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Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Mística laica

La basílica del Pi fue un lugar idóneo para las canciones telúricas de Roger Mas

Una idea excelente, pues ¿qué mejor espacio que uno religioso para una música cargada voluntaria y explícitamente de espiritualidad? Canciones en loor de nuestra patria, para Jacint Verdaguer el cielo, el paraíso de los católicos, canciones con la virgen de Solsona como protagonista y mantras que alargaban sus notas pedían, conceptualmente, una iglesia. El festival del Mil·lenni, bridó esa necesaria iglesia a Roger Mas, quien tomó el disco Les cançons tel·lúriques como guión interpretándolo allí donde el recogimiento y la mística pueden anidar. Y fue una idea y un concierto excelente, con un Mas que en su final apenas podía disimular con su sonrisa la satisfacción de ver un sueño bien cumplido. Tuvo misterio y magia el recital, cosas también inaprensibles.

Cierto es que los constructores de la basílica del Pi no contaron con la acústica amplificada a la hora de erigir su edificio, lo que más de 600 años después determinó que la calidad sonora del concierto de Roger Mas estuviese muy vinculada al lugar ocupado por los espectadores en la noche del viernes. Pese a que la mayor parte del repertorio tuvo un ritmo calmo apenas sostenido por escobillas en la batería y contrabajo, el eco bajo un techo a 28 metros de altura provocó que los más alejados del altar no tuviesen unas condiciones idóneas de escucha, algo que no ocurrió con aquellos situados en la parte más próxima al mismo. Detalles que bien pudieron dificultar la implicación de parte del público en la ceremonia.

Porque eliminando los aplausos, algo deseable en aquel concierto, se hubiese acentuado aún más la sensación de ceremonia laica del recital. Tanto el ritmo, como la voz de Roger, sencillamente espléndida por cálida y honda, como la delicada frotación del cuarteto de cuerda, como las entradas de piano e incluso la punzante guitarra eléctrica, ayudaron a crear un aire de recogimiento sólo roto por un par de piezas más rítmicas, minoría en el concierto. Y también por la intencionada presencia en este repertorio mayormente espiritual de Oda a Francesc Pujols, una canción mundana y "asardanada" que a su homenajeado le hubiese encantado escuchar precisamente allí. En cualquier modo, la solemnidad de la música de Mas, incluida en piezas como Si tu m'ho dius, encontró buen cobijo en un lugar en el que no se precisó carnet de creyente para sentir lo que no se ve.

Roger Mas

Basilica Santa María del Pi

25 Abril 2014

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