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O Vicedo busca su pasado vikingo

El Ayuntamiento pide permiso a Patrimonio para investigar el misterioso sitio arqueológico hallado en una playa que un equipo escandinavo avaló estos días

Investigadores de Aberdeen en O Vicedo, en una imagen cedida por Mariña Patrimonio.
Investigadores de Aberdeen en O Vicedo, en una imagen cedida por Mariña Patrimonio.

“Si otros países tuviesen lo que tiene Galicia, lo estarían promocionando orgullosos. ¡Hay tantos yacimientos, tanta cantidad y calidad! No hay conciencia ni nacional ni internacional de este riquísimo patrimonio. Urge estudiar, registrar y proteger todo eso”. La valenciana Irene García Losquiño es investigadora en el Centro de Estudios Escandinavos en la Universidad de Aberdeen (Escocia) y habla en nombre del equipo de especialistas en cultura vikinga, procedentes de la misma institución, que visitaron la comunidad la semana pasada.

Vinieron buscando huellas de los pillajes al estilo nórdico que atemorizaron la costa gallega en sucesivas oleadas, entre los siglos IX y XI, después de leer un artículo sobre el hallazgo fortuito de dos anclas de piedra y al menos medio centenar de lastres de sílex en San Román, una playa de O Vicedo. Y marcharon “inspirados, emocionados”, porque a pesar de lo “mucho” que han viajado, lo que vieron en Galicia durante su estancia no dejó de darles sorpresas. Incluso a Jan-Henrik Fallgren, considerado una autoridad en materia de piratas rubios, célebre por descubrir los mayores tesoros vikingos conocidos hasta el momento. No esperaban tanto.

Desde O Vicedo hasta las Torres de Catoira, pasando por el sistema defensivo de O Pindo, con su trío de fortificaciones en las que se refugiaba el pueblo cuando se avistaban las naves enemigas. Una de esas construcciones, San Xurxo, “es lo más impresionante que he visto nunca”, reconoce García Losquiño.

En A Mariña, al especialista sueco también le sorprendió la cantidad de nativos que “podrían pasar perfectamente por escandinavos”. Este arqueólogo y su esposa, Ylva Backstorm, experta en zooarqueología, comentaron nada más llegar a la playa de San Román que el paisaje, con la Illa Coelleira (y su pasado monacal) a la izquierda en la línea del horizonte, era un escenario “de libro” para un desembarco vikingo. No solo porque las islas habitadas por monjes eran lo que siempre buscaban los temidos extranjeros (como posición estratégica para sus ataques a las poblaciones costeras). Tampoco únicamente por el hecho de que una de las dos anclas desenterradas por el mar, una piedra horadada y labrada en forma triangular que pesa unos 120 kilos, tuviese un formato ajeno a la costa gallega. En realidad, lo que Fallgren y Backstorm reconocieron inmediatamente como algo familiar fue el misterioso promontorio que se levanta en la playa, separado del mar por la franja de arena.

En 2011, Mariña Patrimonio alertó a la Xunta del llamativo parecido que existía entre esta formación elevada, bautizada en la microtoponimia como Os Moutillós, y unas fortificaciones típicas de la cultura normanda conocidas como motte&bailey (mota y patio). Estas estructuras eran sistemas defensivos provisionales, que se construían al tomar tierra, con parapetos, foso, rampas y una parte llana detrás donde se levantaban las cabañas que guarecían a estos descendientes de los vikingos. El colectivo cultural de la comarca lucense guió estos días en su visita a los profesores de Aberdeen y está también detrás de una investigación que ahora quiere promover el Ayuntamiento. El alcalde, Jesús Novo (PP), ha pedido autorización a la Xunta para un “estudio a fondo que incluiría excavaciones”. “Sería muy bueno para O Vicedo que fueran ciertas las teorías” que circulan sobre San Román. De momento, en el edificio multiusos se guardan algunos de los objetos que van apareciendo, que en breve se trasladarán a Castro de Rei para ser expuestos en el museo del Castro de Viladonga. Allí irá a parar una de las anclas, la más grande. La otra, cuenta el regidor, “anda por alguna casa: la robaron de la playa antes de que pudiésemos recogerla”.

Cultura no reconoce de momento la existencia de una mota en aquel lugar, pero desde 2009, aclara un portavoz oficial de la consellería, existe una ficha en Patrimonio con “una referencia a Os Moutillós”. Que el promontorio esconde capítulos pendientes de escribir en algún libro de historia es obvio. Está rodeado de labradíos en los que los vecinos se tropiezan con vestigios del pasado nada más hundir el sacho.

Según el portavoz de la consellería, en la ficha de la Xunta se dice que en ese punto “hay indicios de origen antrópica que merecen protección, aunque hay versiones muy contradictorias”. Esto quiere decir, sigue explicando la misma persona, que “Os Moutillós se protegió para luego [en algún momento futuro] investigar”. “Y no solo aparece recogido en el catálogo de Patrimonio, sino que está incluido desde 2013 en el PXOM de O Vicedo, que establece un contorno de protección” del sitio arqueológico.

No obstante, la Xunta se niega a hacer interpretaciones de este enclave empeñado en mandar señales cada vez con más insistencia. Si entre febrero y marzo el mal tiempo devolvió a los vecinos los sílex y las anclas, uno o dos meses después aparecieron en el mismo arenal, en días casi consecutivos, dos ruedas de molino manual de menos de medio metro de diámetro. “La Xunta”, concluye el portavoz, “no tiene ni puede lanzar teorías sobre Os Moutillós porque este lugar no está investigado”, y no se parece a ningún otro en Galicia que sí lo esté.

Pero Fallgren y García relacionan Os Moutillós con las “primeras invasiones vikingas”. “Creemos que está todo relacionado, y a falta de una excavación arqueológica, sugerimos o proponemos que es una mota”, dice la doctora en Historia, que desarrolla un macroproyecto sobre los vikingos en España. “Aunque no creemos que sea lo que aquí se entiende como una mota normanda, sino una fortificación provisional de sus antepasados escandinavos: una mota vikinga de primera generación”, concluye. “En un par de semanas”, los investigadores de Aberdeen tendrán preparado un primer artículo con el diagnóstico de su visita de aproximación, y planean publicarlo en varias revistas especializadas europeas.

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