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crítica | danza
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Empatía paródica entre hombre y máquina

En 'Robot', Blanca Li plantea el diálogo con las máquinas, una interrelación capaz tanto de alertar como de entretener

Tal como Bergson advirtió que el hombre no es solamente el único animal que ríe de verdad, sino también su singularidad está en que es el único que hace reír, teniendo en cuenta que los demás “solo provocan la risa por sus posibles semejanzas con lo humano”, en este caso los robots humanoides (y los robots músicos) reciclan esa empatía paródica, y a veces hasta en la obra sucede al revés, va del humano a la máquina.

Puede retrotraerse o extrapolarse el interés por la robótica (y su natural antecesor, los mecanismos autómatas) en el ballet a los finales del siglo XVIII, teniendo su obra cumbre en Coppélia (1870, París), que a su vez tomaba argumento del muy conocido cuento de Hoffmann. Blanca Li, mujer creadora de nuestro tiempo, abre su abanico hacia esos artilugios que poco a poco (y ya es realidad palpable) son parte del quehacer cotidiano. Li ha ido hacia un juego (a veces serio), una aventura de diálogo con las máquinas y de interrelación capaz de tanto alertar como entretener. Parear robot y hombre también ha estado en la génesis de la literatura de anticipación científica, y más de una vez se ha planteado la rebelión “de los seres de metal sin alma”. Aquí al final ellos se quedan solos, sin ninguna respiración orgánica en escena.

Robot

Coreografía: Blanca Li; música: Tao Gutiérrez y Maywa Denki; escenografía: Pierre attrait y Marion Leduc; vestuario: M. Denki y Armando Sánchez. Teatros del Canal. Hasta el 13 de abril.

En un escenario a veces misterioso que se acerca al laboratorio, los artistas se entregan a las evoluciones más sorpresivas, son las que permiten la compañía del robot, otras, la del lucimiento tecnológico sonoro. El movimiento a veces evoca la fascinación que tuvieron futuristas, suprematistas y los de Bauhaus por las máquinas, pero luego cede a su estilo y desenfado. Y curioso es que lo mejor que hace el robot sea un paso de ballet académico (Développé à la seconde): por algo será.

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