Unas primarias decisivas
Para reanimar a un PSC en estado crítico, el resultado de la elección debe reflejar pluralismo interno y capacidad de aglutinar
El barco del PSC está tocado y hundido. La falta de credibilidad, la deriva electoral de los últimos años, la incapacidad de dar respuesta a las dificultades sociales, la errática estrategia sobre la consulta y una grave crisis de liderazgo son algunos de los males de que adolece la formación socialista. Pero el principal problema del PSC no es solo la acumulación de errores o las malas prácticas de la actual dirección, sino la total ausencia de autocrítica y de humildad para reconocer que el partido, bajo su mando, no va bien. Es contraproducente tratar de justificar los desaciertos propios con manifestaciones altivas y descalificaciones a diestro y siniestro, como suele hacer el portavoz del grupo parlamentario socialista.
Las primarias que el PSC realizará el próximo sábado en primera vuelta para elegir candidato o candidata a la alcaldía de Barcelona podrían ser una excelente oportunidad —quizás la última— para tratar de reflotar el partido, aunque no será fácil. Hasta ahora, la proliferación de declaraciones díscolas, la división del partido en corrientes internas, la reiteración de resultados electorales nefastos y una intención de voto claramente adversa no ha sido motivo suficiente para provocar un golpe de timón. En cambio, si unas primarias tan importantes como las de Barcelona cumplen unos mínimos requisitos y se dan unos determinados resultados, podrían comportar un viraje interno.
El proceso de primarias debe garantizar los requisitos mencionados en los estatutos del PSC: ser un instrumento útil y trascendente de participación de la militancia y de los ciudadanos, que los órganos de dirección respeten los principios de transparencia y neutralidad, y asegurar el fair play —el reglamento de primarias prevé que las candidaturas perdedoras se comprometan a apoyar a la ganadora—.
Los efectos internos y sociales serán más profundos cuanto mayor sea la participación de militantes y, sobre todo, de simpatizantes, especialmente si esta logra superar las previsiones más optimistas y es el resultado de sumar aspiraciones transformadoras intrapartidistas (que existen y son muy numerosas) y actitudes responsables externas (no de outsiders anti-PSC) que desean recuperar un PSC comprometido con el catalanismo político de izquierdas. Sin embargo, si tenemos en cuenta el contexto político y la apatía que reina en el entorno socialista, el reto de la participación es complicado.
Para poder reanimar a un partido en estado crítico, los resultados de las primarias deberían reflejar dos señales inequívocas sobre aspectos fundamentales que el PSC ha abandonado: el pluralismo interno y la capacidad para sumar complicidades con las izquierdas catalanistas. Solo así podrían contrarrestarse las secuelas de la reunión del Consejo Nacional del pasado mes de noviembre, donde el máximo órgano de decisión del PSC apostó por un repóquer de disparates: distanciarse del catalanismo político, descuidar la democracia en el seno del partido, perseguir el pluralismo interno, rehuir la defensa de una consulta popular y renunciar a emanciparse del PSOE.
La forma más eficaz de visibilizar el pluralismo interno es que la futura candidatura de Barcelona esté liderada por alguien que sea crítico con la actual dirección y capaz de marcar un nuevo rumbo para el partido. Algunas de las personas que compiten en este proceso de primarias se han mostrado muy críticas con los actuales dirigentes del partido, pero también deberían querer aprovechar la fuerza de ser candidato o candidata a la alcaldía de Barcelona para impulsar un cambio profundo y dar un mensaje de cordura a un electorado que observa atónito las torpezas extravagantes de Navarro y sus acólitos.
Quien gane las primarias debe ser consciente de que, en el mejor de los casos, los resultados de las próximas elecciones municipales convertirán al PSC en simple pieza de una hipotética coalición de gobierno consistorial y que, tal como están las cosas, los socialistas no deberían desaprovechar esa oportunidad. Por ello, la persona que sea candidata socialista a la alcaldía de Barcelona no solo debe mostrar voluntad de pacto y aptitudes negociadoras, sino que también debe poseer una actitud transversal, un carácter expansivo y un perfil idóneo para sumar complicidades personales y proyectos políticos. Una buena carta de presentación para demostrar estas virtudes y poder atraer a futuros socios de gobierno es visualizar un talante político opuesto a la actual usanza de los dirigentes socialistas.
Una candidatura que fomente el pluralismo político dentro del PSC y que promueva una manera de hacer política basada en la amplitud de miras, puede provocar un triple efecto: aumentar las expectativas electorales, sentar las bases para formar un gobierno de coalición y ser un buen ejemplo para que en otros municipios se presenten candidatos y candidatas que ahora están en proceso de hibernación política y que esperan ver en la primarias de Barcelona una chispa de esperanza.
Jordi Matas Dalmases es catedrático de Ciencia Política de la UB
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