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El Ayuntamiento vende el centro de innovación y tecnología de Malasaña

El consistorio invirtió más de 300.000 euros para acondicionar el local El espacio se ha convertido en una tienda de ropa

Andrea Nogueira Calvar
Antigua sede del centro de innovación CIBALL en Malasaña.
Antigua sede del centro de innovación CIBALL en Malasaña.carlos rosillo

“Un laboratorio de ideas y punto de encuentro de talentos emergentes. El centro cuenta con los últimos avances en equipamiento multimedia”. Así promocionaba el Ayuntamiento de Madrid la apertura de un nuevo punto de innovación en Malasaña en 2011. Tres años después y tras más de 300.000 euros invertidos para adecuarlo a las expectativas de una sede tecnológica, la Empresa Municipal de la Vivienda y Suelo (EMVS) lo vendió el pasado enero a una inmobiliaria privada. Ya no quedan ordenadores ni sales de reuniones, su lugar lo ocupan prendas italianas de una tienda de ropa.

El Centro de Innovación Ballesta (CIBALL) pretendía ser un vivero de ideas, un referente especializado para el distrito Centro y para Madrid. El local, situado en la Corredera Baja de San Pablo, fue inaugurado por el delegado de Economía, Empleo y Participación Ciudadana, Miguel Ángel Villanueva. La EMVS lo había rehabilitado entre 2005 y 2006 y se lo alquiló al Área de Economía y Hacienda del Ayuntamiento de Madrid en 2010. El consistorio invirtió 327.000 euros en los escasos 100 metros cuadrados que tiene de superficie el bajo comercial.

Las instalaciones se impulsaron dentro de uno de los Planes de Barrio, financiado por el Estado 

En su apertura se prometían debates sobre ciencia, tecnología e innovación, cursos y talleres en pleno corazón de la ciudad. “Pasaba por allí todos los días, y como me dedico al diseño dejé mis datos para que me avisaran sobre los eventos que realizaban. Nunca me llamaron”, explica uno de los representantes de la Asamblea Ciudadana del Barrio de Universidad (ACIBU). Las instalaciones se impulsaron dentro de uno de los Planes de Barrio (2009- 2012), financiado por el Estado y promovido por el Ayuntamiento de Madrid. El proyecto pretendía equilibrar el movimiento comercial de la Gran Vía distribuyéndolo hacia las calles del norte. El objetivo era “incorporar a los ciudadanos y a las empresas a la sociedad del conocimiento”.

El Ayuntamiento rescindió el contrato con la EMVS a finales de 2013 y a principios de este año la empresa municipal vendió el local a una inmobiliaria que lo ha alquilado. Donde antes se ubicaba el CIBALL, ahora se encuentra un outlet de ropa italiana. En 2006 la EMVS ya se había deshecho del espacio comercial contiguo, que también forma parte del edificio. Todo el inmueble alberga, además de la planta a pie de calle, 20 viviendas, de las cuales 17 se gestionaron en venta, y tres en alquiler.

Los vecinos se quejan del “malgasto” de dinero público en un proyecto que “no han sabido gestionar” y han preferido vender “para lucrarse”. ACIBU denuncia que en el barrio existen diferentes edificios que se habían prometido de uso dotacional, pero que ahora permanecen vacíos y en venta. Uno de estos casos está tan solo unos metros más allá del antiguo centro de innovación: otro inmueble en venta en la misma calle. El concejal de IU, Ángel Lara, apoya a los residentes y también muestra su indignación. Habla de “una política de fuegos artificiales” por parte del consistorio para salir en los medios de comunicación. “Cuando no hay contenidos, se deshace uno de los continentes”.

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Sobre la firma

Andrea Nogueira Calvar
Redactora en EL PAÍS desde 2015. Escribe sobre temas de corporativo, cultura y sociedad. Ha trabajado para Faro de Vigo y la editorial Lonely Planet, entre otros. Es licenciada en Filología Hispánica y máster en Periodismo por la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS.

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