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El agravio que nunca existió

Atribuida a Suárez, la polémica frase sobre la imposibilidad de enseñar química nuclear en catalán fue una invención del autor de un reportaje de ‘Paris-Match’

Suárez con su familia durante la entrevista celebrada en agosto de 1976 en el Coto de Doñana.
Suárez con su familia durante la entrevista celebrada en agosto de 1976 en el Coto de Doñana.JACK GAROFANO / PARIS MATCH (GETY)

—¿Es que se podrá estudiar el bachillerato en vasco o catalán?

—Su pregunta, perdone que se lo diga, es tonta. Encuéntreme, primero, unos profesores que puedan enseñar química nuclear en vasco o catalán. Seamos serios…".

En 1976 esa respuesta de Adolfo Suárez, publicada en una entrevista en la revista  París-Match, provocó tal malestar en Cataluña que todavía se recuerda como un agravio del expresidente hacia la lengua catalana. Sin embargo, Suárez nunca pronunció tales palabras. Así lo admite, casi cuatro décadas después, Jean Michel Bamberger, uno de los periodistas que participó en aquella entrevista.

Bamberger, que reside en España desde mediados de los sesenta, conocía a Suárez de cuando era director general de TVE. A los pocos días de ser nombrado presidente, desde París-Match —Bamberger era colaborador del semanario— le llamaron para que gestionara un encuentro con el nuevo mandatario. Por aquel entonces muchos franceses iban a España de vacaciones, un país que estaba de moda, aunque no sabían casi nada de sus políticos. “La intención era realizar un perfil de Suárez, un completo desconocido”, recuerda Bamberger, quien hizo la petición al departamento de prensa y a los pocos días le confirmaron que se verían con el presidente.

El encuentro tuvo lugar a inicios de agosto en la residencia oficial del Parque de Doñana, donde Suárez estaba de vacaciones con su familia. A Bamberger se le unieron, llegados desde París, el periodista Philippe Garnier-Raymond —quien finalmente firmaría la pieza— y el fotógrafo Jack Garofalo. Los tres llegaron en coche desde Almería y lo primero que les sorprendió fue la poca seguridad que rodeaba al máximo mandatario cuando no se habían cumplido ni tres años del asesinato de Carrero Blanco. “En la puerta sólo había dos guardias civiles, un Citroën dos caballos de este cuerpo y un walkie-talkie colgando de la rama de un árbol”, asegura Bamberger.

“Suárez nunca se refirió al catalán, sólo al euskera”, asegura Bamberger

La convulsa Transición todavía estaba en sus albores e iban a encontrarse con el encargado de dirigirla. Suárez les recibió sin la suntuosidad que ahora se estila. “Al estilo norteamericano, feliz y rodeado de su familia”, afirma Bamberger. Empezaron por las fotos. Garofalo realizó una extensa sesión —en París-Match priman la imagen por encima del texto— para la cual el político jugó al tenis e incluso posó en traje de baño. Suárez accedió a tales peticiones con predisposición absoluta, recuerda Bamberger.

Tras las fotos empezó la charla. Suárez no hablaba francés y Garnier-Raymond no sabía español, así que Bamberger ejerció de traductor simultáneo. “Más que de periodista, hice de intérprete”, admite éste último, que recuerda que el nuevo presidente “hablaba relativamente rápido”. Ante la sorpresa de los periodistas, Suárez empezó a contar sus planes al frente del Gobierno. Les estaba concediendo una entrevista política que no habían pactado. Así, les habló de la oposición política, de la posible legalización del Partido Comunista y del referéndum de la Constitución, entre otros aspectos.

Bamberger traducía y Garnier-Raymond tomaba notas. Como en principio sólo debían hablar de aspectos generales del nuevo mandatario no habían llevado grabadora. “No nos lo esperábamos —admite Bamberger— lo que ocurre es que se fue animando. Era la primera vez que recibía a prensa internacional y, a diferencia de la española, con nosotros podía hablar libremente”. Entre la sesión fotográfica y la entrevista estuvieron casi cuatro horas con Suárez en un ambiente distendido. Cuando salieron de Doñana, los periodistas se encerraron en un bar para recordar lo más interesante de la charla. “Empezamos a reconstruir la conversación tan bien como pudimos”, recuerda Bamberger.

Después de aquello, Garnier-Raymond y Garofalo regresaron a París mientras que Bamberger se fue a Ibiza a proseguir sus vacaciones. Garnier-Raymond se encargó de la redacción del texto, en la que Bamberger no participó. Cuando leyó la entrevista —que salió publicada el 22 de agosto— observó la inexactitud de la respuesta sobre las lenguas en la escuela. “Me molestó enormemente porque no era lo que había dicho”, admite Bamberger. “Suárez nunca se refirió al catalán, sólo al euskera. No sé porque Philippe lo puso, quizás porque simpatizaba con los vascos, sobre todo con ETA, y no quiso que la respuesta se limitara al euskera. La cuestión es que incluyó algo que Suárez jamás dijo”, afirma.

“Con nosotros, a diferencia de la prensa española, podía hablar libremente”, añade Bamberger

Aquellas palabras, ampliamente reproducidas en la prensa, soliviantaron a los sectores nacionalistas. El Institut d'Estudis Catalans, la Assemblea de Catalunya, Òmnium Cultural y el mundo de la educación reaccionaron con lógica indignación. La polémica llegó a tal punto que el Gobierno tuvo que tomar cartas en el asunto con un comunicado de Presidencia que aclaraba que París-Match sólo había solicitado un reportaje fotográfico y que había sido una conversación off the record con “algunas afirmaciones que en absoluto se produjeron durante la citada entrevista”. "El off the record no se pronunció jamás”, aclara Bamberger, a quien sorprendió la polémica. “No imaginé nunca que provocaría todo aquello”, admite.

Unos días después de publicarse la entrevista, algunos medios franceses se hicieron eco de un viaje relámpago a París de Manuel Ortiz, subsecretario de despacho de Presidencia del Gobierno, y Ramón Castillo Meseguer, jefe de prensa, para reunirse con Beno Graviani, redactor jefe de Paris-Match. Al poco tiempo el semanario cambiaría de propietarios y la nueva dirección despidió a Garnier-Raymond y Bamberger, colaboradores que no estaban en plantilla.

Unos meses más tarde Bamberger cubrió para la SER —donde trabajó más de veinte años— un viaje de Suárez a Nueva York. Durante un almuerzo oficial el periodista se acercó para saludarlo. Antes que el aparato de seguridad se lo llevara, Suárez tuvo tiempo de dirigirle unes palabras. “Me dijo que él no había tenido nada que ver con mi despido”, rememora Bamberger. Aquella fue la última vez que se vieron.

Tras la muerte del expresidente, Bamberger —actualmente jubilado y residente en Viladecavalls (Vallès Occidental)— es el único superviviente de aquella entrevista, pues Garnier-Raymond y Garofalo fallecieron años atrás. A pesar de haberle costado su trabajo en París-Match, guarda un grato recuerdo de Suárez y de aquel encuentro: “Estoy orgulloso de aquello. Fuimos casi los primeros en saber cuál sería su hoja de ruta. Y nos la confió a nosotros”.

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