Cae por tercera vez en cuatro años una banda que roba en autopistas
Los Mossos detienen a nueve personas por más de 70 asaltos desde enero
La banda de los peruanos ha vuelto a actuar... y casi con la misma celeridad, ha vuelto a caer. Por tercera vez en apenas cuatro años, los Mossos d'Esquadra han detenido a los cabecillas de un grupo organizado que se dedica a asaltar a conductores en las autopistas catalanas para robarles las pertenencias y, en algunos casos, los vehículos, han confirmado fuentes de la investigación a EL PAÍS. La policía autonómica detuvo ayer a nueve personas a quienes atribuye más de 70 robos cometidos desde el pasado mes de enero. Entre los arrestados hay tres menores de edad, que eran empleados por los líderes para modificar las matrículas de los coches sustraídos, entre otras actividades ilegales.
En la operación, dirigida por un juzgado de instrucción de Barcelona, han sido detenidos los dos principales responsables del grupo criminal: Enrique L. y Carlos O. Entre ambos acumulan la friolera de 129 antecedentes policiales (por los mismos delitos), aunque no penales. En agosto de 2011 y en octubre de 2013, los Mossos ya echaron el guante a su banda. Aunque por diversas causas permanecieron ingresados en prisión unos meses, quedaron en libertad y volvieron, sin pausa, a las autopistas. Aquellas investigaciones aún se encuentran en fase de instrucción, por lo que no se ha dictado aún una eventual condena que les deje fuera de la circulación.
Los precedentes
Decir que la banda de los peruanos es una vieja conocida de la policía es decir poco. Las últimas operaciones de los Mossos d'Esquadra las han descabezado, pero sus integrantes han mostrado una gran capacidad de resistencia y una enorme facilidad para cometer, una y otra vez, los mismos delitos.
En 2011, los Mossos detuvieron a once integrantes del grupo por robos en el Vallès y el Baix Llobregat, especialmente en la autopista AP-7. La policía les atribuyó entonces más de 90 delitos, entre ellos el robo de 13 vehículos. En los registros, los agentes recuperaron gran cantidad de objetos (teléfonos móviles, joyas, gafas de sol, etcétera) que aprovecharon para robar del interior de los vehículos.
Dos años más tarde, en 2013, la policía tuvo que intervenir de nuevo para atajar una oleada de robos a conductores en la AP-7, la C-33 y la A-2. Los agentes detuvieron entonces a otras cuatro personas por otros 115 delitos. Una de las características del grupo es el alto nivel de reincidencia de todos sus integrantes.
La tercera caída de la banda de los peruanos —la inmensa mayoría de sus integrantes son de esa nacionalidad— no fue fácil de gestionar. Alrededor de las siete de la mañana de ayer, la policía autonómica logró dar caza a algunos de los detenidos tras una espectacular persecución por carretera. Otra persecución fue, precisamente, la que dio origen a esta nueva investigación judicial: tras sufrir un intento de robo, un conductor se lanzó detrás de sus ladrones y los vehículos acabaron teniendo un accidente en Barcelona.
La banda, explicaron fuentes de la investigación, disponía de vehículos de alta gama y gran potencia (BMW, Audi) para cometer los robos con mayor facilidad. Entre sus víctimas hay tanto turistas extranjeros como españoles. Uno de los líderes de la banda conducía el coche, mientras que en el asiento del copiloto iba una mujer que, generalmente, llamaba la atención de la víctima alertándole de una avería ficticia o provocada por ellos mismos. En la parte trasera del vehículo viajaban otras dos personas; una de ellas era la encargada de provocar la falsa avería arrojando una piedra contra la parte trasera del coche. El cuarto ocupante, apodado como el gato, se arrastraba hasta el vehículo que iba a ser saqueado aprovechando el descuido de las víctimas, que por lo general seguían enfrascadas en una conversación sobre el alcance de la avería con los ladrones.
Las cámaras de seguridad y las filmaciones de los Mossos d’Esquadra han permitido situar en las escenas de los hechos a los integrantes de la banda, que no dudaban en utilizar la violencia física si sus víctimas se daban cuenta del robo y trataban de impedirlo.
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