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Allí donde no llegan las becas comedor

Decenas de niños van a comedores sociales por la falta de ayudas de Enseñanza

Un grupo de estudiantes de secundaria tomando ayer el almuerzo en el comedor social de la Fundación Joan Salvador Gavina.
Un grupo de estudiantes de secundaria tomando ayer el almuerzo en el comedor social de la Fundación Joan Salvador Gavina.ALBERT GARCIA

Son cerca de las tres de la tarde cuando Omar, de 14 años, llega al comedor de la Fundación Joan Salvador Gavina. Se lava las manos y sin muchas dilaciones ataca el plato de pasta, la ensalada y el yogur. Este comedor acoge diariamente a 60 niños entre 3 y 18 años del castigado barrio del Raval de Barcelona. En los últimos cuatro años se ha duplicado el número de chavales que toman aquí el almuerzo. “El colegio es muy caro”, suelta Omar. El resto de compañeros o no tienen beca o la ayuda no cubre el coste del menú o bien estudian en un instituto con jornada intensiva, así que no tiene comedor.

La combinación del enquistamiento de la crisis y los recortes de las ayudas ha sido demoledor para muchas familias. La pobreza infantil se alza ya hasta el 26,4% y las becas comedor, a pesar del incremento de este año, se han quedado en el nivel de 2010. Ayuntamientos, entidades y escuelas han alertado de que son insuficientes.

“Progresivamente hay más familias que caen en la pobreza. El perfil más habitual es el de dos padres que eran autónomos y se encuentran que tienen trabajo, pero sus proveedores no pagan, así que se ven ahogados por las deudas y tienen que acabar cerrando el taller o la tienda. Es el prototipo de familia ida a menos de repente”, abunda Anna Mackay, directora de la escuela El Pins de Montbau. Aquí pagan la comida a una docena a alumnos sin beca, en muchos casos porque son “nuevos pobres”, no acostumbrados a pedir ayuda. “Si se van a casa, sabemos que no comen", apostilla.

La gravedad de la crisis ha llevado este curso a abrir algún comedor en entidades socioeducativas, como el de la Asociación Educativa Integral del Raval, que alimenta cada día a 26 adolescentes. “No nos queremos dedicar a esto, pero nos hemos visto obligados a hacerlo”, admite Ignasi Sagalés, el director de la entidad. Se trata de estudiantes, o que no han tramitado la beca o que han cambiado de barrio a raíz de un desahucio y ahora no pueden ir a casa.

Sagalés cree que los institutos son los “grandes olvidados” de las becas comedor”. El 80% de estos centros hacen jornada intensiva y carecen de él. La medida permitió a la Generalitat a ahorrar el curso pasado nueve millones de euros. El Departamento de Enseñanza niega que haya menores con problemas porque “cuando se detecta un caso se le atiende”. Los estudiantes vulnerables de secundaria, añaden, “o comen en las escuelas o se les deriva a los servicios sociales”.

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