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Afinando el tiro

El valenciano Gilbertástico edita 'El que corre con los búfalos', un tercer álbum en el que consolida su singular forma de entender el pop

Gilbertástico.
Gilbertástico.JUAN TEROL

Gilberto Aubán (Valencia, 1983) es ese músico incontinente, talentoso y absolutamente inclasificable, al que todo el mundo conoce aquí como Gilbertástico. Letrista peculiar y vocalista hiperexpresivo (con tendencia a lo histriónico), es relativamente fácil encontrarlo parapetado tras un teclado (no es músico que eluda ofertas), aunque-inquieto por naturaleza-también se le ha podido ver últimamente prestando sus dotes para la interpretación en obras teatrales como Las rameras de Shakespeare o Revolución, ambas de Chema Cardeña. El que corre con los búfalos (Granja Beat, 2014) es su reciente tercer álbum, y parece que hay consenso generalizado acerca de que, por la vía de la concreción, bien puede ser también el mejor: “necesitaba que la voz no estuviera tan presente como en el anterior, que al final no te dejaba relajarte del todo. Aquí la letra y la música van de la mano, y no dándose bofetadas, pero tampoco es algo que obedeciera a un plan”.

Reconoce Aubán que son “canciones más sencillas”, y que todos los pasos previos hasta dar con ese nivel de depuración son necesarios, incluso asumiendo que haya quien pueda pensar que la sobrecarga de ornamentos que nutría sus anteriores trabajos casi rozaba el involuntario autosabotaje: “todo lo que haces sirve como aprendizaje, y a lo mejor mis discos anteriores eran una llamada para saber qué clase de locos podía atraer con eso, que al fin y al cabo era lo que a mí mismo me hubiera gustado escuchar como oyente”. El resultado es más conciso y también más sosegado, si bien tampoco garantiza que “este disco vaya a gustar a más gente, porque eso nunca se sabe”. El propio bandcamp de su autor etiqueta el álbum como “free folk”, porque le parecía “un término correcto ya que hay mandolina, guitarra española y violín, y hay también hay alguna melodía de principios del S.XX”. Al fin y al cabo, el folk en un sentido amplio (tal y como siempre ha entendido la música Gilbertástico), no deja de ser también “la música de nuestras raíces”.

Grabada con solo tres músicos (“en Heil Gilber-12- había tanta gente colaborando que a algunos hasta me costaría reconocerlos si me cruzase ahora con ellos por la calle”) en un estudio en plena Alcarria guadalajareña (Granja Beat), esta nueva colección de canciones se asienta, no obstante, sobre el mismo vértice desde el que partía su precedente (al margen del reciente Música Inframental): Fernando Polaino (Los Lunes) a la producción y Antonio José Iglesias y Jorge Lorán (el dúo Dwomo) manejando el resto del instrumental. El primero perfila el acabado final pero sin excesivo intervencionismo, ya que “pone los diques y las presas”, recalca, al tiempo que puntualiza que “te ayuda a terminarlo pero no quiere dejar su sello, solo cuando ve que te estás descarriando sin remedio”. Los segundos, la pareja musical madrileña afincada desde hace temporadas en Valencia, son una suerte de “hermanos musicales desde hace cinco años”, de quienes Gilbertástico toma “cosas prestadas y quienes luego acaban conociendo a la perfección los temas del disco”.

El álbum se presenta en directo en Valencia el próximo 13 de abril en la sala Russafa, con una formación en la que (además de la batería de José Antonio Iglesias y el bajo de Jorge Lorán) hay que sumar a Luis Alcober a la guitarra o Exequiel González al chelo. Sus directos generalmente han hecho gala de un evidente sentido del humor, algo que, sumado al barroquismo que en ocasiones ha destilado su propuesta, podría confundir a parte del público que se acerque a conocerle de cerca por primera vez. En todo caso, Gilberto Aubán es de aquellos que “nunca tomaría en serio a alguien que se tomase en serio del todo a sí mismo”. De hecho, si algo no se le puede negar es que, hasta ahora, ha recorrido un trayecto que tiene muy poco de convencional: “no estoy muy de acuerdo con la imagen que se supone que has de dar en la música independiente, hay demasiado culoprietismo, camisacuadrismo y falta de sangre, y yo no soy de guardar las formas en ese sentido”. A lo que añade, a modo de conclusión, que “tampoco debemos atormentarnos con lo que la gente piense de nosotros, yo cada vez lo hago menos”.

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