El cabecilla de Emarsa se lía en el juzgado
Cuesta se contradice ante el juez que investiga el saqueo de la depuradora
El exgerente de Emarsa, Esteban Cuesta, confirmó este viernes que la realidad tiene múltiples matices. Tantos, como las doce visitas que el presunto cabecilla del saqueo de la entidad que depuraba las aguas residuales de Valencia ha hecho en tres años al titular del juzgado de instrucción de la causa, Vicente Ríos.
Cuesta relató al magistrado cómo la red corrupta que supuestamente pilotó utilizó a su hermana Luisa para extraer el botín de cajeros automáticos. La intermediaria percibió una comisión mensual de 500 euros por gestionar las idas y venidas a las terminales. Y repartía las mordidas entre su hermano; el exvicepresidente de la Diputación de Valencia Enrique Crespo; y Juan José Morenilla e Ignacio Bernácer, exgerente y exjefe de Explotación de la Entidad Pública de Saneamiento de Aguas (Epsar), la empresa de la Generalitat que transfirió a Emarsa cien millones de euros durante el periodo investigado (2004-2010) y pagó el doble por el precio del lodo.
¿Por qué subcontrató la red a una mula para mover el dinero? “Por la incomodidad de ir a diario a los cajeros”, argumentó Cuesta, que fue catapultado por el PP de Valencia hasta la gerencia de Emarsa desde una enfermería donde ponía inyecciones. Y que ha cambiado hasta en tres ocasiones de versión desde que fue imputado por administración desleal, estafa, malversación, y otros delitos cuya autoría ha reconocido ante el juez.
Su hermana, contó, llegó a disponer de ocho tarjetas de crédito con las claves de los cuatro cabecillas de la red. Figuraban a nombre de Jorge Ignacio Roca, el único de la treintena de imputados de la trama que permanece en busca y captura.
La operativa del reparto arrancó al mes siguiente de comenzar el latrocinio. Un saqueo que el juez cifra en 25 millones de euros. Y se realizó en cajeros de Valencia, Albacete y Casas Ibáñez, el pueblo natal del exgerente de Emarsa. Luisa también viajó a Andorra, donde la trama blanqueó parte del botín. Y nunca preguntó porqué su hermano y sus compinches le pagaban 500 euros mensuales por sus servicios, relató Cuesta al juez.
El exgerente de Emarsa, sin embargo, admitió que tras estallar el caso Luisa le pidió que pusiese a su nombre una vivienda adquirida a medias en la calle San Vicente de Valencia. Y confesó que implicó a su hermana, con quien mantiene una fría relación, para no perjudicar a su mujer.
El extenso relato del cabecilla de la trama planeó entre el silencio y el olvido. En el juzgado le advirtieron de sus grietas. “¿Su hermana tiene el don de la ubicuidad y es capaz de estar en varios sitios distintos?”.
Entretanto, la juez que investiga la pieza separada de la lotería volvió a citar a declarar al exalcalde de Manises Enrique Crespo.
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