Mordida de estereotipos
Hay una avalancha de candidatos a nuevos estereotipos, entre ellos Felipe VI, Letizia, Pablo Iglesias o el mismo Papa
Lo más importante que ha pasado en Cataluña estos días es el fichaje —je, je— por 80 millones de euros —el más caro, ¿hay crisis?— del futbolista que muerde. Se llama Luis Suárez, es uruguayo. Hubo otro Luis Suárez en el Barça, gallego, bien educado: los jugadores no mordían. Ahora morder al contrario ya es marca de calidad, así que nada de piernas: ¡viva el mordisco! (Qué tentación para radicales unionistas e independentistas).
El mordedor encarna un estereotipo inconfundible: es el número uno de su especialidad. No hay otro como él. De eso se trata, entre tanta competencia: ¿Cómo sobresalir, llamar la atención, ser, en fin, valorado y hacer ¡cling! caja? Esta es la gran incógnita de un verano en el que circula gente desconocida cuyo argumentario aún no conocemos —¿ideas nuevas?— y que pronto veremos etiquetados, clasificados, estereotipados como iconos gracias, también, a nuestra participación.
La avalancha de candidatos a estereotipos en construcción comienza por el rey Felipe VI y la reina Letizia, sigue con Pablo Iglesias y Podemos, Pedro Sánchez, Eduardo Madina, Miquel Iceta, Núria Parlon, Jaume Collboni, Ada Colau, Guanyem Barcelona, y podría continuar: son tiempos de cambios y delirios manifiestos. Rajoy, Más, Trías, Montoro, Oriol Junqueras son un déjà vu, estereotipos, delirios, viejos. El interés está en cómo y de qué manera vamos conociendo el desarrollo de sus competidores. Todos compiten por nuestra atención: pretenden conquistarnos.
El estereotipo puede engañar mucho o reflejar realidades consistentes, encierra fantasías, deseos y delirios.
Veamos el caso de Pablo Iglesias, el señor de la coleta, obvio. Le llaman demagógico y observamos que se atreve a decir lo que otros callan. La cosa está interesante: le escuché definirse como keynesiano (en la SER) y no independentista. Para muchos es la encarnación misma —compartida con Ada Colau-—de aquello que se llamó 15-M, el movimiento de los indignados. Es alguien que cristaliza el malestar de tantos y tantos. Lo opuesto de Rajoy, Mas, Junqueras y hasta de Cayo Lara. ¡Un tipo muy peligroso!
Paso a paso, al desconocido Pedro Sánchez, madrileño (aquí eso no gusta) y nuevo secretario general del PSOE, le presentan como extensión de Susana Díez, ¡le votaron tantos andaluces! Que te avale alguien que no ha ganado unas elecciones, como la señora Díez, ¿es buena carta de presentación? Está de moda: Renzi, primer ministro italiano tampoco ha ganado unas elecciones, ni fue a elecciones directas Jean Claude Juncker y el Parlamento Europeo lo ha elegido presidente de la Comisión y, desde luego, Frank Underwood, protagonista de House of Cards, tampoco accede a la vicepresidencia por vía electoral. Claro que Berlusconi, o Hitler, fueron votados. Ay, Sánchez: sorpréndenos para bien y guárdate de monjas mediáticas, cocineros-artistas, mujeres barbudas, profetas de la voz del pueblo, del “yo te acuso de lo que tú me acusas y estamos en paz” y que te expliquen lo de Europa.
El estereotipo no perdona. Paradójicamente, se autoconstruye y nos lo manufacturan hábilmente técnicos e intermediarios (medios de comunicación y redes sociales) pero nosotros lo legitimamos. Admiro al periodista Walter Lippmann que en ¡1922! definía así (La opinión pública) esas construcciones tan imaginarias como reales: “Los estereotipos son una imagen ordenada y más o menos coherente del mundo, a la que nuestros hábitos, gustos, capacidades, consuelos y esperanzas se han adaptado por sí mismos. Puede que formen una imagen completa pero son la imagen de un mundo posible al que nos hemos adaptado. En él las personas y las cosas ocupan un lugar inequívoco y su comportamiento responde a lo que esperamos de ellos. (…) Ningún estereotipo es neutral. Son la garantía de nuestro amor propio y la proyección del mundo del sentido que cada uno tiene. Por tanto, los estereotipos arrastran la carga de los sentimientos que llevan asociados”.
El estereotipo puede engañar mucho o reflejar realidades consistentes, encierra fantasías, deseos y delirios, pero, vean cómo cayeron los magos de Wall Street y en qué van quedando tantos ricachos españoles y catalanes. Pero no es fácil deshacerse del tópico consolidado.
Es el caso ejemplar y magnífico del Papa Francisco. ¿Dónde se ha visto un anti estereotipo más claro y desafiante? Un caso digno de estudio: siglos de estereotipos papales superados por un argentino que ni siquiera vive en sus aposentos del Vaticano. Un Papa que no se calla y habla claro, ¿no dijo hace un año “quiero lío en las diócesis”? ¿Quién ha visto a un Papa invitando al debate, al jaleo? Un Papa con destellos de humildad y bondad real, que parece capaz de comprender y compartir el sufrimiento ajeno. Un Papa que destroza siglos de estereotipos. Muchos se hacen cruces, otros se preocupan por él: lo ven amenazado, envuelto en los peligros del insondable misterio del laberinto vaticano. Hay que seguirle de cerca: vale la pena y aprenderemos mucho sobre cómo desmontar tópicos anquilosados. Que falta nos hace, llevamos sobrecarga.
Os deseo un buen verano, libre de estereotipos.
Margarita Rivière es periodista.
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