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Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Apunten: Pablo Heras

El joven director granadino que despunta al frente de las mejores orquestas europeas, actuó en el Palau

Un orquesta de fama, un coro, tres solistas de primera fila y un solista indeseado, un horrísono aire acondicionado que hace años que molesta y que el Palau no parece capaz de solucionar, protagonizaron una insólita y maratoniana “Velada Schumann” que incluyó tres conciertos para instrumento solista y orquesta del compositor alemán y, además, el Nachtlied Op. 108 para coro y orquesta también de Schumann y dos Canciones gitanas para coro y piano de Brahms a cargo del Orfeó Català.

Freiburger Barockorchester.

Alexander Melnikov, piano. Isabelle Faust, violí. Jean-Guihen Queyras, violoncello. Orfeó Català. Pablo Heras-Casado. Obras de Schumann y Brahms. Temporada de conciertos Palau 100. Palau de la Música. Barcelona, 28 de abril.

Tras el Nachtlied en donde no acabó de funcionar la conjunción entre coro y orquesta, el pianista Alexander Melnikov, a las teclas de un precioso Erard de época que sonaba a siglo XIX, nos descubrió preciosos matices y detalles del célebre Concierto para piano en La de Schumann que habitualmente quedan sepultados bajo la apabullante presencia sonora, resonancia y amplitud de armónicos de los potentes pianos de cola de concierto actuales.

El equilibrio entre solista y orquesta, perfecto, fue debido a la labor de Pablo Heras-Casado, joven director granadino que despunta al frente de las mejores orquestas europeas. Cediendo al solista el espacio que le correspondía pero sin renunciar a conseguir de la excelente Freiburger Barockorchester matices, bellos fraseos y expresividad, Heras-Casado se reveló en su debut en el Palau como un director a tener muy en cuenta.

El mismo excelente nivel se consiguió en el poco frecuentado Concierto para violín, defendido muy bien por Isabelle Faust y en el célebre Concierto para Violonchelo con Jean-Guihen Queyras como solista.

El Orfeó Català se mostró dúctil y afinado en las dos Canciones gitanas de Brahms, dos piezas que no encajaban en aquel programa y alargaban en exceso la sesión.

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