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Unió y Convergència ponen a prueba su vieja alianza

La federación nacionalista afronta dividida la recta final del proceso soberanista

Cartel de propaganda electoral de CiU en marzo de 2008.
Cartel de propaganda electoral de CiU en marzo de 2008.IGNACIO ADEVA

La reunión entre Mariano Rajoy y Artur Mas para abordar la crisis soberanista catalana sigue sin tener fecha —Artur Mas la situó ayer no antes de la próxima semana—, pero CiU sigue apostándolo todo a la consulta del 9 de noviembre. Sin embargo, los nacionalistas catalanes afrontan esta prueba de fuego con evidentes problemas internos.

A unas encuestas que les vaticinan un claro retroceso electoral se añade la dimisión la semana pasada del secretario general de Convergència, Oriol Pujol, imputado por el caso de las ITV. Josep Antoni Duran añadió ayer otra incertidumbre al dimitir como secretario general de CiU y atrincherarse en la presidencia de Unió Democràtica, tras múltiples desacuerdos con la hoja de ruta soberanista.

El entorno de Artur Mas considera que tanto la marcha de Pujol como la retirada de Duran son dos pasos necesarios para renovar el partido y dar coherencia a su discurso, e intentan presentarlos como positivos. Sin embargo, otoño pondrá a prueba las costuras de la federación.

Nuevos liderazgos. CiU arrancará un septiembre decisivo en la política catalana ratificando los relevos de Oriol Pujol y de Duran. El democristiano ya tiene sucesor, y solo falta ratificarlo en una conferencia nacional de la federación, en la que se buscará evitar cualquier debate político que pueda poner en peligro la frágil unidad. En paralelo, Convergència organizará un consejo nacional el 6 de septiembre para ratificar a la nueva cúpula. El socio mayor de la federación ha buscado un atajo para evitar un congreso y ratificará al sustituto de Pujol en un órgano más controlado por la dirección. Mas, que se encargará personalmente de gestionar el relevo, tomará la decisión en las próximas semanas. El partido buscará reforzar la cúpula con sus actuales hombres fuertes (los secretarios generales en funciones, Josep Rull y Lluís Corominas, y el presidente del grupo parlamentario, Jordi Turull, para mantener la unidad en Convergència.

La Diada. La Asamblea Nacional Catalana pretende que la Diada del 11 de septiembre sea la más masiva y lleva meses trabajando para convocar a dos millones de personas a una concentración en Barcelona. Convergència se volcará en esta manifestación independentista, pero no está claro que Unió lo haga. Después de la Diada, Mas tendrá que mover ficha aprobando la ley catalana de consultas, con la que pretende dar cobertura legal a la consulta de autodeterminación.

Mas busca un relevo para Oriol Pujol que garantice la unidad de Convergència
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Convocatoria de la consulta. La Generalitat pretende convocar la consulta a finales de septiembre o a comienzos de octubre a más tardar. El Gobierno ya ha anunciado que la impugnará. La incógnita es cómo responderá el Ejecutivo catalán: si Mas decide echarse atrás, Esquerra Republicana romperá el pacto de Gobierno. Si, al contrario, el presidente catalán mantiene su órdago, Esquerra puede reforzar al Gobierno formando parte de él.

Elecciones plebiscitarias. La convocatoria de unas elecciones autonómicas con carácter plebiscitario sobre la independencia es el plan alternativo a la consulta con el que trabaja Artur Mas. Es también el escenario que más enfrentamiento provoca en el seno de CiU, pues Josep Antoni Duran es completamente contrario a ir a unas elecciones con la independencia de Cataluña en el programa electoral. El hecho de que Duran haya decidido mantenerse como presidente del Comité de Gobierno de Unió mantiene viva la posibilidad de que el democristiano decida acudir a las elecciones solo y liderando una candidatura alternativa a Convergència, algo que en el entorno de Artur Mas se considera poco probable. La división de CiU daría alas a Esquerra Republicana, que ya venció a los nacionalistas en las elecciones europeas y lidera todas las encuestas con vistas a unas elecciones autonómicas.

Municipales 2015. Con tantos frentes abiertos, CiU no puede olvidar las elecciones municipales de 2015, en las que puede perder parte del poder logrado en 2011 por la pujanza de ERC. Los republicanos llevan meses de campaña, mientras que la maquinaria electoral de CiU está arrancando justo ahora. Una puesta a punto que puede agravar la situación de la federación, en caída libre electoral desde que empezó el proceso soberanista. CiU peleará por mantener el poder en las cuatro diputaciones provinciales y en la joya de la corona, Barcelona. Un Ayuntamiento que estará muy disputado entre el actual alcalde, Xavier Trias; el flamante candidato de ERC, Alfred Bosch, y la irrupción desde la calle de Guanyem, que lidera la activista Ada Colau.

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