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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La Europa de Arias Cañete

No es casual que un político de ese perfil haya sido elegido por Rajoy para encabezar la lista

En su momento pareció que tomar yogures caducados o chuletones en plena crisis de las vacas locas era solo una gracia más de un ministro dicharachero pero cuando quien lo hace es un inminente eurodiputado y casi seguro comisario ese tipo de actos cobran otra dimensión.

Muy poca gente sabe que desde hace tiempo se viene negociando un Tratado de libre comercio entre la Unión Europea y Estados Unidos que, entre otras cosas, pretende que se anulen automáticamente las diferencias que puedan existir entre las legislaciones de ambas partes, haciéndolas “equivalentes”, para que las empresas multinacionales puedan colocar sus productos sin dificultad en los dos mercados.

En este aspecto, la cuestión beneficia sobre todo a las multinacionales de Estados Unidos porque la UE suele tener un criterio más rígido en materia sanitaria. En Europa se adoptan medidas de caución o restricción en cuanto hay ausencia de claridad o seguridad pero allí se exige “evidencia científica” para establecerlas. En relación con los productos químicos incorporados a los alimentos y envases, Europa obliga a las empresas a demostrar que son seguros y en Estados Unidos es el Gobierno quien debe probar que un producto químico es inseguro. En la UE no se permite la carne con hormonas, ni los pollos tratados con elementos tóxicos como el cloro, ni los piensos transgénicos, ni la cría de cerdos en jaulas hacinadas, pero todo ello se podría vender ya libremente en nuestras tiendas si se firma el Tratado, como muchos productos más que ahora contravienen las normas europeas.

En ese caso, las multinacionales obtendrían grandes beneficios pero con graves consecuencias para las personas. No en vano, con la legislación más permisiva de Estados Unidos y que el Tratado considerará “equivalente” a la nuestra, se facilita la ingestión de alimentos contaminados que hace que cada año enfermen allí una de cada seis personas (48 millones) y que mueran unas 3.000 por esa causa, frente a solo 70.000 enfermos y 93 muertes en la Unión Europea. Y para colmo, el Tratado prevé que si algún Estado osa reforzar sus normas sanitarias podrá ser demandado por las empresas en tribunales de arbitraje privados, secretos y sin apenas control.

Las multinacionales y los grupos de presión están ahora a la caza de investigadores, parlamentarios y ejecutivos de mano ancha para sacar adelante un Tratado tan nefasto para la población como este. Y por eso no parece casual que un político de tan pocas prevenciones alimentarias como Arias Cañete, con sus negocios y su práctica desreguladora haya sido el elegido por Rajoy para encabezar la lista europea del PP y para que sea más tarde comisario. Tiene el perfil perfecto para terminar de entregar Europa a las multinacionales.

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