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El cuentakilómetros de los coches usados engaña

El 12% de los turismos tiene el odómetro manipulado El timo agranda los precios y también la polución La cifra del fraude se situaría entre los 154 millones y los 343 millones de euros

Dani Cordero

La crisis ha disparado la compraventa de vehículos usados en España. Por cada uno nuevo que se vende, se producen 2,3 transacciones de coches de segunda mano. El precio se estipula en función de dos factores clave: antigüedad y kilometraje. Es un buen caldo de cultivo para una práctica que se ha extendido gracias a Internet y al mercadeo de decodificadores electrónicos, que apenas cuestan 150 euros: la manipulación de los cuentakilómetros para poder inflar los precios. El Real Automóvil Club de Cataluña (RACC) estima que en España entre el 5% y el 12% de los vehículos de ocasión tienen sus odómetros manipulados. En el caso de los vehículos de importación, esos casos ascienden hasta el 30%.

El RACC basa su cálculo en la extrapolación de un estudio que en 2010 hizo la Comisión Europea sobre este fraude en Bélgica. “Esas cifras son muy bajas, yo creo que son un 80% los vehículos de ocasión que están manipulados”, afirma Eli Ceballos, de la Confederación Española de Talleres de reparación (Cetraa). “Y no los trucan por 25.000 kilómetros; pueden convertir un coche con 250.000 kilómetros reales en uno de 80.000”, explica. “El trucaje se ha hecho siempre, pero antes era más complicado y ahora, con los cuentakilómetros digitales, es mucho más fácil y se ha extendido”, asegura.

Su versión coincide plenamente con la del club automovilístico, incluso cuando intenta cuantificar cuánto se reduce el kilometraje de un vehículo. El responsable técnico de la Fundación RACC, Lluís Puerto, explicaba ayer que cuando se hace la manipulación no se trata solo de reducir en 10.000 kilómetros, sino 70.000 o 80.000. El objetivo no es otro que conseguir inflar el precio del vehículo en cuantías importantes, que pueden alcanzar hasta 8.000 euros. Los vehículos de gama media-alta son los preferidos, sobre todo cuando aún no han cumplido los cuatro años de circulación, antes de que tengan que pasar su primera inspección técnica de vehículos (ITV), la única prueba en la que actualmente se hace un registro del kilometraje.

Esa trampa sin control tiene consecuencias en diferentes frentes: para el comprador, que paga más y debe asumir más reparaciones; para la seguridad vial; para las aseguradoras, y para los vendedores de coches de segunda mano y nuevos. Y desde luego para el medio ambiente, ya que se disparan las emisiones derivadas de la carburación, porque se prolonga la vida de turismos menos eficientes. No es un problema menor, dada la alta contaminación de las ciudades por las partículas de los automóviles.

La cifra del fraude se situaría entre los 154 millones y los 343 millones de euros (según el RACC), entre lo que se paga de sobreprecio por el vehículo y los posteriores costes de mantenimiento. En el conjunto de Europa, esa cifra crecería hasta los 10.000 millones de euros.

Todas las asociaciones consultadas por este diario demandan más control contra ese fraude. Ahora solo se castiga si se tiene constancia de que va aparejado a una transacción con lucro, pese a que ha habido actuaciones policiales en las que se han desmantelado redes de talleres especializadas en la falsificación de kilometraje, como ocurrió en Galicia con la operación Trucarro.

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En Alemania, la simple manipulación del cuentakilómetros ya se considera delito. La Asociación Nacional de Vendedores de Vehículos a Motor, Reparación y Recambios (Ganvam) demanda más dureza en la legislación española. Que se sancione con 20.000 euros cambiar el número de kilómetros y se obligue a cerrar el negocio, afirma su presidente, Juan Antonio Sánchez Torres.

Ante la indefensión de quienes son víctimas de ese fraude, el RACC cree necesario que las Administraciones creen un registro en el que se reporte el kilometraje de cada vehículo. Y que ese control no recaiga únicamente en las estaciones de ITV, sino en talleres, concesionarios e incluso la policía.

El club automovilista aconseja precaución a los compradores de un vehículo de segunda mano: que se revisen el estado del volante y del resto de elementos interiores, que se observen los neumáticos (no deberían haberse cambiado antes de los 50.000 kilómetros) y que el kilometraje sea coherente con la fecha de matriculación. Incluso para un mecánico, advierte, es difícil saber si ha habido manipulación. Hasta que surgen las averías.

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Sobre la firma

Dani Cordero
Dani Cordero es redactor de economía en EL PAÍS, responsable del área de industria y automoción. Licenciado en Periodismo por la Universitat Ramon Llull, ha trabajado para distintos medios de comunicación como Expansión, El Mundo y Ara, entre otros, siempre desde Barcelona.

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