Arreglos en el campo de batalla
El Ayuntamiento y los comerciantes comienzan a reparar los destrozos que dejaron a su paso los disturbios posteriores a la Marcha por la Dignidad
El paseo de Recoletos y los aledaños de la plaza de Colón tenían ayer por la mañana una actividad aun más alta de la habitual. Operarios municipales y de los comercios de la zona se afanaban en reponer los elementos destrozados durante los disturbios registrados al final de las marchas de la dignidad, ocurridos la noche del pasado sábado. Los empresarios se han quejado de las graves consecuencias que tienen estos altercados para sus negocios y por la mala imagen que se proyecta en el exterior por estos hechos.
Al final de la calle de Génova, un grupo de operarios retiraba con sumo cuidado los cristales estallados en una marquesina de los autobuses de la EMT, ante la mirada incrédula de algunos viandantes que se paraban a cerciorarse de lo que había ocurrido. Igual ocurría con los responsables de parques y jardines, que reponían las plantas dañadas durante los disturbios.
El Ayuntamiento aun no ha dado una valoración definitiva de los daños producidos durante los disturbios. Una primera cifra rondaba los 100.000 euros, pero esta cifra puede cambiar bastante ya que no todos los departamentos han remitido aun el correspondiente informe. Al menos una decena de vehículos de la Policía Municipal resultaron con daños de diversa consideración, como rotura de lunas y abolladuras.
El paseo por la zona permitía ver ayer por la mañana el recorrido de las protestas. Dos entidades bancarias, cercanas a la calle de Prim, tenían gran parte de sus grandes lunas destrozadas tras recibir todo tipo de pedradas y de golpes con objetos contundentes. Una había puesto contrachapados blancos mientras otra se conformó con grandes cartones. En ambas, los cajeros automáticos estaban inutilizados. Operarios tomaban medidas a las cristaleras para reponerlas, al igual que los carteles anunciadores, ante la mirada de dos policías nacionales que observaban el panorama.
Uno de los comercios más dañados fue el centenario Café Gijón, en especial su terraza. Según explicó uno de los propietarios, José Manuel Escamilla, los violentos les rompieron 15 sillas y han desaparecido otras diez. También han resultado dañadas siete mesas, varios focos y tres sombrillas. Estas fueron especialmente atractivas para los vándalos. Rompieron las bases de cemento y las arrojaron a los policías. Los mástiles los usaron como lanzas.
“Todo esto daña mucho nuestra imagen y no es bueno para nadie. Los manifestantes justificaban que eran acciones de infiltrados del Gobierno en la manifestación. Eso es una barbaridad que no se la cree nadie y que me da bastante pena”, se quejaba Escamilla, que pudo bajar los cierres del local y evitar más daños. Idéntica situación se vivió en otra terraza cercana, como El Espejo. En la zona aun se veían trozos de piedras y baldosas arrancadas por todo el bulevar lateral de Recoletos.
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