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Agricultura urbana sin límites

El auge de los huertos sociales en los municipios lleva a la Junta a regular sus usos y primar el bien social y medioambiental en estas prácticas

Ginés Donaire
Responsables de un huerto urbano en el Polígono de El Valle de Jaén.
Responsables de un huerto urbano en el Polígono de El Valle de Jaén.josé manuel pedrosa

Es lo que se llama furor por lo agrourbano. La agricultura a pequeña escala gana cada vez más adeptos en las ciudades y municipios como reflejo de una clara tendencia que valora los productos cercanos. En los últimos años ha sido significativo el aumento de huertos sociales ecológicos, promovidos la mayoría de las veces por Ayuntamientos y otras instituciones públicas pero también por asociaciones y entidades privadas. En Andalucía ya hay funcionando más de 200 y, aunque es una competencia municipal, la Junta se ha visto obligada a poner orden y reglamentar los usos de esta nueva agricultura urbana que fusiona lo social con lo económico sin desdeñar lo medioambiental y lo urbanístico.

Los huertos del Parque de Miraflores (Sevilla), Los Barrios (Cádiz), Loja (Granada), el Parque Moret (Huelva) y el Parque de la Asomadilla (Córdoba) han sido algunas de las experiencias pioneras surgidas en los últimos años en Andalucía. Sin embargo, actualmente se está produciendo un alud de propuestas en las agendas políticas de Ayuntamientos, diputaciones y Junta de Andalucía. “Se está demostrando que los huertos urbanos suponen una opción viable para mejorar los aspectos sociales, económicos y ambientales de los municipios”, explica Raúl Puente Suero, profesor de la Universidad Pablo de Olavide y autor de la Guía para la creación de huertos sociales ecológicos en Andalucía editada por la Consejería de Agricultura, Pesca y Desarrollo Rural.

Más allá de aportar una herramienta útil a las instituciones, lo que la Junta quiere es homogeneizar el campo de acción de estos huertos, y hacerlo bajo parámetros de tipo legal, urbanístico, económico, social y ambiental, que se establecen en esta guía, que sirve de documento de recomendaciones a los municipios y otras entidades interesadas. “El modelo que queremos impulsar es el de los huertos sociales ecológicos destinados solo al autoconsumo”, señala Ana María Romero, directora general de Calidad, Industria Agroalimentaria y Producción Ecológica. De ahí que la Consejería haya impulsado la creación de una red de huertos que desarrollen técnicas de cultivo ecológicas fomentando así el consumo de productos de calidad natural, promocionando conductas de respeto hacia la biodiversidad y animando a una alimentación saludable.

La ‘olla comunitaria’ en El Valle

Juan Manuel Almagro acude cada día a mimar su huerto, una pequeña parcela de las 20 que han empezado a gestionar otras tantas familias en la barriada del Polígono de El Valle, en Jaén. Los tomates o las berenjenas empiezan a asomar en los 1.500 metros cuadrados de terrenos cedidos por el Ayuntamiento jiennense a familias desfavorecidas de un barrio muy castigado por el paro.

Sin embargo, la filosofía de este primer huerto en El Valle tiene un componente mucho más social que agrícola. Algunas familias, entre ellas la de Juan Manuel, destinan los productos que salen de la huerta a la llamada olla comunitaria, una innovadora experiencia que intenta dar respuesta a las muchas personas que no tienen para comer. Cada día, en un pequeño comedor comunitario se van turnando distintos vecinos para preparar menús con los que se da de comer a unas 250 personas. El nivel de ayuda que recibe cada familia lo determinan los servicios sociales municipales.

En apenas unos meses de funcionamiento, la olla comunitaria ha sido capaz de implicar a muchas familias y, sobre todo, remover conciencias. “Se ha logrado romper con la dinámica de pedir por pedir, con la vergüenza que eso implica para las personas; ahora ellos mismos se hacen partícipes de una experiencia comunitaria”, señala José Ignacio Gámez, de la Fundación Don Bosco, la entidad promotora de este proyecto en colaboración con la asociación vecinal Passo.

La fundación recibe una subvención con la que sufragar el coste de los menús, pero son las familias las que le dan cuerpo al proyecto, unas sembrando las hortalizas en la huerta y otras cocinando los menús y compartiendo cosechas.

¿Y a qué se debe este auge por los huertos urbanos? Romero lo justifica en “el movimiento para volver hacia el consumo local y la venta directa, y por valorizar la producción de cercanía”. El aspecto ecológico de estos huertos es algo que gusta a la Junta, consciente de los bajos índices de consumo de estos productos que hay en Andalucía.

