambio, él mismo se plantea volver a salir a lanzarse tomates.
En la acera de enfrente, Laguna, de 39 años, atornillaba en la fachada de su comercio una lámina de madera para proteger la puerta. Hace cinco años que, en la mañana de la Tomatina, no sale de casa después de las 11. “Cuando la entrada era libre se llenaba esta calle de gente toda la noche y había más negocio, pero ahora los extranjeros vienen a punto de empezar y nada más terminar, los turoperadores se los llevan otra vez”, precisaba. Pese a eso, para él también es más agradable vivir la fiesta con más tranquilidad. La que permitan 22.000 personas en la calle.
Para algunas vecinas de la calle, lo más importante ha sido la diferencia en el descanso. En lo que tardaba en salir el café del desayuno, una vecina de la plaza del Ayuntamiento explicaba que ayer se pasaron la tarde enfundando su casa con las lonas y agradecía poder dormir por la noche. También los que salieron anoche agradecen el cambio. Ana, de 31 años, explicaba que hace unos años, en la noche anterior a la Tomatina, no podía ni tomarse una copa porque los locales no daban abasto. “Ahora está todo más tranquilo y lo valoro positivamente. Hacía años que no salía y este año salí”.
Este año la Tomatina ha contado con un amplio dispositivo de seguridad formado por cerca de 190 miembros de protección civil, 35 policías locales, además de los efectivos de la Guardia Civil. En el ámbito sanitario, un helicóptero, 12 ambulancias (seis de ellas SAMU) y un hospital de campaña han estado de guardia para atender los posibles accidentes.
Según fuentes municipales, en el dispositivo de limpieza han participado más de 300 personas, entre los cerca de 150 trabajadores municipales, voluntarios y personal de limpieza y los numerosos vecinos que colaboran. También han participado camiones autobombas de bomberos y seis autobombas de achique de agua, que han devuelto a la normalidad a las calles de Buñol en apenas una hora.
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