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Sin habitación para Jamal

Euskadi es “más” tolerante con los inmigrantes según un informe Jamal, un camionero magrebí tiene, sin embargo, una percepción diferente

San Sebastián -
Mikel Mazkiaran en San Sebastián
Mikel Mazkiaran en San SebastiánJAVIER HERNÁNDEZ

Hace siglos que la marcha de miles de guipuzcoanos, vizcaínos y alaveses hacia diferentes lugares recónditos del mundo dio origen a la diáspora vasca. Euskadi ha sido una fuente de emigrantes que, con la esperanza de encontrar una vida más digna, se marcharon a un país ajeno. Ahora, sin embargo, es la propia comunidad vasca la que acoge a una creciente cantidad de inmigrantes que llegan con el mismo propósito. La población extranjera representa cerca del 7% de la población vasca. Una minoría todavía poco “normalizada” —que no integrada— en la mayoría, dice Mikel Mazkiaran, secretario general de la federación estatal de SOS Racismo. Sin embargo, una de las conclusiones del informe anual elaborado por Ikuspegi, el Observatorio vasco de inmigración, señala que Euskadi tiene una actitud más “tolerante” respecto a los años anteriores. Una percepción altamente condicionada por el efecto de la crisis económica, que ha dado cabida a considerar la inmigración un problema “secundario”.

Un hotelero le negó una

En este sentido, Mazkiaran subraya un aspecto “fundamental y positivo”, ya que a pesar de la crisis, la sociedad no culpabiliza a los inmigrantes la falta de trabajo. “En ese sentido el Gobierno español está mostrando un comportamiento modélico”, añade. Igualmente, asegura que la crisis ha generado un efecto igualador que ha servido de lección a muchos. “Los que hace cuatro o cinco años pensaban que la desigualdad y las condiciones subdesarrolladas formaban parte de un solo colectivo, ahora son ellos los que están viviendo en sus propias carnes la misma situación que los inmigrantes”. Aunque en términos generales hay motivos para tener cierto nivel de esperanza, SOS Gipuzkoa denuncia una serie de discriminaciones “silenciosas” que aún tienen un largo camino legal por recorrer. Mazkiarán se refiere a conflictos como el acceso a la vivienda, problemas con el alquiler, imposibilidad de recibir ayudas por causas temas de nacionalidad, etc. “Es decir, hay una problemática silenciosa que es con la que realmente combatimos”.

En este tipo de casos hay una falta de “herramientas legales” que asociaciones como SOS Racismo llevan “años” reclamando. La consecuencia directa de este vacío legal conlleva que el número de denuncias se vaya reduciendo debido a que las posibilidades de que los reclamos lleguen lejos son nulas. “En cualquier caso, nuestra labor seguirá siendo la de denunciar la discriminación”, dice. En el año 2013, Euskadi cuenta con la exclusividad de haber roto el crecimiento progresivo de inmigrantes iniciado en 2007. Según el INE, Instituto Nacional de Estadística, la población procedente del Magreb compone el 16,8% de la población extranjera en Euskadi, situándose como tercer grupo con mayor presencia. En ese colectivo está Jamal, un camionero de origen magrebí que lleva 17 años viviendo en Euskadi y que recientemente abandonó su trabajo por motivo de los episodios racistas que tanto él como otros conocidos han tenido que soportar. El último incidente, que terminó por acabar con su paciencia, sucedió en un hotel. Jamal, como hacen tantos otros camioneros, buscaba una habitación donde alojarse y se encontró con el rechazo del dueño por motivos meramente raciales.

La sociedad no culpa a los inmigrantes de la falta de trabajo”

No fue el único caso. Hay muchos lugares que directamente prohíben la entrada de marroquís”, afirma con resignación. Jamal admite que no tendría ningún inconveniente en volver a Marruecos dadas las circunstancias, pero haber formado una familia aquí le obliga a convivir con la realidad. Además, admite que la cantidad de prejuicios que merodean por Euskadi nada tiene que ver con su experiencia por Francia o Andalucía, donde le han tratado siempre como “un hombre”. Por este motivo le es indiferente que los informes identifiquen mejorías en Euskadi, ya que su realidad y la de muchos otros es que la mayoría de la población vasca sigue mirándoles “con otros ojos”.

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