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“En Alicante quedaron los mejores, los que defendieron la democracia”

Unas 500 personas recuerdan el final de la Guerra Civil en los muelles alicantinos El acto sirvió para descubrir un monolito en memoria del último barco que zarpó rumbo al exilio

Laura Gassó, Hèlia y Alicante González tres mujeres que consiguieron zarpar en el último barco al exilio
Laura Gassó, Hèlia y Alicante González tres mujeres que consiguieron zarpar en el último barco al exilioPEPE OLIVARES

Medio millar de personas recordaron ayer en el Puerto de Alicante el 75 aniversario del final de la Guerra Civil española, que vivió un capítulo definitivo y dramático en los muelles alicantinos: cerca de 15.000 personas se quedaron a la espera de un barco que les pusiera rumbo al exilio para acabar encerrados en un campo de concentración como el de los Almedros. “Aquí quedaron los mejores”, dijo el presidente del Foro de la Memoria de Madrid, Javier Moreno Díez, “quedaron los que defendieron la democracia”, dijo quien reclamó que se haga justicia, entre otras formas, desenterrando a los represaliados de la dictadura franquista.

Entre el 28 y el 31 de marzo de 1939, en el mismo espacio donde ayer sonó el Himno de Riego, hubo también defensores de “un gobierno legítimo” que se suicidaron, que se ahogaron nadando detrás de un barco que debía alejarles de una dictadura inclemente con los vencidos. Atrás quedaban tres años de sangre y fuego a los que una división italiana ponía fin controlando a una multitud hacinada y que se sabía perdedora en unos muelles, adonde se acudía tras el rumor de la llegada de buques internacionales.

Hèlia y Alicia González, Pilar Alemany o Laura Gassó tuvieron una suerte distinta. Eran solo unas niñas cuando zarparon en el carguero británico Stanbrook, repleto con 3.028 personas (casi 150 niños) rumbo a Orán (Argelia) para vivir más de rechazo y penalidades. Sin ira, con ganas de una reconciliación “verdadera” que reconozca a los vencidos, estas mujeres descubrieron un monolito en recuerdo de lo sucedido aquellos días.

Un momento del acto en el puerto de Alicante
Un momento del acto en el puerto de AlicantePepe Olivares

A su llegada a Orán, lo primero que sorprendió a Hèlia González fue el olor a pan. Tenía cuatro años y su madre hubo de explicarle qué era ese aroma que llegaba de la ciudad. Como ella, Pilar Alemany recuerda la delicadeza con que su madre extendía su enagua para que ella no durmiera sobre una paja que le producía alergia: “En Carnot (Argelia) nos metieron en un barracón en el que solo teníamos paja. Al mediodía nos llevaban un pegote de lentejas secas o de arroz blanco. Vivimos del estraperlo y la beneficencia hasta que llegaron los americanos el 8 de noviembre” de 1942, durante la Segunda Guerra Mundial.

“Nos han hecho mucho daño”, reflexionó Alicia González. Junto a su familia, sufrió con solo dos años una travesía en el carguero británico, sentada sobre un baúl. “Que haya gente que no quiera que desenterremos a los que yacen en las cunetas no se entiende”, dijo quien regresó con diez años a una España en la que su padre, pese a los avales de afines al franquismo, fue considerado “un intelectual peligroso”, según acta policial. Cada dos semanas debía personarse en un cuartel. “La vida fue oscuridad, tristeza y silencio. No puedo, no nos dejan olvidar. No entiendo que la televisión no diga nada de lo que ocurrió. Lo del Garzón nos hizo también mucho daño”, lamentó González recordando la figura del juez Baltasar Garzón, suspendido de su cargo más de una década por prevaricación en la instrucción del caso Gürtel, cuando también investigaba los crímenes del Franquismo.

"No pedimos revancha, pedimos justicia"

“¿Es tan difícil aplicar la Justicia en este país?”, preguntó al aire desde el estrado, Javier Moreno Díez. “¿Qué hay que hacer para que aparezca un juez cuando encontramos un muerto en una cuneta?”, continúo. “Fueron desapariciones forzosas. No es revancha lo que pedimos, es Justicia. Si no la encontramos aquí, tendremos que irnos fuera”, dijo el representante en el acto del Foro Memoria Histórica en referencia a las iniciativas tomadas por un juzgado argentino que reclama la extradición de varios torturadores de la dictadura.

Sonaron los discursos y las citas poéticas. Partidos, sindicatos, asociaciones por la memoria o simplemente movimientos sociales que se citaron para recordar un evento que tiene poca difusión mediática. En Alicante la comisión por la Memoria Histórica lleva 20 años luchando porque se recuerden desgracias como la del bombardeo por parte de la aviación italiana del Mercado de Abasto, mucho más impactante en número de muertos que el de Gernika e infinitamente menos conocido. La primavera pasada, por fin, lograron inaugurar el monumento que lo recuerda. Como dicen algunos de sus participantes: “Faltó un Pablo Picasso que lo pintara”, en referencia al cuadro encargado por el Gobierno de la República al artista malagueño para la Exposición Universal de París.

Como colofón, mientras una banda tocaba la Internacional, las supervivientes del Stanbrook lanzaron flores al mar. En recuerdo de los que se quedaron y sufrieron represión, se oyeron las palabras de Max Aub, de su libro el Campo de los Almendros, sobrenombre que recibió el campo instalado tras la guerra cerca de Alicante: Allí quedaron “los mejores, los que se alzaron sin nada” contra el poder.

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