Paquito D’Ribera llena el Jamboree de fuego latino y jazz ‘barroco’
Cinco noches con el saxofonista y clarinetista cubano son un lujo ya que no suele ser frecuente poder verle en la distancia corta de un club
Tras la lamentable suspensión por enfermedad del concierto de Jeff Beck la duodécima edición del festival Mas i Mas se quedaba sin inauguración de gala pero, las casualidades nunca lo son, ahí estaba Paquito D’Ribera para solucionarlo.
Cinco noches en el Jamboree con el saxofonista y clarinetista cubano son un lujo ya que no suele ser frecuente poder verle y oírle en la distancia corta de un club. La cercanía y el calor habituales del entrañable sótano de la Plaza Reial crecieron varios enteros en la noche del viernes cuando un Paquito lanzado a tumba abierta lo inflamó todo. Un fuego que era eminentemente latino, porque sus protagonistas lo eran, pero, como sucede cada vez más a menudo en el mundo del jazz, era también jazzístico y, sobre todo, barroco, romántico y clásico.
Paquitó presentó su nuevo disco, aún no ha salido, Jazz meets the classics, un título que ya lo explica todo. Y sobre esa base se centró todo el concierto. A Paquito no le viene de nuevo el juguetear con la música llamada clásica, ya a finales de la década de 1970 y en el seno de aquella añorada primera formación de Irakere, sorprendió a propios y extraños con su adaptación jazzística y latina de un adagio de Mozart. Ahora Bach y Chopin centraron su oferta.
Y los resultados sobrepasaron cualquier expectativa a pesar de que el grupo que le acompañaba prácticamente nada tenía que ver con el que grabó el disco. En su gira actual cinco cubanos madrileños le cubren las espaldas, lo que no quiere decir merma de calidad. Todo lo contrario: la banda sonó apabullante, sobre todo su pianista Pepe Ribero (este sí que colabora en la nueva grabación de Paquito), un dechado de técnica y de un swing latino altamente inflamable.
Paquito tocó con su combinación habitual de furia y virtuosismo. Descompuso Chopin en mil retazos cubanos, recordó a Tete Montoliu (“Gaudí y Tete son las dos personalidades más grandes que ha dado Cataluña”, afirmó) con un bolero de Ernesto Duarte y hasta llegó a demostrar que Johann Sebastian Bach era descendiente de cubanos y bailaba el danzón y nosotros nos lo creímos. Una vez aceptado ese punto ya todo era posible y lo fue.
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