Pero los expertos asocian más este fenómeno a la actual crisis económica. “En el actual contexto de multicrisis, y como mecanismo de respuesta de la población, se está produciendo un crecimiento exponencial de los huertos urbanos con una clara vocación asistencial, de autoconsumo, de garante de la soberanía y la seguridad alimentaria y como recurso social para familias desfavorecidas”, argumenta el profesor Raúl Puente. Otras ventajas que aportan este tipo de huertos son, en su opinión, de tipo económico al mejorar la renta familiar; de tipo ambiental, favoreciendo la creación de espacios verdes; o de tipo urbanístico, regenerando espacios baldíos y poniendo en valor solares en desuso y suelos abandonados.

Sin embargo, es el componente social el que quiere primar la Consejería de Agricultura como modelo de expansión de estos huertos. Y para ello ha tomado como referente la experiencia de los huertos de las Moreras, en el parque Miraflores de Sevilla. Fue en 1983 cuando sus vecinos constituyeron la Asociación Comité Pro Parque Educativo Miraflores para la conversión de una escombrera en parque. Y en 1991 echó a andar la experiencia del huerto, hoy con cuatro líneas de trabajo bien diferenciadas: 180 parcelas agrícolas de ocio de más de 100 metros cuadrados; 11 parcelas de huertos escolares donde se implican 11 centros públicos; un invernadero joven; y, finalmente, de rutas pedagógicas que reciben más de 6.000 visitas al año.

“El huerto de Miraflores es un ejemplo a seguir porque es el único de España que aglutina en un mismo proyecto a niños, jóvenes, adultos y personas mayores de diferentes entornos sociales”, señala Raúl Puente, que coordinó esta experiencia incluida en el Primer Catálogo Español de Buenas Prácticas Ciudadanas y que este año ha recibido el Premio Andalucía de Medio Ambiente como Mejor Proyecto de Educación Ambiental. En estos años, gracias a los huertos se ha puesto en valor un valioso patrimonio que ha permitido recomponer la historia de la agricultura en Sevilla, desde una villa romana, la finca Albarrana o el aljibe que surtía de agua al Hospital de las Cinco Llagas. Ahora el objetivo es recuperar la cultura del olivar a través del molino de aceite del siglo XVIII.

Con todo, el mayor auge de los huertos urbanos se está dando en el área metropolitana de Sevilla, en especial en el Aljarafe, donde son muchos los colectivos que reclaman terrenos baldíos para poner en marcha estos proyectos. Muchas más dificultades están encontrando los vecinos del Polígono de El Valle, en Jaén, que llevan años reclamando la creación de estos huertos en los numerosos solares abandonados del barrio. Incluso en 2012 pusieron en conocimiento del Ayuntamiento un inventario de parcelas, con una superficie de más de 4.000 metros cuadrados, que podrían ser aprovechadas. “Aquí los huertos son una ocupación necesaria incluso desde el punto de vista terapéutico y para la obtención de alimentos para familias necesitadas”, expone Ángel Ibáñez, secretario de la asociación vecinal Passo.

La presión ciudadana ha logrado, al menos, que el Ayuntamiento habilite una parcela junto al centro de servicios sociales de El Valle, algo positivo pero insuficiente para los vecinos de esta barriada desfavorecida de Jaén. “La realidad indica que los vecinos van muy por delante de los cargos municipales”, señaló Mario Liébana, al defender la moción que los vecinos llevaron al último pleno municipal de la mano del PSOE. Finalmente, el gobierno del PP se comprometió a promover nuevos huertos y crear en tres meses una normativa para su funcionamiento.

Aunque la mayoría de los huertos son para autoconsumo, otros intentan dar salida a su producción ecológica. Y lo hacen por canales nada convencionales. Una de las referencias en Andalucía es Almocafre, una cooperativa de productores y consumidores creada en Córdoba hace 20 años y con tiendas también en Sevilla, Málaga o Granada. “Ofrecemos a los productores precios estables y dignos durante todo el año y a los consumidores unos productos sanos y sostenibles y la garantía de la certificación ecológica”, señala Carmen Casas, la gerente de esta tienda con más de 2.000 referencias y donde se hacen descuentos a sus más de 360 asociados.

Una filosofía similar inspira a Tierras Vivas, en Jaén, que trabaja con productores y distribuidores ecológicos de proximidad lo que le permite ofrecer a los clientes el producto fresco o envasado desde los valores del comercio justo. La ecotienda que dirige Lorenza Olivares va a más allá y organiza también visitas a los huertos ecológicos y rutas gastronómicas.

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